



La ruta Wixárika acaba de hacer historia: la UNESCO la inscribió en la Lista del Patrimonio Mundial, convirtiéndola en la primera tradición indígena viva de Latinoamérica en recibir este reconocimiento. Pero, ¿qué tiene esta ruta que la vuelve única en el mundo?
Más que un sendero, la ruta Wixárika es un corredor biocultural de 500 kilómetros que conecta Nayarit, Durango, Jalisco, Zacatecas y San Luis Potosí. Para los wixaritari -conocidos también como huicholes-, recorrerla no es un simple trayecto: es repetir el camino de sus ancestros, honrar a las deidades del maíz, el venado y el peyote, y mantener vivo el equilibrio entre el mundo natural y espiritual.
A lo largo de este recorrido se encuentran 20 puntos sagrados, como Tatei Jaramara en Nayarit, Huaxa Manaka en Durango, Tuapurie en Jalisco, y Huiricuta (o Wirikuta) en San Luis Potosí. Cada sitio representa un momento clave en la cosmovisión wixárika: el origen del sol, la lluvia, la vida y el propio maíz.
La UNESCO destacó que la ruta Wixárika sigue viva: aún se recorre cada año durante las peregrinaciones para pedir cosechas abundantes, salud y equilibrio para la comunidad. En estas travesías, hombres, mujeres y niños portan ofrendas, realizan danzas y entonan cantos en su lengua originaria.
Estas prácticas no son folclor ni espectáculo, pues forman parte de un sistema de saberes transmitido de generación en generación. Cada paso reafirma la relación profunda entre el ser humano y la naturaleza, donde el monte, los manantiales y el peyote se comprenden como deidades que protegen y exigen respeto.
La nominación llega en un momento crucial. La ruta Wixárika enfrenta graves amenazas: la expansión agrícola e industrial, las concesiones mineras y la disminución de peyote silvestre en Wirikuta, sagrado para la cultura wixárika.
Aunque el reconocimiento internacional no resuelve estos problemas de raíz, sí obliga a que los gobiernos y la sociedad pongan atención sobre un patrimonio que no es solo de México, sino del mundo entero.
Con esta inscripción, México suma 36 bienes en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, reafirmándose como el país con más reconocimientos de este tipo en América. Pero más allá de la cifra, la ruta Wixárika representa algo distinto: es la primera vez que se protege oficialmente un camino que sigue vivo, recorrido y celebrado por sus guardianes originales.
Como explicó el INAH, se reconoce no solo la belleza del paisaje, sino “una expresión destacada de la interrelación entre cultura y entorno natural en las prácticas espirituales de los wixaritari”.
El gobierno de México también celebró este lunes la inscripción de la ruta wixárika en el listado de Patrimonio Mundial de la UNESCO.
“Es un acontecimiento muy importante para el pueblo wixárika, para el pueblo de México y además es, no sé si es la primera o por lo menos de las pocas veces que se reconoce un lugar sagrado de los pueblos originarios vivos, no de la historia de las grandes civilizaciones sino lo que significa este lugar sagrado para el pueblo hoy, desde antes y hoy. Es algo muy importante”, señaló la presidenta de México Claudia Sheinbaum.
Mientras los titulares celebran la declaratoria, los peregrinos wixaritari seguirán recorriendo su ruta, portando ofrendas, narrando mitos y hablando con los dioses del viento y la lluvia.
La ruta Wixárika no se entiende sin sus caminantes: hombres y mujeres que, cada año, demuestran que el patrimonio más importante no son las piedras o los paisajes, sino las historias y los rituales que siguen dando sentido a la vida.