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05-04-2016, 7:26:00 PM

¿Cambiar al mundo con llantas usadas? Trisol lo hace

Trisol transforma las llantas usadas en materia prima para la fabricación de impermeabilizantes, pasto sintético, zapatos y hasta arrecifes. Lo mejor es que lo hace con un proceso que no produce emisiones tóxicas al medio ambiente.

© Carlos Aranda

Andrés García Gasca cree fervientemente que son los jóvenes quienes pueden generar los cambios necesarios para lograr un equilibrio entre la sociedad, la política y el medio ambiente. “Solo requerimos tener esa determinación e ilusión de hacer crecer nuestra pasión”, asegura. Y no lo dice sin conocimiento de causa. A sus 28 años, tiene una de las empresas más eficientes en el manejo de los residuos sólidos de manejo especial del país: Trisol.

Él trabaja con los neumáticos usados, que constituyen un serio problema ambiental: cada segundo se desecha en México al menos una llanta, lo que genera cerca de 40 millones al año. De ellas, tan sólo se recicla el 5%, es decir, unos dos millones, pero no siempre se hace a través de métodos que no generan emisiones tóxicas al medio ambiente.

De hecho, los hornos de cemento donde se queman los neumáticos son un centro importante de generación de dioxinas. Estas son contaminantes que pueden causar cáncer, malformaciones congénitas, diabetes; así como diversos efectos al sistema hormonal, inmunológico y nervioso central del hombre, provocando problemas en los pulmones, entre otros.

Pero esto no es todo. Cuando las llantas dejan de tener una vida útil, se almacenan en casas, se depositan en tiraderos clandestinos o se tiran en la vía pública, convirtiéndose en refugio de plagas, roedores e insectos vectores de enfermedades, como el Dengue , Chikungunya o Zika , entre otros. Amén que se trata de un material altamente flamable, que cuando se incendia provoca graves intoxicaciones.

Un factor de cambio

Fue en 2011, mientras hacía una investigación para un trabajo escolar, cuando Andrés se percató del enorme vacío que existía en el país en materia de reciclaje de neumáticos.

Así nació su pasión por convertirse en un factor de cambio a favor de la ecología y el medio ambiente. Sin embargo, sabía que materializar ese sueño iba a ser una tarea difícil. Tras un año de investigar todo lo concerniente al reciclaje de llantas, le presentó el proyecto a su hermano en busca de apoyo.

La negativa, lejos de desmotivarlo, lo movió a demostrar que su idea tenia fundamento. “Siempre me ha gustado luchar contra mis miedos. Así que pensé: no sé cómo, pero lo voy a hacer”, confiesa. Y siguió investigando. Dos años después, asistió a la Cámara de Diputados a la promulgación de la Ley de Residuos en la que se tocaron temas de disposición y manejo de neumáticos usados.

Esto le confirmó que debía trabajar en su proyecto para hacerlo realidad. “Fue un abrirme los ojos, cuando dije sí hay alguien que está trabajando en algo de llantas, pero no es suficiente, hay que seguir con ello”, recuerda.

De este modo, se dio cuenta de que si bien existía legislación en cuanto al comercio, manufactura o importación de llantas y regulación en gestión de residuos de manejo especial (en el que se incluyen los neumáticos), no había nada que legislara el desecho.

“Si en México desechamos anualmente 40 millones de llantas y reciclamos tan sólo el 5%, ¿cuánto tiempo tardaríamos en acabarnos las de un año?”, se pregunto?. La situación no es ajena en los países desarrollados. En Alemania, por ejemplo, se recicla entre el 30 y el 40%, y en Estados Unidos un 20%, señala.

Cerrar la cadena de valor

El potencial del negocio es inmenso; no obstante, Andrés no sólo quería convertir su proyecto en una más de las empresas que reutilizaban las llantas usadas para hacer bardas, o sumarse a aquellas que reciclan con procesos químicos (en 2012, el emprendedor contaba a unas 15 personas de Tijuana a Cancún que habían comenzado a trabajar en la materia y a unas 40 a nivel mundial). “Mi objetivo siempre fue claro: quería hacer polvo de llanta, pero con bajas emisiones de carbono y a costos competitivos”, subraya.

La solución era trabajar con maquinaria mecánica ya existente que se empleara para otras tareas y hacerle las adecuaciones necesarias para lograr la meta. En 2012, con $80,000 que le prestó su mamá, Andrés importó una máquina que vendían en Estados Unidos que podía servir para concretar su objetivo. Luego de algunos tropiezos, la pudo ingresar al país y comenzó a trabajar con ella.

“Con un miembro de mi equipo armamos cosas de cartón –y lo seguimos haciendo–, para hacer aditamentos a la maquinaria (que sirve para separar granos de las mazorcas) hasta obtener el producto deseado”, explica. De esta forma, se instaló en un espacio que tenía en una antigua planta de impresión de formas continuas que había fundado su ya fallecido padre en Tultitlán, al norte del Estado de México, y así inició operaciones.

Seis meses después, a mediados de 2013, el emprendedor fundó Trisol, una empresa dedicada a la eliminación de residuos de manejo especial a través de la trituración mecánica de las llantas, que da por resulta- do la separación de sus tres componentes principales: el caucho, la fibra textil y el acero del neumático.

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autor Directora Editorial Emprende y Emprendedor.com. Me motivan las historias de tenacidad e innovación.