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Las costas de Acapulco viven días complicados. El fenómeno del mar de fondo, con olas de hasta tres metros y lluvias constantes, ha provocado una caída de hasta 40% en las ventas de restaurantes en zonas como Pie de la Cuesta, Revolcadero y Playa Bonfil.
Empresarios y trabajadores han tenido que resguardar su mobiliario y enfrentar daños estructurales en sus negocios, mientras el turismo se reduce y la erosión avanza. Las alertas meteorológicas y el temor de los visitantes han vaciado las playas, y algunos restauranteros temen no llegar a la próxima temporada alta si la situación no mejora.
Pese a que la ocupación hotelera ronda el 70%, la franja de arena desaparece y los daños materiales se acumulan, dejando en evidencia la vulnerabilidad del sector turístico ante los embates de la naturaleza.
La tormenta tropical Bárbara y el mar de fondo han dejado a los restauranteros de Acapulco con ventas flojas y playas vacías. Nely Mejía, líder de los empresarios en Pie de la Cuesta, relató para El Sol de Acapulco que las ventas cayeron entre un 20 y 40%.
El miedo a las lluvias y el oleaje, reforzado por alertas oficiales, hizo que muchos turistas decidieran regresar antes de tiempo a sus lugares de origen. Freed Pérez, cocinero tradicional, menciona que el mar sube y la arena se socava, impidiendo incluso la venta de alimentos en la playa.
Las imágenes de restaurantes vacíos y mobiliario retirado se repiten en Bonfil y Revolcadero, donde la falta de clientes se suma al temor de que el oleaje siga aumentando.
El mar de fondo no solo ahuyenta turistas, también destruye negocios. En Playa Bonfil, ya suman cinco restaurantes con estructuras colapsadas. El restaurante Gaviotas II perdió una barda frontal de más de diez metros y parte de su terraza, con pérdidas estimadas en más de un millón y medio de pesos.
Sergio Mejía Vargas, propietario y ex presidente del sector, señaló para el medio El Sur https://suracapulco.mx/impreso/5/colapsa-en-playa-bonfil-otro-restaurante-por-el-oleaje-del-mar-de-fondo-ya-suman-cinco/ que las olas han golpeado sin descanso durante más de un mes, debilitando cimientos y arrasando con el trabajo de años. Piscinas, cocinas y muros han sido dañados en más de 40 negocios, que ahora dependen de improvisadas barreras de piedras para proteger lo que queda de sus locales.
El riesgo de perderlo todo es real, y la incertidumbre crece entre quienes dependen del turismo para sobrevivir. Ante la emergencia, los restauranteros han recurrido a soluciones rápidas: vaciar piedras para reforzar cimientos y retirar todo lo susceptible a ser arrastrado por el mar.
Protección Civil ha realizado inspecciones, pero la ayuda federal aún no llega. Los empresarios esperan la visita de autoridades de turismo para gestionar apoyos que les permitan resistir hasta la próxima temporada alta. La Capitanía de Puerto ha exhortado a evitar actividades en la franja de arena, mientras la comunidad turística se mantiene en alerta.
Paradójicamente, los hoteles de Acapulco reportan una ocupación del 70.8% este fin de semana. Los turistas, aunque disfrutan de las albercas y áreas comunes, han recibido la recomendación de no ingresar a las playas por seguridad. En la zona Diamante, la ocupación alcanza el 66.3%, mientras que en la Dorada llega al 76.1%.
A pesar de la afluencia en los hoteles, la actividad en restaurantes y negocios de playa se encuentra en crisis. El fenómeno de mar de fondo ha evidenciado la fragilidad de la economía turística local, que depende tanto del clima como del flujo constante de visitantes.
El mar de fondo y las lluvias han dejado una huella profunda en los negocios turísticos de Acapulco. Mientras la ocupación hotelera ofrece un respiro, los restauranteros luchan por salvar sus patrimonios y piden apoyo urgente. El reto es grande y el futuro, incierto, pero la resiliencia y el trabajo conjunto serán clave para superar esta crisis y prepararse ante los desafíos que trae el cambio climático.