Justo el 30 de noviembre de 2023 se cumplía un año del lanzamiento de ChatGPT por parte de la empresa OpenAI. En febrero pasado publicamos en la revista Emprende nuestra particular visión de la IAGen (inteligencia artificial generativa) como un socio inesperado para los negocios, el trabajo y el aprendizaje.
En este año, la IAGen como ChatGPT ha experimentado una evolución notable. Y todo apunta a que el socio inesperado ha pasado a ser un socio constantemente invitado, deseado, anhelado. Pero hay que decirlo, también temido en muchos de los ámbitos de la actividad humana. Aun así, de acuerdo con Reuters, más de 180 millones de usuarios activos por mes podrían cantar ¡feliz cumpleaños, ChatGPT!
Las actualizaciones continuas y mejoras en modelo de ChatGPT han potenciado su capacidad para comprender y generar contenido coherente y relevante. Desde el aumento en la longitud y complejidad de las respuestas, hasta la incorporación de mecanismos de generación más precisos y contextuales, la constante innovación ha impulsado su utilidad en diversos campos.
Efectivamente, la IAGen, personificada en ChatGPT, ha trascendido las barreras tecnológicas para aparecer como un potencial aliado omnipresente en la vida diaria. Desde proporcionar respuestas precisas a consultas, hasta acompañar el proceso creativo en la redacción de textos o creación de imágenes, presentaciones, etc. Gracias a ello va encontrando su lugar en la asistencia médica, la educación y las empresas. Por ello, cabe destacar algunos hitos a lo largo de este primer año.
En primer lugar, la abreviatura IA (inteligencia artificial) ha sido declarada la palabra del año 2023 por el Collins Dictionary. Dicha declaración engloba, a mi juicio, el profundo interés que ha despertado en toda la humanidad, tanto como las poderosas emociones encontradas que genera a favor y en contra, así como la carrera desenfrenada para generar aplicaciones y oportunidades de negocio.
En segundo lugar, recordemos que ChatGPT ha sido considerada la aplicación de Internet de más rápido crecimiento en la historia. A penas lanzado, 153,000 cuentas lo visitaron. En la tercera semana se alcanzaron 58 millones de visitas; y solo en mayo de 2023 ya se registraron 1,8 billones de visitas mensuales. Los contrastes suelen ser buenos recursos didácticos. Mientras que ChatGPT consiguió 100 millones de usuarios mensuales en dos meses, Facebook tardó alrededor de cuatro años y medio; Twitter más de cinco e Instagram poco más de dos.
A manera de celebración, el artículo Exploring ChatGPT’s Journey — Key Achievements Since Its Inception ofrece unos gráficos muy interesantes. Ahí se comparan los datos de uso entre ChatGPT, Bard, Character.AI, Replika, etc.
En tercer y último lugar, su influencia en industrias como el marketing, la medicina y la producción de contenido creativo es innegable. Desde la personalización de la publicidad hasta la asistencia en diagnósticos médicos, su aplicación es amplia y beneficiosa. Aunque igualmente discutida por las implicaciones éticas, sociales, económicas, legales, de impacto ambiental, etc.
Su capacidad para comprender el lenguaje natural y generar respuestas coherentes ha transformado sin duda la interacción humana con la tecnología. El artículo de Nature ChatGPT y el auge de los semihumanos señala que ChatGPT podría ser percibido como poseedor de rasgos humanos en sus procesos de interacción. Los análisis temáticos de las ideas de 452 personas en todo el mundo arrojaron dos categorías de rasgos.
Quizás ahí radica el interés tan grande que ha despertado. Parece que se va convirtiendo en una entidad en la que reconocemos un “sujeto activo” que participa en múltiples actividades de la sociedad humana. Por lo tanto, hemos de desarrollar cuanto antes un marco filosófico integral para comprender la imitación de los rasgos humanos de ChatGPT que parecen atraernos; y que abren, al mismo tiempo, un abanico infinito de potenciales aplicaciones con sus consabidos riesgos.
Conviene recordar que en septiembre de 2023 se lanzó ChatGPT voice y que, justo antes de su cumpleaños, Open AI anunció que está disponible para todo el mundo de manera gratuita. Gracias a ello, el asistente virtual puede parecer incluso más realista y proporciona una experiencia de interacción con el modelo de lenguaje aparentemente más natural. Aunque yo lo sigo escuchando robotizado, y sigo pensando que muchas de sus respuestas requieren un detallado análisis para no compartir lo que suele regurgitar sin más estructuras, dado que sus respuestas parecen la habilidad de sumar palabras unas detrás de otras sin comprensión alguna.
