



En el entorno laboral actual convergen cuatro generaciones: Boomers, Gen X, Millennials y Gen Z. Cada una comunica de manera distinta: los boomers prefieren correos formales, la Gen Z utiliza emojis y mensajes por WhatsApp, y los millenials transitan en un punto medio. Además, fenómenos como la “renuncia por WhatsApp” o la “quiet quitting” (renuncia silenciosa) reflejan la tensión de expectativas y estilos entre generaciones. Todo esto provoca conflictos operacionales en las empresas.
Hoy los dueños de negocios se están enfrentando a situaciones inverosímiles por parte de la generación Z (jóvenes entre 18 y 28 años). Para algunos de ellos es práctico y fácil renunciar a su empleo por medio de un mensaje de texto, porque les parece una situación incómoda y optan por comunicar su decisión por WhatsApp u otras redes sociales.
Lo que al final no es lo mejor porque refleja no darle importancia al asunto. Lo más viable siempre será enfrentar con valentía cualquier situación y ser profesional, ante todo. Comunicar una decisión así de manera presencial en el área de recursos humanos, o por medio de los correos corporativos.
Otros de los conflictos operacionales que están enfrentando los emprendedores y emprendedoras es la “quiet quitting” (renuncia silenciosa) de la misma generación Z. La culpa puede recaer sobre los dos lados: en el mismo dueño de negocio por carecer de un buen liderazgo y por la desconexión en el lugar de trabajo; y en el mismo empleado por la falta de compromiso. Ambos podrían preguntarse: “¿Qué estoy haciendo mal?”.
También ha pasado que los jóvenes incluyen emojis en su currículum vitae. Lo cual no se recomienda. Aunque pueden parecer modernos y atractivos, restan profesionalismo y pueden dificultar la lectura del documento. Los emojis son más adecuados para la comunicación informal, como correos electrónicos o mensajes dentro de un equipo, pero no para una presentación profesional como un currículum.
Así está la comunicación intergeneracional: emojis, GIFs y WhatsApp frente a correos formales y llamadas. Pero, ¿cómo gestionar los conflictos operacionales en el trabajo? ¿Cómo evitar malentendidos cuando un CV con emojis sorprende o una renuncia por WhatsApp incomoda?
Valdría mucho la pena que los dueños de negocios, líderes y equipos quieran mejorar su cultura organizacional sin dramas generacionales. Por eso, aquí te damos una solución práctica que para muchos es la máxima de la comunicación:
Basta con decir claramente: “Sí” o “No”. Porque normalmente todo lo que se dice de más, no es del todo honesto.
Pero es importante hacer preguntas inteligentes para la resolución de conflictos operacionales en el trabajo. Y aplicar la máxima de la comunicación. Es suficiente con decir “sí” o “no”, y nada más. “No echar rollo” como se dice coloquialmente en México, y que significa no hablar de más, no dar rodeos o ser directo y concreto en la comunicación.
Implica evitar explicaciones largas, innecesarias o que divagan del tema principal, y enfocarse en lo esencial y relevante para el mensaje. En otras palabras, es ir al grano y evitar discursos extensos.
Establecer normas de comunicación claras, tener canales definidos (Slack, correo, WhatsApp) y capacitar a todos para respetar estilos diferentes sin perder profesionalismo.
Uno de los prejuicios más arraigados y persistentes acerca de la Generación Z es que poseen una “mala actitud”. Sin embargo, esta percepción no siempre refleja la realidad. Muchas veces esta generación se comunica de manera diferente a las anteriores y tiene expectativas.
Muchas veces, los conflictos operacionales en el entorno laboral surgen por expectativas desalineadas. Por ejemplo, un empleado de la Generación Z puede considerar aceptable enviar un mensaje de texto para informar que no podrá asistir a su turno, mientras que un gerente mayor espera una llamada telefónica formal.
Algunas diferencias en estilos de comunicación no indican necesariamente falta de compromiso o actitud negativa, sino diferentes formas de entender y percibir las situaciones.
Es importante aclarar algo fundamental: ninguna generación es inherentemente más o menos trabajadora. La dedicación y el esfuerzo que cada empleado aporta depende en gran medida de que se sienta bien en el trabajo, del liderazgo que recibe y del sentido de pertenencia que siente hacia la organización.
Cuando los empleados confían en sus líderes, creen en el propósito de su trabajo y ven oportunidades reales para crecer dentro de la empresa, están dispuestos a dar ese esfuerzo adicional que marca la diferencia.
Por lo tanto, en lugar de perpetuar estereotipos negativos, las empresas deben enfocarse en comprender las distintas formas de comunicación y motivación. Al fomentar un ambiente inclusivo, donde se valoren las diferentes perspectivas y estilos, se aprovechará al máximo el potencial de todos los colaboradores, incluyendo a la Generación Z.
Desmitificar estos mitos ayuda a construir puentes (y no muros) entre generaciones y a crear espacios laborales más colaborativos, respetuosos y productivos.
La clave está en entender que las diferencias culturales y generacionales enriquecen el entorno laboral cuando se gestionan con empatía y apertura.