



La oratoria y el hablar en público se han vuelto necesarias como cualquier competencia laboral que se precie.
Las empresas buscan personas que sepan comunicarse, expresar sus ideas, contar claramente lo que hace, escribir un e-mail y un mensaje de texto con poder de síntesis, economía de palabras, y estructura conceptual totalmente entendible.
Las consultoras en reclutamiento de personal indican que actualmente está entre las 5 habilidades requeridas para cualquier empleo a nivel mundial.
Por si no te diste cuenta, la oratoria no es sólo hablar y hablar, sino que se requiere de un proceso de preparación para comunicar eficazmente los mensajes.
Desde hace años me dedico al tema, dando conferencias en 18 países y entrenando a miles de personas, especialmente en el mundo corporativo, para que hagan de sus mensajes un arte.
Como inspiración, comparto estas 21 frases que tengo siempre presentes, y que sé que te ayudarán a reflexionar y pensar. He agregado unas breves palabras con herramientas técnicas para mejorar tus presentaciones.
El mensaje breve llega mejor. Divide tu presentación en tramos cortos, y enlázalos apropiadamente: así, el público no se sentirá abrumado ni aburrido.
La autenticidad de quien expone es directamente proporcional a la credibilidad que genere. No actúes un personaje: se tú, con los aspectos de técnica que correspondan. Pero jamás te disfraces de algo que no eres al hablar en público. Si lo haces, la gente sentirá que eres un impostor o impostora.
Prepara tu presentación. Redúcela a la mitad. Y luego nuevamente a la mitad: esa es la presentación ideal para tu público, sea cual sea el tema que presentes.
El poder de síntesis es una de las herramientas fundamentales para hablar en público. Piensa, reduce, elimina, y así quedará sólo la esencia del mensaje.
La congruencia que percibe el público entre el lenguaje verbal, y lo no verbal determinan la credibilidad al presentar en público.
La disposición corporal y anímica al hablar en público (además del conocimiento del tema) son determinantes para el impacto que lograrás en el público. Si te perciben con abatimiento, tristeza y poca confianza interior, el público responderá en consecuencia. Si te ven con energía y seguridad, le darán más crédito a tu mensaje y a tu reputación.
La brevedad te garantiza que te escucharán con atención. Cuanto más corto, más preparación necesitas. Porque es más sencillo hablar horas, que hablar dos minutos y persuadir positivamente.
La palabra te eleva o te hunde; es por eso por lo que necesitas responsabilizarte totalmente por lo que dices y por la forma que lo dices.
Por más conocimiento que tengas, si no sabes cómo transmitirlo apropiadamente te perderás cientos de oportunidades. No se trata sólo de hablar, sino de hablar con sentido y propiedad.
Para improvisar debes saber, y para saber, debes prepararte una y otra vez, hasta adquirir la destreza de poder improvisar.
Gladwell, gran pensador contemporáneo, condensa en pocas palabras el objetivo central de la oratoria. Logrando esto, ya tienes gran parte del camino allanado.
En la oratoria, el contenido es tan importante como la forma; aunque si el mensaje no ayuda a las personas en algo concreto, se reduce a algo vacío y sin sentido.
Puedes ser la persona más inteligente del mundo, aunque si no sabes comunicar, todo eso que sabes no trasciende. El reto es que lo compartas y lo expandas: hay millones de personas que quieren escuchar tu voz y tu mensaje.
Los fallos al hablar se producen por no pensar lo que quieres decir. En oratoria el acto de pensar, preparar, ensayar y, recién luego, exponer ante el público, es más importante que el mismo contenido.
La frase contiene una dosis de ironía: no es que el mensaje no sea importante; sólo que tienes que saber que el 90% de la comunicación humana, aproximadamente, NO es lo que dices, sino cómo lo dices, cómo comunica tu cuerpo, y las percepciones y emociones que generas en el público.
Mi maestro John Maxwell dice, y realmente sé que es así, “Muchos comunican, pocos conectan”. Si tu presentación es hueca, llena de palabrerío poco convincente, las personas tendrán una sensación de vacío. Y esto sucede porque ni tú estás convencido. Fíjate siempre un objetivo claro y contundente para tu exposición, y en cada tramo de lo que vayas a presentar. Sostenlo, arguméntalo y estructúralo con su inicio, nudo y final: este es un formato sencillo que jamás falla.
No aspires a la perfección al dar un discurso o presentación, porque la perfección no existe en el plano humano. Aspira a la excelencia, y hazlo tan bien, que ni las personas (ni tú) sabrán cómo lo haces… Pero lo haces.
Muchos cometen el error de hablar para ellos mismos, sin pensar en el público. El diseño de cualquier presentación se debe hacer exclusivamente pensando en el público, en su léxico, en su nivel, en sus palabras. Y luego adaptas lo que quieres decir a esos códigos. No es al revés.
¿Para qué vas a hablar con palabras rebuscadas? ¿Para lucirte, para dejar contento a tu ego, o para pretender sabiduría? El mejor mensaje es el que se entiende y el que conecta emocionalmente con el público.
Nos sucede hasta a los profesionales. No conozco ninguna persona que no sienta una leve inquietud al hablar en público: es sano y razonable que así sea. Habla de tu responsabilidad al salir a escena y comunicar. Acéptalo, trabájalo y supéralo.
21.- “De acuerdo con la mayoría de los estudios, el mayor temor de la gente es hablar en público, el segundo, la muerte (…) Por eso, si tiene que ir a un entierro es mejor que lo haga en un ataúd a que sea el encargado de hablar en el funeral”.- Jerry Seinfeld
El humorista norteamericano se refiere así al miedo que padece el 75% de la población mundial: la glosofobia. Se puede sentir en distintos grados: desde leve a muy aguda. La buena noticia es que el mejor antídoto es gratis: la práctica continuada.