No obstante, a medida que el campo de la IA continúa evolucionando, ChatGPT se erige como un brillante ejemplo del apasionante futuro de la IA conversacional activada por voz. Nos acerca un paso más a un mundo donde los humanos y las máquinas puedan comunicarse sin esfuerzo, abriendo nuevas oportunidades de innovación y colaboración.
Quizás también en esta aparente facilidad de interacción radique uno de los principales riesgos. Al usar el lenguaje natural, la hemos aceptado he incorporado masivamente y casi de inmediato sin reparar antes en cómo entenderla; cómo promover sus usos potenciales positivos y, sobre todo, cómo regularla.
Pero no todo es miel sobre hojuelas. El crecimiento exponencial de la IAGen, representada por ChatGPT, conlleva desafíos considerables que van desde la preservación de la integridad hasta la mitigación de riesgos. Durante este año, uno de los principales desafíos ha sido el manejo del copyright y la propiedad intelectual. Al haber sido entrenada con contenidos de Internet, utiliza el trabajo de otros y tiene la capacidad para generar contenido humanoide, aparentemenete nuevo, que plantea interrogantes éticos y legales sobre la atribución y el uso adecuado de la información generada. Incluso, se ha discutido la tendencia a inventarse datos, atribuir obras a otras personas o incluso crear acontencimientos que realmente no han sucedido.
Además, la proliferación de contenido inapropiado, como la pornografía generada por IA, plantea preocupaciones significativas en términos de ética y seguridad, exponiendo a los usuarios a experiencias no deseadas y desafiando los límites legales en diversas jurisdicciones. La regulación y supervisión efectivas son cruciales para mitigar estos riesgos y proteger a los usuarios.
En términos de seguridad, la IAGen también enfrenta desafíos en la detección y prevención de la manipulación maliciosa. Incluyendo la generación de información falsa y la manipulación de datos. La capacidad de la IAGen para crear contenido convincente plantea riesgos de desinformación y engaño. Lo anterior subraya la necesidad urgente de desarrollar sistemas de seguridad robustos y métodos efectivos de autenticación de contenido.
La resolución de estos desafíos requerirá una colaboración entre desarrolladores de IA, legisladores y expertos en ética. Esto para establecer directrices claras, políticas de seguridad y herramientas de supervisión, que protejan tanto la integridad del contenido generado como la seguridad de los usuarios.
En el horizonte de la IAGen, como ChatGPT, se vislumbra, al mismo tiempo y por muy contrastante que parezca, un futuro prometedor y desafiante. Las expectativas y posibilidades son vastas: desde mejoras continuas en la precisión y la comprensión contextual hasta su integración en campos aún inexplorados. Sin embargo, estas perspectivas futuras van de la mano con la responsabilidad de abordar desafíos éticos, legales y de seguridad.
El camino por delante implica la colaboración entre distintos sectores para establecer marcos regulatorios sólidos que protejan la privacidad, promuevan la transparencia y mitiguen riesgos: manipulación y uso inapropiado de la información generada por IA. Además, la inversión en investigación ética y desarrollo tecnológico se vuelve imperativa para impulsar avances responsables y sostenibles en la IA Generativa.
Desde mi punto de vista, una visión a desarrollar y discutir colectivamente en el futuro inmediato es la de no reemplazar lo humano, sino colaborar con lo humano para potenciar capacidades, mejorar la productividad y generar prosperidad. El futuro de la IA Generativa depende de cómo gestionemos los desafíos actuales para construir un entorno donde la innovación coexista con la responsabilidad, asegurando así un camino hacia un mundo más conectado, colaborativo y ético en la intersección entre humanidad y tecnología. En un futuro no lejano estaremos hablando más de humanidad aumentada gracias a la colaboración con agentes inteligentes no-humanos o, como sugiere la ciencia, semi-humanos.
Finalmente, ¿qué podríamos decir que ha cambiado luego de un año del lanzamiento de ChatGPT? Puede ser que muchas cosas, como las que ya hemos apuntado; pero una sola nos debería llamar especialmente la atención: ¡se ha introducido en nuestro mundo la desconcertante pero atractiva idea de que un chatbot de IAGen puede, aparentemente, hacer cualquier cosa! Las implicaciones de esta afirmación, así como las aplicaciones prácticas que surgen de la omnipresencia de la IAGen son significativas. Impactarán la forma de entender la vida humana en el futuro y por ello merecen una consideración y atención minuciosas.
