Se trata de uno de los estados en la población actual. Te damos cinco pasos rápidos para "destacarte" en esta categoría.
En la actualidad, se puede dividir a la mayoría de la población de una ciudad, en cinco categorías:
- Empresario
- Empleado
- Emprendedor
- Desempleado
- Emperdedor
El empresario, pudo iniciar una empresa, comprarla, o simplemente heredarla. Puede tener socios o no, y va en ingresos desde el macro Slim hasta la micro quesadillera.
El empleado es aquel que es contratado por una unidad (persona, consejo, población) que tiene autoridad sobre él. Puede ser director general, portero o presidente de la nación, no importa la calidad del traje: si alguien lo puede correr, es empleado.
El desempleado es aquel que no tiene trabajo, ni como empresario ni como empleado. No hablamos de culpas o voluntad, es simplemente un estado, que si fuera civil equivaldría a estar soltero.
El emprendedor es aquel que empezó algo, “izó las velas”, se aventuró. El imaginario cree que sólo se refiere a gente con lentes de pasta, blazer grueso con jeans, pelo casi rapado de los lados, camisa de cuadros, trabajando con una Mac sobre una mesa gigante de madera, en un coworking de decoración industrial, pero no… va más allá de ese largo cliché. El emprendedor es aquella persona que tiene ímpetu por llevar a cabo sus ideas en beneficio de una causa, ya sea en su propia empresa (incipiente o consolidada) o en una oficina como empleado (Colón era empleado de los reyes católicos, aun así, es considerado el emprendedor por antonomasia).
El emperdedor, que es el que nos compete en esta ocasión, es una categoría aparte que sirve también de calificativo en cualquiera de las otras cuatro categorías. Ojo: no hay que confundirse, no se refiere al que emprende y se equivoca, o al que pierde su capital; eso sigue siendo ser emprendedor (aprendiendo). El emperdedor es el que se conforma; el desempleado quejumbroso, pero que no mejora su entorno; el godinez/político que está cómodo y echa risotadas; el empresario junior que es inútil en un puesto de poder.
¿Cómo ser un “emperdedor”?
Si te interesa ser un emperdedor ejemplar, aquí los cinco pasos para llegar muy rápido a serlo:
1. No hagas nada relevante. Donde estás y como estás, estás bien. Tal vez seas de los que creen en el sistema de castas y piensas que, ya sea como paria o brahmán, tienes un lugar asegurado en este universo, y que por lo tanto moverse, proponer y realizar algo nuevo o diferente, puede perturbar el orden. Mejor come esas migajas o explota a tus esclavos, según lo que corresponda a tu casta.
2. Piensa sólo en ti. Entra a tu oficina altivo sin saludar al vigilante de la entrada o a la señora de limpieza, no apoyes al compañero porque va a brillar él y no tú. No pienses en ninguna oportunidad para mejorar el lugar donde trabajas, esas son payasadas… si siempre ha funcionado bien así como está, ¿pa´que le mueves? (tsss). Tampoco dones dinero o tiempo a ninguna causa benéfica porque sólo es para que los ricos evadan sus impuestos. ¿Pensar en cómo hacer para que los empleados estén mejor? ¡Ja! Novato… la gente es floja y abusiva, si sigues pensando así, te van a comer vivo.
No pienses en ninguna oportunidad para mejorar el lugar donde trabajas, esas son payasadas… / Imagen: Depositphotos.com
3. Culpa a los demás. Tu jefe es un imbécil que no te deja hacer nada; pero no te salgas de ahí porque si no ¿qué van a comer tus hijos? Tienes muchas ideas, pero nadie te hace caso; acállalas y sonríe hipócritamente, algún día todo mejorará mágicamente. El país está peor que nunca y el dólar carísimo; mejor refúgiate en lo seguro, ¿para qué le mueves? (¿no te dije?) La realidad es que sí, efectivamente… en esta vida todo el mundo tiene la culpa de lo que pasa alrededor, tú sabrás si te interesa participar de esa culpa de forma pasiva o activa.
4. Siempre di que no. Es la fórmula para aparentar que no te equivocas y sentirte más seguro. Puedes hacerlo, inclusive, tácitamente (recomendado). Niega cualquier propuesta de mejora, cualquier sugerencia que empleados o clientes te hagan. No busques darle forma a una propuesta porque será desgastante negociar o inclusive sonará fantasiosa, y tú no quieres dar mala imagen. Qué es eso de un chismógrafo con fotos en internet, tonterías… mejor manda ya ese fax, por favor.
5. Déjate llevar por los otros. Camarón que se duerme… ni se entera. Nada mejor que quedarte viviendo tranquilamente en las Islas de Madeira en Portugal. Recuerda que ya te casaste con una mujer rica y fina. Déjate llevar, tu suegro ya te dio chamba … puedes ir y venir a puertos cercanos, relájate. Suelta ese librito ridículo que traes de Los Relatos de viajes de Sir John Mandeville y ese otro del tal Marco Polo, es pura ilusión: la verdad es que ni llegarás a la India… ¿Qué eres tonto o qué Cristóbal? Mejor haz lo que los demás, déjate llevar, te sentirás cobijado y cómodo (al menos hasta que te corran, o tu hermano te quite la empresa, o te divorcies).
Así pues: empleado, empresario, desempleado… piensa sólo en ti, déjate llevar, no hagas nada relevante, culpa a los demás y siempre di que no…. porque esa equivocación de reiterado aprendizaje que se llama emprender, NO te llevará exactamente a donde tú crees y más vale ir a la segura… (a la segura entropía, al caos eventual causado por depender del destino y decisiones de los demás). Por eso y muchas cosas más… empieza hoy, desde ya ¡empierde!
Alejandro Llantada ha sido empleado, desempleado, emprendedor y empresario. Actualmente es consultor, conferencista y autor de El Libro Negro de la Persuasión .