¿Realmente se puede impulsar el potencial personal con el coaching?
Muchas personas hemos buscado, o quizás debo decir que hemos encontrado al coaching motivados por una sensación de que hay algo más que podemos hacer con nuestra vida o nuestra persona. Cuando nos percatarnos de que, aunque en apariencia las cosas vayan bien, algo que no nos cuadra del todo, sentimos cierta inconformidad con la situación actual y la intuición de que tenemos un potencial mayor que no hemos aprovechado.
Cada persona tiene su propia historia, su propio mapa del mundo construido en el tiempo, sus propias creencias adoptadas y arraigadas desde la experiencia y su escala de valores, que le han permitido llegar hasta donde está. Así, las personas tendemos a la rutina condicionada por los hábitos desarrollados, buenos o malos, pero que se han arraigado en nuestro cerebro, como lo señala la investigadora del MIT Ann Graybiel, que pueden mantenernos “atrapados” en un ciclo vicioso.
Esta sensación de incertidumbre nos puede llevar a cuestionarnos si nuestros hábitos y creencias son la causa de autolimitar nuestro potencial o que no pueda liberarse en su totalidad. Quizás, en algún momento nos hicimos de alguna creencia para suprimir o inhibir algún atributo de nuestro talento, que en su momento nos funcionó, pero que ahora, se vuelve un obstáculo para aprovechar el verdadero o total potencial con el que contamos. Estamos tan habituados a la acción que no nos damos tiempo para planear y decidir. Probablemente estamos más en el “hacer” que en el “ser”.
Timothy Gallwey, autor de “El juego interior del tenis” y pionero del coaching moderno, plantea que el coaching consiste en liberar el potencial de una persona para incrementar al máximo su desempeño; ayudarle (a la persona) a aprender en lugar de enseñarle. Y es que cada persona tiene siempre la posibilidad de aprender, no obstante, y más con el paso de los años, cada uno tenemos nuestro propio modelo de aprendizaje, ritmo, velocidad, cadencia, necesidad o interés de aprender.
Cuando queremos hacer cosas nuevas, como emprender nuevos proyectos, es necesario dejar o cambiar hábitos, salir de la rutina, de “lo mismo de siempre”, expandir el círculo de influencia, ampliar la zona de confort, a través del aprendizaje, particularmente el de nuestra persona, entender y aprender de uno mismo, pues si somos capaces de cambiar por propia voluntad será más fácil enfrenta e influir en la gestión del cambio en las organizaciones, los mercados y la sociedad.
Sin embargo, abandonar un “modelo que funciona” o que al menos podemos decir al que “ya me acostumbré” (conocido como la zona de confort) puede ocasionarnos temor o miedo, pues no sabemos si una nueva forma de pensar o actuar, un nuevo producto o servicio a desarrollar, realmente funcionará o nos llevará a donde deseamos, la incertidumbre sin duda pesa, y tomar la decisión tiene riesgos que si no dimensionamos no podremos saber si estamos dispuestos a asumirlos.
Así como nuestra agenda puede estar saturada sin cabida para hacer “algo más”, también nuestra forma de pensar está saturada. Hay ciertos pensamientos que nos condicionan: nuestras creencias, que no nos permiten pensar de manera diferente o tratar de ver las cosas desde otra perspectiva; a veces, ni siquiera intentar hacer algo solo porque nuestra estructura mental, ese hábito que tienen nuestras neuronas de hacer sinapsis, nos termina llevando a las “mismas ideas de siempre”.
Un primer paso para liberar tu potencial es tomar conciencia de ti, cómo actúas hoy, cuáles son tus valores, y tus prioridades; cuáles son tus creencias y de éstas cuáles podrían estar limitando o sesgando tu creatividad o inspiración, para cambiarlas por creencias potenciadoras que te impulsen. Y lo más importante, ahí en el fondo de tu ser, que es lo que realmente quieres de ti y para ti, aunque parezca un sueño o una meta muy lejana o inalcanzable, date la oportunidad de reconocer lo que en el fondo estás buscando para trascender.
