En los últimos meses, las autoridades en China han intensificado sus esfuerzos para frenar ostentosas exhibiciones de riqueza de influencers en las redes sociales. Esta iniciativa es parte de la campaña Qinglang (“limpio y brillante”), lanzada por la administración del ciberespacio de China el 23 de abril de 2024. Est proyecto tiene como objetivo abordar la creciente preocupación sobre el materialismo y cómo afecta el bienestar social.
Wang Hongquan había acumulado más de 4,3 millones de seguidores en Douyin, la versión china de TikTok, donde fue bloqueado en el mes de abril. El país con mayor número de internautas del mundo sorprendió con esta medida enarbolada por el presidente Xi Jinping. Busca propiciar la “prosperidad común”, según medios locales.
Lo anterior, aunque ha causado sorpresa para algunos chinos, realmente para muchos no hace mella. ¿La razón? Durante más de una década, China ha bloqueado varias plataformas estadounidenses, como Facebook, Instagram, Twitter. Vale la pena decir que la primera red social censurada fue YouTube, en marzo de 2009. Su cierre se dio tras la publicación de un video en el que monjes tibetanos eran golpeados en Lhasa, la capital de la región autónoma.
La campaña apunta a los influencers que crean personalidades demasiado ostentosas y muestran bienes de lujo, moda de alta gama y estilos de vida extravagantes para atraer seguidores. La medida no se limita a China continental. También los influencers taiwaneses se han visto afectados, destacando el amplio alcance de los esfuerzos regulatorios de Beijing.
Según analistas, la campaña de censura no se trata solo de moralidad, sino de abordar las disparidades económicas. Asímismo, pretende prevenir la difusión de contenido considerado subversivo o perjudicial para la cohesión social. Durante los últimos años, el gobierno comunista chino ha intentado frenar a las celebridades en redes sociales. El partido las acusa de adoradoras del dinero y de publicar contenido “vulgar”.
La reacción del público a la represión ha sido en gran medida de apoyo, arraigada en los valores tradicionales de igualdad de riqueza de China.
Muchos ven la medida como necesaria para frenar el materialismo excesivo de los influencers en China y promover un uso más modesto y responsable de las redes sociales.
Exinfluencers como Lyla Lai, quien ahora vive en Australia, han expresado su comprensión de los objetivos de la campaña. Ella destaca el impacto psicológico de ver constantemente contenido desconectado de las realidades que enfrenta la mayoría de las personas en el país asiático.
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La exestrella de Douyin dice que dejó la plataforma a raíz de las críticas por su estilo de vida. Incluso llegó a decir que ésta crea infelicidad en la gente que no se ve reflejada en lo que ella u otros influencer publicaban.
Para los empresarios, este entorno regulatorio subraya la importancia de alinearse con las expectativas sociales y gubernamentales. Las empresas y marcas que colaboran con influencers deben ser conscientes del contenido que promueven. Además deben asegurarse de que resuene con los valores sociales más amplios y los estándares regulatorios.
Este cambio también abre oportunidades para promover contenido más significativo y orientado a valores que pueda involucrar a las audiencias de una manera más sostenible y responsable. A medida que el panorama de las redes sociales continúa evolucionando, mantenerse informado sobre las tendencias regulatorias y el sentimiento público será crucial para el éxito empresarial en China y mercados similares.
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Es importante mencionar que la represión en las redes sociales en China se da en un contexto donde algunos jóvenes de ese lugar enfrentan dificultades para encontrar trabajo y eligen ser influencers y retirarse de la sociedad para dedicarse a la creación de contenido digital como una forma de subsistir y obtener la forma de mantenerse y darse algunos lujos.
