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23-08-2022, 1:35:26 PM

Agentes de una revolución corporativa: la iniciativa SPARK

SPARK es un summit creado para líderes tomadores de decisiones en corporativos, intraemprendedores y/o consultores en temas de sustentabilidad. Se celebra el próximo 30 y 31 de agosto del 2022 en el Museo Memoria y Tolerancia en la Ciudad de México.

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¿Por qué las corporaciones deberían fijarse metas ambiciosas de generación de beneficio social? ¿No es ya bastante el que cubran con eficacia necesidades de mercado y la derrama económica derivada, como empleos e impuestos?

¿No es suficiente si contienen las afectaciones colaterales por sus actividades y cumplen con sus obligaciones legales? ¿Está en su razón de ser o es su vocación sumarse a un llamado como el de la red B Corp de “hacer de los negocios una fuerza para el bien” y agentes de cambio hacia una “economía inclusiva, equitativa y regenerativa”?

Las dudas se disipan si salimos de la caja de una concepción estrecha de la misión y aun del interés de la empresa privada. De alguna forma, tomar esa distancia para verla en su contexto y hacerse seriamente ese tipo de preguntas puede ser un paso de madurez corporativa, tomando prestada una sabia frase de Albert Einstein: “Comienza a manifestarse la madurez cuando sentimos que nuestra preocupación por los demás es mayor que la que sentimos por nosotros mismos”.

Hacia ello tiende el compromiso de 2019 para “redefinir el propósito de la empresa” de la Business Roundtable de Estados Unidos, firmado por cerca de 200 directores ejecutivos de grandes corporaciones: por 22 años fue maximizar el rendimiento para los accionistas; ahora debería encuadrarse en el capitalismo de partes interesadas o stakeholders, que Karl Schwab.

El fundador del Foro Económico Mundial lo ha definido, en su esencia, como aquel que incorpora en la misión organizacional la creación de valor a largo plazo para todos los grupos de interés y la sociedad en general, con antecedentes como el modelo empresarial impulsado desde los años 50 y 60 en las socialdemocracias de países escandinavos.

En dichos modelos se perfilaba el reconocimiento de una corresponsabilidad social no sólo como un ideal loable o una concesión a sindicatos, gobiernos o activistas sociales, sino de un destino común, como puede entenderlo, dentro de su diversidad, la tripulación de un barco que enfrenta un riesgo de naufragio.

Como debería ser el caso, a tres años de la declaración de la Business Round Table, con una pandemia que un líder corporativo como Bill Gates acaba de describir como “uno de los mayores reveses de la historia” para la pobreza y la inequidad, con 20 millones de fallecimientos, mortalidad infantil nuevamente al alza, millones de estudiantes que perdieron hasta dos años de aprendizaje.

A la par de la muerte y la destrucción por la guerra en Ucrania, que para el resto del mundo ha significado presiones en el suministro de energía y alimentos, mayor inflación, amenaza de más desnutrición e inestabilidad en países de bajos ingresos, mientras la economía mundial entra en un ciclo de bajo crecimiento y tasas de interés al alza, la política se sumerge en la polarización y el cambio climático y sus efectos se revelan peores a las principales proyecciones científicas.

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SPARK summit

Todo ello está detrás del proyecto sin fines de lucro SPARK, que New Ventures está lanzando junto con IKEA Social Entrepreneurship para fortalecer el ecosistema de impacto y la sustentabilidad en México y América Latina, en este caso de la mano de corporativos.

Lo conceptuamos como un movimiento de promotores de toma de conciencia y cambio de paradigma en las empresas de la región, comenzando con una cumbre, el 30 y 31 de agosto, con la participación de 50 actores corporativos comprometidos con la generación de acciones para generar valor social y ambiental desde sus empresas y como un movimiento.

Capitalismo consciente, inclusivo o de triple resultado o ESG… el nombre es lo de menos. Esa será una tarea para después. Por lo pronto, si de verdad podemos pensar en serio en una revolución corporativa en esos términos, lo que corresponde es pugnar por una renovación en la cultura empresarial, lo mismo que compartir prácticas viables que ya están rindiendo frutos, como el impulso del intraemprendimiento y la conformación de equipos internos de creación de valor social y ambiental.

Igualmente, abordar estrategias y modelos de fortalecimiento de cadenas de valor inclusivas, tanto como esquemas de medición objetiva del desempeño socioambiental para asegurar que haya resultados y no sólo retórica o greenwashing.

Sobre todo, fomentar liderazgos que inspiren y movilicen una verdadera transformación al interior de las organizaciones y en el ámbito corporativo, como sector. De ahí deben salir alianzas y una verdadera red de agentes corporativos que propicie sinergias para desbloquear barreras y escalar proyectos de impacto con la palanca del capital financiero y humano con que cuentan empresas.

En suma, tomar en serio la capacidad revolucionaria de las corporaciones, como un asunto de máxima urgencia ante un mundo con problemas muy serios.

Sir Ronald Cohen, el entrañable pionero de la inversión de impacto, entendida como poner en sintonía el beneficio social con el rendimiento de negocio, suele decir que la idea de hacer mucho dinero para algún día ayudar mucho no es sostenible ante los retos actuales.

En su obra “Sobre el impacto” dice que, en el siglo XIX, los inversores se centraban en la rentabilidad; en el XX, en medir el riesgo y la rentabilidad; en el XXI debemos adoptar un nuevo paradigma de riesgo-rentabilidad-impacto, como una revolución de triple hélice indispensable para la sostenibilidad de la humanidad, tanto como para el capitalismo y las empresas, como vía de renovación para recargarlas de sentido, valor social y ventanas para la innovación y el desarrollo.

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autor Socio fundador de New Ventures México y Adobe Capital.