Uno de los motivos, sino el más frecuente, por el que algunas marcas, empresas o equipos se acercan para solicitar mis servicios como entrenadora de mentalidad es: “las ventas están muy bajas”, o algo en este sentido: gente de ventas en modo apático, negocios acartonados, estancamiento del personal, etc. Generalmente esperan que la solución esté en sus prácticas de ventas, pero nunca es así.
Como mindset coach, lo primero en lo que reto a mis clientes es en su propósito ¿Quiénes son y para qué hacen lo que hacen? Porque yo apoyo a elevar la mentalidad de las empresas, marcas, equipos u organizaciones -y de quienes están detrás de ellas- para que entonces los resultados sean los esperados. No al revés. Se trata de enfocarse en el centro de la marca o empresa y entender que afuera se mueve si tienes bien claro quién eres, cuál es tu contribución y cuál es tu mensaje.
Así que si eres dueño o head de un equipo, empresa, marca, negocio, etc. Lo primero que me gustaría decirte es: deja de creer que mover lo mecánico hará una diferencia. Ve hacia adentro, pon atención a quién eres, establece tu mensaje, construye tu comunidad y mantente leal a tus pilares. Lo mismo para emprender o resucitar un negocio. Todo parte del centro: inspira y conecta con tus clientes para que se queden contigo y para atraer nuevos. Nunca se ha tratado de convencer y mucho menos de vender, esto es sólo la consecuencia de tener claridad en todo lo anterior.
Lo único que va a crear nuevos clientes y a asegurar su lealtad es que se sientan conectados a ti y a tu mensaje.
No, no puedes hacerlo todo ni cubrir las necesidades de “todos los clientes”. Ser parte de cada tendencia no siempre es la mejor estrategia. Enfócate en lo que sabes hacer y hazlo bien; sobre todo, haz lo que haga sentido con tu marca, empresa o negocio.
Otro error común en la ejecución de un emprendimiento o negocio es creer que debes (como obligación) venderle a la mayor cantidad de personas posible. Cuando tienes claro quién eres y hacia dónde vas tu atención está en construir tu comunidad y crear tu propia tribu a la que le hables y quienes conecten contigo.
Acaparar a “todos” sólo da hacia afuera un mensaje extraño de indecisión. El que mucho abarca poco aprieta, dice un popular refrán.
Concéntrate en mantener a quienes ya están contigo, y eso sólo se logra cuando la gente confía en ti, te respeta, y por lo tanto, te es fiel sin importar la competencia.
Afuera hay muchos más haciendo lo que tú haces, y está bien. Eso sólo indica que la demanda es grande y la oferta puede aprovechar esta oportunidad para diferenciarse y ofrecer algo novedoso a los posibles clientes.
Un emprendedor, dueño de un negocio o líder de una empresa con mentalidad abundante ve a la competencia como el parámetro para mejorarse a sí mismo, no como un enemigo con el que hay que terminar. Competir para “ganarle” a otros sólo hará que tu columna vertebral se tambalee: la única competencia es de ti contigo. Cómo lo haces mejor tú, cómo elevas quién eres, cómo ofreces otra solución, etc.
Simon Sinek, uno de mis máximos referentes en temas de propósito en los negocios, señala que la elección de competir es válida si se hace para contar con quien él llama un ‘rival valioso’, que no es más que la representación de una figura que nos acerque a nuestra propia mejora. Veo en ese rival lo que puedo hacer mejor yo, no para quitarlo del camino, sino para evolucionar mis propias estrategias, medios de contacto, servicio o producto, maneras de conectar con mi comunidad, etc.
Lo que haces es tuyo, pero está al servicio de los demás; por lo tanto, escucha a tus clientes y a tu comunidad. Se trata de evolucionar con ellos siendo fiel a ti.
Puedes explorarlo todo -nuevos canales de venta, nueva imagen, otros recursos, nuevos productos, etc. – pero con tu centro sólido y bien claro.
En este punto, hay algo que he notado en los clientes a los que entreno, y es que viven en una constante ansiedad por “no dejar ir la venta”. Me gustaría compartirte que esto es un claro signo de una mentalidad escasa: los clientes ‘no se acaban’, y buscar retenerlos a toda costa movidos por este temor es lo que te mantiene en esa ansiedad y contamina tu empresa o negocio. Una persona con mentalidad abundante sabe que los clientes llegarán y se quedarán porque hacen match con el mensaje de la marca y conectan con su personalidad. Por ello es tan importante trabajar en lo que haces, pero sobre todo, en quién eres.
Te doy un ejemplo personal. Como entrenadora de mentalidad, hacia afuera pareciera que ‘vendo’ talleres, masterclasses, conferencias o entrenamientos. Pero a lo largo de estos años como profesional en este ámbito he desarrollado un contexto en el que cada persona que llega o se acerca a mi espacio aprende y se apega a las reglas del juego: yo entreno personas para elevar su mentalidad, no vendo servicios de coaching; por lo tanto, todo es parte del entrenamiento: cómo te inscribes, cómo te comunicas, cómo llegas al entrenamiento. No me interesa ocupar los lugares: quiero que la gente entienda el juego del entrenamiento que empieza mucho antes de llegar a él. Quiero que, al final, cada persona salga diciendo: aprendí a ver las cosas de otra manera, a comunicarme diferente y con el sentido de mi marca bien claro.
Hoy te invito a preguntarte quién eres y qué quieres como marca, empresa o negocio, ¿más clientes o clientes leales? Puedes enfocarte en volumen y crear descuentos, ofertas, promociones, etc., pero eso no es lo que hará que la gente se quede contigo. Practica inspirar a tu comunidad; practica servir a los demás desde tu esencia y practica conectar con la gente desde la claridad de tu mensaje.
Piensa en todas las marcas que respetas en las que no hay descuentos y no son precisamente económicas, ¿por qué te sientes cercano a ellas? Ese es tu objetivo.