Esta es una de las tantas razones por la cual en el coaching planteamos un acuerdo para establecer a dónde quiere llegar el cliente (llamado coloquialmente coachee) ya que tener una meta u objetivo a lograr, facilita evaluar la pertinencia de tomar en cuenta alguna decisión o no.
Retomando el ejemplo de la agenda, si no hay una meta clara, un propósito de lo que quieres lograr en un día, semana o mes, será muy fácil tener la agenda saturada y la sensación de que no avanzas o logras nada. En cambio, cuando hay claridad de lo que se requiere lograr, si al principio no es claro lo que debas hacer, al menos si tener claro lo que no aporta para que puedas liberar tiempo en tu agenda.
En el terreno de las creencias y los pensamientos es muy similar el beneficio de tener un acuerdo del logro a alcanzar. A la luz de la meta será posible revisar si tus creencias, también llamadas paradigmas, o en Programación neurolingüística (PNL) referidas en adición como el mapa, contribuyen o no a lograr lo que buscas o si, por el contrario, son la causa que te limita a avanzar hacia donde realmente quieres.
Te recomiendo identificar tu círculo de influencia, es decir, verificar que es lo que en verdad está en tus manos, en donde tú eres o serás el protagonista, y qué cosas están fuera de tu alcance o influencia, al menos en este momento, para que tu tiempo y energía se puedan enfocar en donde con menor esfuerzo generes mayor impacto positivo para ti, tu equipo, tu organización, la sociedad o el mundo; esa decisión es tuya. Si quieres liberar un mayor potencial, piensa en que opciones te permitirán generar mayores beneficios con un mínimo esfuerzo de tu parte; porque cuando algo para ti representa “poco esfuerzo” es muy probable que obedezca a que tienes facilidad, conocimiento, experiencia y alguna habilidad o talento que te hace sentir (y creer) que no implica gran esfuerzo, mientras que quizás, para otras personas esa acción sea todo un reto.
También revisa los límites de tu zona de confort actual, que diferencia hay entre lo que impone el contexto, a lo que llamamos “el sistema”, y lo que buscas para ti. Empieza por reconocer tu verdadera posición en tu situación actual, permitiéndole a tu intuición determinar cuáles podrían ser los primeros pasos para moverte en la dirección que te lleve a donde consideres mejor.
Con la claridad de dónde estás y a dónde vas, es más fácil liberar tu verdadero potencial, que aguarda por tu llamado dentro de ti, por más increíble que parezca, lo que hace falta es despertarlo, motivarlo, invitarle a que salga, que florezca y que te brinde nuevas posibilidades, para lo cual se requerirá trabajo, tiempo, dedicación y mucho amor por lo que haces, lo que eres y lo que quieres ser cuando lo logres.
Sin duda que es en la acción, como lo ha dicho Tim Gallwey, en donde se produce el proceso de aprendizaje, así que debes permitir a esa parte de ti que intuye, que sea quien te guíe en la exploración de nuevos caminos, ideas, posibilidades, aún y con la incertidumbre que se pueda tener o generar por la decisión que tomes, teniendo en cuenta, claro está, un presupuesto (de todo tipo de recursos) bien planeado para actuar en consecuencia, es decir, tener claro hasta dónde podrás invertir en tiempo y esfuerzo, pues en ocasiones, y en temas de emprendimiento en mayor proporción, las cosas no siempre suceden como las planeamos.
Es importante que sepas que todo este proceso lo puedes hacer de la mano de un coach profesional, quien está facultado para hacer este acompañamiento, completamente personalizado, para que puedas hacer ese viaje a tu interior y conocerte, más ese viaje al futuro para determinar a dónde vas, y entonces, tener un maravilloso marco de referencia para hacer que emerja o nazca tu verdadero potencial, a la luz de lo que en verdad deseas para ti, en quién deseas transformarte como persona y como profesional en tu propia área, destapando fuentes de inspiración y creatividad, conectando con esa esencia de tu ser, llena de emociones que sin duda impactan tus pensamientos e impulsarán al máximo tu potencial como emprendedor.
¿Desbloquearías tu potencial usando el coaching?
