



Dicen por ahí (nada más y nada menos que Viktor Frankl) que quien tiene un para qué vivir, puede soportar prácticamente cualquier cómo. He de confesar que recientemente tuve una situación de vida, de esas en las que ves el final más cerca de lo normal, te recuerda lo frágiles que eres y que, sobre todo, te hace cuestionarte cada aspecto de tu existencia. Desde qué es lo que realmente importa hasta si estoy realmente aprovechando mi vida para algo trascendente. En medio de estas reflexiones, llegué a la conclusión de que el problema es que muchas veces nuestras decisiones parten de asumir que tenemos mucho tiempo por delante. Eso nos lleva a constantemente dejar las cosas para después: ese sueño, ese viaje, ese cambio de trabajo o, incluso, de vida. En lo personal, aproveché esta segunda oportunidad para prometerme a mi misma algo: vivir con más intención, siendo fiel a mi propósito.
Todo esto lo cuento, no para desahogarme o compartir mi experiencia personal; sino, porque esta filosofía de hacer las cosas con propósito es, también, básica al emprender. Recuerdo cuando, en la universidad, me enseñaron que existían diferentes tipos de emprendedores y que las razones para emprender eran súper variadas, pero podíamos dividir entre las personas que emprenden por necesidad y las que lo hacen porque identificaron una oportunidad. Sin importar la razón que te lleve a emprender, algo te puedo recomendar: hazlo con un propósito claro y actúa en consecuencia.
Para esto, te recomiendo un libro: Start with Why, de Simon Sinek. Entre muchas joyas que te regala este libro, hay una en la que me gustaría concentrarnos en este artículo: el círculo dorado, herramienta que te puede dar claridad acerca de qué es lo importante en tu empresa, para poder centrar tus esfuerzos y cómo lograrlo. El círculo abarca tres preguntas que, si bien parecen obvias, muchas veces no nos hacemos o las hacemos en el orden incorrecto.
¿A qué se refiere Sinek con estas tres preguntas? Profundicemos:
Como mencionaba, tres simples preguntas que pueden sonar muy lógicas pero que, muchas veces, olvidamos en el día a día. ¿Cuál es el riesgo de no hacérselas? En primer lugar, se puede poner en riesgo la autenticidad de la empresa, ya que pierde (o peor, nunca encuentra) su propia esencia. Y es un hecho que el consumidor ya no solo prefiere, sino que, cada vez más, exige esta autenticidad. Y claro, esto puede afectar la permanencia de la empresa.
Sin embargo, para mí el mayor riesgo es el otro: trabajar sin un sentido claro, sin una ambición que te mueva, sin un sueño que conquistar, lo cual, sin duda, afectará directamente tu motivación y la de tu equipo de trabajo. Todos sabemos que el camino de emprender no es precisamente sencillo, así que tener claras tus razones detrás te ayudarán no, solamente a continuar ante las adversidades y a desarrollar resiliencia, sino a disfrutar del proceso.
Retomando la frase inicial de este artículo, y transportándola al emprendimiento, quien tiene un para qué (o según Sinek un porqué) emprender, puede, no solamente soportar cualquier cómo, sino, también, conseguirlo prácticamente todo. Y es que, si lo pensamos, la vida es demasiado corta y emprender lo suficientemente complejo como para hacerlo sin propósito. No esperes a enfrentarte a una situación crítica para hacer un alto y cuestionarte si, ya sea en tu vida o en tu emprendimiento, tienes claro lo que quieres conseguir y si la suma de tus acciones y decisiones, realmente te están acercando a tu moonshot y sumando a tu propósito. Y recuerda, el momento para hacerlo es hoy.