Anunciado por la extinta compañía mexicana Ensueño como "el robot con personalidad", esta maquinita que marcó a miles de niños mexicanos.
Quienes fuimos niños en la década del 80, recordamos bien al Robot 2-XL. Lo anunciaban sobre todo en el programa En Familia Con Chabelo, causando furor en los infantes de la época. ¿La razón? Daba la impresión de que en verdad nos escuchaba e interactuaba con nosotros.
Y aunque muchos se quedaron con la idea de que era un producto mexicano, pues lo comercializaba la extinta fábrica nacional de juguetes Ensueño, la realidad es que había sido un invento del estadounidense Michael Freeman, especializado en el análisis de tendencias y sistemas avanzados de programación de juguetes inteligentes.
Robot 2-XL, un clásico de En Familia con Chabelo
Como fuera el 2-XL se arraigó a los niños mexicanos de la década del 80 y parte del 90. Primero, porque como ya se dijo, lo anunciaba Chabelo en su programa matutino, luego porque para su edición mexicana tenía la voz del carismático actor y comediante Jorge Arvizu, conocido como «El Tata», dándole un tono cálido y amigable que resonó en la infancia.
La apariencia del robot era sencilla pero encantadora. Con un cuerpo marrón, dos pequeñas bombillas en su cabeza que se iluminaban al hablar, y una serie de botones y perillas en su «estómago», el diseño era accesible y fácil de usar.
El Robot 2-XL funcionaba con cartuchos que vendían en Liverpool
El 2-XL funcionaba con cartuchos de 8-track (que entonces se vendían en tiendas de prestigio como SEARS o Liverpool) que incluían cuentos, chistes, historias y juegos de preguntas y respuestas.
El usuario interactuaba a través de tres botones frontales, «A», «B» o «C». Si la respuesta era correcta, el robot lo celebraba; de equivocarse, se reía del error. Este sistema de interacción hizo que aprender con 2-XL fuera tan divertido como educativo.
La fantasía de estar ante inteligencia artificial en la década del 80
Más de 40 años han pasado desde la llegada del 2-XL a México y su existencia todavía sale en conversaciones entre amigos o familiares, porque aunque no poseía inteligencia artificial, su ingenioso diseño de reproducción de pistas hacía que pareciera que en verdad estábamos una tecnología autónoma.