



En un mundo empresarial donde se habla constantemente de innovación, crecimiento y rentabilidad, a menudo se olvida lo esencial: las personas y el poder de las redes de apoyo. Mariana Arreola Begné, directora de Capital Humano en INTERprotección es enfática: “El talento no es un gasto, es una inversión. La gente es una inversión”.
Mariana participó en la séptima edición del Women Economic Forum Iberoamérica, celebrado el 20 y 21 de marzo pasados en el hotel Camino Real de la Ciudad de México. Ahí dictó una conferencia La mujer en la cultura laboral: El poder de las redes de apoyo, en la que no solo compartió ideas prácticas para impulsar el talento desde las organizaciones, sino también estrategias para hacer la diferencia desde nuestra posición como mujeres y líderes.
Mariana comenzó su carrera en marketing. Un día, su jefe la llamó para ofrecerle una dirección inesperada: “Quiero que seas mi directora de Capital Humano”, le dijo. Ella no tenía experiencia en el área, pero él sí tenía la certeza: “Sí puedes”, afirmó.
Mariana recuerda: “Seguramente puse cara de terror, pero él me vio con tanta confianza que me pregunté: ‘¿por qué estoy dudando de mí, si él me lo está diciendo tan convencido?’”.
Ese fue un “masazo” que rompió uno de sus primeros techos de cristal. Hoy, después de 10 años en el cargo, afirma que fue una de las decisiones más acertadas de su vida.
“Yo tuve un líder que confió en mí. También tuve un sponsor, he tenido role models que admiro, y tribus, dentro y fuera de la empresa, que me sostienen y me empujan”, comenta.
Este tipo de cultura, donde se construyen redes de apoyo reales, es lo que propone para todas las organizaciones, sin importar su tamaño.
Mariana asegura que todas las personas tienen una habilidad natural que, si se identifica y desarrolla, puede transformar a una empresa.
“Todos tenemos un superpoder. Puede ser conectar ideas, estructurar procesos, vender, escuchar, resolver problemas. El rol del líder es observar y descubrir eso”, Mariana Arreola Begné, directora de Capital Humano en INTERprotección.
No se trata solo de evaluaciones de desempeño o pruebas psicométricas. Se puede empezar con algo tan sencillo como un ejercicio de autoconocimiento: hacer un collage, un video, una presentación sobre quién eres y qué te mueve puede revelar mucho más.
“Lo más importante es colocar a la gente correcta en el lugar correcto. Y que cada quien pueda dedicar más tiempo a su talento que a sus carencias. Porque lo que te va a volar es tu talento”, asegura la directiva.
Muchas empresas, especialmente tras la pandemia, vieron cómo personas operativas pasaron a roles de liderazgo sin preparación previa. Esto representa un reto, pero también una oportunidad.
“El talento necesita acompañamiento. No crece solo”, advierte. “Hay que formar a esos nuevos líderes, darles herramientas, escucharlos, guiarlos. No se trata de que vayan solos, se trata de caminar con ellos”.
Esta cercanía es mucho más factible en empresas pequeñas, donde los equipos se conocen y el contacto es directo. El desafío es dedicar tiempo y voluntad para que cada persona tenga la oportunidad de crecer con propósito.
Mariana habla de diversidad en el trabajo, pero aclara que se debe ver desde un sentido amplio: “La diversidad no solo es género. Es estilo, habilidades, formas de pensar. Tener equipos diversos es una inversión. Las empresas con equipos diversos resuelven más y ganan más”.
En lugar de buscar “perfiles perfectos”, propone construir equipos complementarios. Un creativo necesita a alguien estructurado. Un comercial puede brillar más si trabaja junto a alguien que aterriza ideas. “La riqueza está en las diferencias”, insiste.
La directiva abordó el tema de los techos de cristal. No solo los ajenos, también los propios. “Todos tenemos techos de cristal. Algunos son estructurales, otros culturales, y muchos son personales: ideas que nos creímos porque las escuchamos toda la vida”.
Por eso invita a romperlos, aunque duela, aunque dé miedo: “No siempre sabes qué tan grueso es un techo de cristal… hasta que lo rompes. A veces, solo hace falta una palabra, un comentario, una mirada que te diga ‘sí puedes’ para que te animes a dar el paso”.
Y subraya la importancia de las redes de apoyo. “Yo tengo tribus que me sostienen. Mi esposo, por ejemplo, no me ‘ayuda’ en la casa. Llevamos la casa juntos. Eso me permite dedicarme a lo que me mueve. Tener un espacio profesional sin culpa”.
De esta manera invita a todos, sin importar su cargo, a ser parte activa de una cultura de cambio: “No tienes que ser líder o tener un rol ejecutivo para hacer la diferencia. Puedes ser el comentario que motive a alguien a romper un techo de cristal. Puedes ser un mentor, un sponsor, un modelo a seguir para alguien más”.
No hay fórmulas mágicas. Lo que hay son decisiones estratégicas. Apostar por las personas es una de ellas. “Las empresas no crecen porque el fundador lo soñó. Crecen porque la gente que está dentro crece. Porque se acompaña, se empuja, se le da espacio para desarrollar su talento”, afirma Mariana.
Y finaliza: “No importa si eres una empresa grande o una que apenas está creciendo. Si inviertes en tu gente, si creas una cultura de apoyo, si formas líderes y observas los superpoderes de tu equipo, vas a crecer. No hay de otra”.