Desde 2020, México y América Latina están viviendo un florecimiento en emprendimiento y algo que también podemos llamar “la fiebre de los unicornios”. En nuestro país, seis empresas ya lo lograron y muchas otras sueñan con entrar en este Olimpo, para estar entre los dioses. Sin duda, estos últimos cuatro años han sido un momento dorado para varios emprendedores de la región, gracias al cual Latinoamérica ya cuenta con su “club de los 36”.
Esto que es algo inaudito en la historia del emprendimiento latinoamericano, según los expertos, es una ventana de oportunidad que se podría cerrar en los próximos dos años.
Son startups tecnológicas que comparten las siguientes características: ninguna supera la edad de 10 años desde su constitución, todas son disruptivas, demostraron un crecimiento rápido y lograron el capital privado suficiente para alcanzar una valoración de 1,000 millones de dólares, para poder seguir expandiéndose a más mercados.
Muchos emprendedores se preguntan: ¿cuál es “la receta” para lograr esas valoraciones y atraer el capital necesario para convertirse en un unicornio? Otros miran con cierta desconfianza este fenómeno, sospechando que pueda ser una burbuja, como en los años 2000 con las dotcom, donde las valoraciones no eran proporcionales con los estados financieros de las empresas tecnológicas. No obstante, como diría cualquier chef reconocido con estrellas Michelin, “no es una cuestión de receta, sino más bien de ingredientes”, además de algo de inspiración y de mucha transpiración, como todo en innovación.
Lo que los grandes fondos buscan para tocar con su varita mágica a una startup e invertir en ella para convertirla en un unicornio, son las cuatro “T” en inglés: Equipo (Team), Tecnología (Technology), Experiencia (Track-Record) y Temporalidad (Timing).
Haciendo un símil con un automóvil, los fondos ven la tecnología como el volante del coche que te lleva a un destino más ambicioso. Por ello, lo primero que analizan es si el equipo (Team) conoce cómo funciona esa tecnología y saben dirigirla hacia un mercado más grande para escalar su negocio. Es muy diferente liderar un negocio digital de uno tradicional. Son animales distintos. Es como domar a un tigre o a un caballo. En el fondo es domar, pero con habilidades, técnicas, herramientas y talento diferentes.
En segundo lugar, analizan la propia tecnología de la startup: el motor del coche. ¿Puede correr a 500 Km/h o solo a 100 Km/h? ¿Cuán lejos puede llevar a la empresa? Por eso las startups deben invertir en tecnología y en talento. Son sus principales materias primas, además de la pasión y resiliencia para alcanzar sus objetivos.
En tercer lugar, los fondos internacionales analizan el recorrido de esa startup (Track-Record). Si han logrado superar las primeras rondas de inversión, quiénes son sus accionistas, cómo es su consejo y, principalmente, si han logrado crecer mucho (y digo mucho…) en usuarios activos y en clientes en poco tiempo. Tener un buen equipo y una buena base tecnológica sin un crecimiento rápido es señal de que el equipo no ha sabido llevar al coche a destinos lejanos.
Por último, y no menos importante está el “Timing”, el momentum: ¿Es un buen momento para invertir en este mercado, en este país, en esta empresa? La regulación vigente permite crecer? ¿Cómo está el mercado competitivo en este sector, en este momento y sus tendencias?
Por lo tanto, si tu startup tiene estos cuatro ingredientes y cuenta un buen “chef”, está más cerca de la receta del unicornio. En tiempos de disrupción, la rapidez en escalar tu negocio es el nombre del plato fuerte. Lo demás, son botanas y postres.
