



Cuando a inicios de siglo las TED Talks reinventó la manera en que compartimos y consumimos historias, se convirtió en un éxito casi instantáneo, conectando con millones de personas en todo el mundo, y poniendo de manifiesto una verdad que parecía oculta: que la humanidad tiene siempre hambre de grandes historias, de personajes y de inspiración.
TED descansa sobre la noción de que todas las personas (no solo los “comunicadores profesionales”) tienen una historia que vale la pena compartir. Todas las Charlas TED siguen un formato preestablecido que es muy específico en términos formales (duración y formato) y se apegan a las diez reglas de TED , conocidas informalmente como los “TED commandments” o los “mandamientos TED”.
Estos “mandamientos” son entregados a todos los participantes de las TED Talks, y tienen como objetivo lograr que cada charla sea tan valiosa como inolvidable.
No es momento para pensar en pequeño, sino para intentar crear la mejor charla que puedas dar en tu vida; la más potente; la más importante. Si pudieras dejar al mundo una sola cosa… ¿qué le dejarías?
Esta primera pregunta puede ser, por sí misma, paralizante. Todos tenemos algo que decir, pero TED Talks no es la hora de los novatos o los improvisados, sino un proyecto exigente que tiene como objetivo cambiar al mundo, mejorar la vida de las personas e inspirar a miles ¿Estás dispuesto?
Seres humanos hablando a seres humanos. No superhéroes, ni mega genios, ni potentados perfectos, ni modelos impecables. Seres humanos con sueños y logros, pero también con faltas, caídas, miedos y complejos. Y, por supuesto, con una historia.
No es sencillo abrir el alma frente a un público desconocido. Pero escucha: es la única forma.
Es verdad que el público quiere hablar de los grandes temas (la felicidad, la vida, el éxito, la derrota) y que estos temas pueden ser complejos y retadores.
Un buen speaker sabe hablar de temas complejos en términos sencillos y universales. Lo más probable es que en el público haya hombres y mujeres, jóvenes y adultos, de distintos entornos y profesiones. No te preocupes por “parecer” un experto, sino en conectar.
La mejor forma de conectar con tu público (con cualquier público, en cualquier momento) es a través de sus emociones. Las emociones son nuestra primera línea de defensa contra el universo, y son las que nos mueven a la acción.
La mejor forma de hablar el lenguaje de las emociones es contar historias: memorables, divertidas, tristes y motivantes. Hagas lo que hagas, no te bajes del escenario sin haber removido el corazón de tu público. ¡Haz que rían, haz que lloren, haz que se enojen! Haz lo que quieras, pero haz que se muevan.
Todos tenemos historias de triunfo e historias de derrota; momentos buenos y malos. Al estar frente a un público es sencillo caer en la tentación de hacer hincapié e inflar nuestras propias victorias para aparecer más sabios, más ricos, más guapos y más brillantes.
¡Cuidado! El público lee las trampas del ego con mucha facilidad. Si es verdad que buscan modelos a seguir, también es verdad que desean honestidad, franqueza y transparencia.
Tampoco te tires al piso; pero trata de que el protagonista de la historia sea la lucha, no el luchador.
Esta es una de las pocas reglas que son absolutas y no tienen excepción. Las Charlas TED (y las conferencias en general) se tornan vulgares y cansinas cuando el orador se dedica a vender su libro, su CD o su producto.
Hay momentos y lugares para vender; y no tiene nada de malo. El escenario TED no es espacio para un infomercial ni tu proyecto de inversión multinivel.
Las Charlas TED son un ecosistema, un universo de apertura al diálogo, y eso debe sentirse en la capacidad de los ponentes para hablar entre sí, para disentir y para debatir de manera respetuosa y dentro las reglas que el formato permite.
No solo las más famosas, sino también aquellas que tratan de temas concretos y que han encontrado sus respectivos nichos. Mantén abierta la conversación.
El formato TED es moderno, abierto e informal, sin atriles de por medio, sin corbatas forzosas y sin jueces. El objetivo es tener una charla confiada y real entre los conferenciantes y el público.
Por la misma razón, TED no recomienda leer un discurso ni permite usar telepromter; ninguna de estas cosas es natural a una conversación informal de amigos. Leer el discurso es una de las formas más sencillas de perder la atención del público,
Algunas notas, quizás; y tal vez el power point. Pero no más. Mantenlo real.
Las Charlas TED tienen una duración máxima de 18 minutos, y casi siempre duran menos que eso. Aunque la exactitud de la regla ha tenido su debate (¿por qué no 17? ¿por qué no 19?), la verdad es que la noción prevalente es que 18 minutos es un tiempo más que suficiente para contar una gran historia y entregar una gran idea.
Las conferencias interminables de 3 horas dan paso a las charlas breves y de alto impacto. ¡Aprovecha cada segundo! Y por favor, respeta al auditorio y a los demás ponentes: nunca te pases del tiempo previsto.
Si entendemos la razón del noveno mandamiento, el décimo no es sino un corolario natural: el escenario implica respeto, y no hay nada más importante que respetar el tiempo y la paciencia de tu auditorio.
No solo en una TED Talk, sino en cualquier ocasión en que tomes el micrófono, la regla es absoluta: no te pares sin saber lo que vas a decir, y cómo lo vas a decir. Es doloroso escuchar a una persona balbucear e irse por las ramas mientras inevitablemente se piensa… “por Dios, que ya se calle”.
Este es el asunto con las reglas: Los ignorantes las rompen. Los expertos las dominan. Los genios, las superan.
Los TED Commandments garantizan un piso, un estándar mínimo para entregar una gran charla. Pero existen algunas charlas y algunos ponentes que van mucho más allá, y que rompen las reglas y superan las expectativas para convertirse en legendarias.
De ellas hablaremos la semana entrante. Los límites del storytelling están aún por descubrirse.