Reinversión e innovación constante, además de la elección del socio correcto, han sido las claves para la expansión de esta productora de frituras.
Dice el dicho que más vale pedir perdón que pedir permiso, y a sus 20 años, José Antonio López Espinosa lo aplicó en los negocios. “Siempre he sido muy aventado”, admite. Su historia como emprendedor arrancó hace cuatro años, cuando decidió vender unos cacahuates que había preparado en su casa durante un partido de futbol americano que se realizaba en su universidad.
Así nació Pepewates, un negocio establecido en Saltillo, Coahuila, que hoy produce y comercializa más de 30 toneladas mensuales de cacahuates, papas y frituras. Con 78 productos en el mercado, esta pequeña em-presa va ganando la preferencia entre los consumidores del noreste del país. Además, este año ganó el segundo lugar de la V edición del Premio al Estudiante Emprendedor que organiza Entrepreneurs’ Organization en México.
Según la Encuesta Nacional de Valores de la Juventud, del Instituto Mexicano de la Juventud (Injuve), sólo el 16% de los jóvenes ha tratado de iniciar una empresa propia y sólo la mitad ha podido concretarlo. José Antonio es parte de este reducido número de emprendedores exitosos. Su modelo de negocio se gestó mientras estudiaba con una beca el cuarto semestre de la licenciatura en Ingeniería Industrial en el Tecnológico de Monterrey, campus Saltillo.
“No tenía conocimientos para emprender, pero era muy práctico. Y aunque mis compañeros me hacían burla y me decían que me pusiera a estudiar, siempre saqué adelante mi negocio”, recuerda. De hecho, José Antonio fue el único miembro de su generación que concluyó la carrera con una empresa funcionando.
Influenciado por un negocio familiar, el emprendedor aprendió desde chico el arte de las ventas, comercializando desde manzanas y queso, hasta celulares. Además tenía un especial gusto por la botana, con la que hacía mezclas.
Su inversión inicial fue de $500 para comprar 10 kilos de cacahuate y 100 vasitos (que preparó en su casa). “Me fui con una canasta al partido y cuando todos los vasitos se vendieron me di cuenta de que sí podía ser un negocio propio. Y mi mercado potencial: los jóvenes y la comunidad estudiantil”.
El siguiente paso fue negociar con la cafetería de su universidad y algunas preparatorias locales. Su botana fue bien recibida: a la gente le gustó el concepto de un producto regional y artesanal, que no era altamente industrializado ni saturado de conservadores. Además, su presentación en vaso con cucharita y tapa, facilitó su consumo. “Fue uno de los valores agregados que detonó el crecimiento de la empresa”, sostiene.
En los primeros seis meses de operación, el negocio incrementó sus ventas de 10kg a 200 kg por semana. En 2012, comenzó a vender sus productos en la red de cafeterías del Tecnológico de Monterrey ubicadas en Nuevo León y otras 20 escuelas. Entonces el emprendedor rentó una bodega y decidió incubarse para formalizar su empresa. Adicionalmente, registró su marca ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI).
“El negocio de la botana es muy noble y no necesita de una inversión muy grande para iniciar. En el norte del país hay mucho consumo de cerveza, que impulsa sus ventas; pero el secreto ha sido la reinversión”, aclara.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el mercado nacional del snack frito tiene un valor de $62,758 millones y una producción anual de 22,558 toneladas.
Con el ánimo de ganar más mercado, hace tres años José Antonio no dudó en aceptar un socio inversionista: el conductor y productor Omar Chaparro, a quien conoció en una conferencia. Así los puntos de venta se multiplicaron, hasta sumar 85.
En septiembre de 2013, Pepewates entró a Walmart, para lo que tuvo que desarrollar un vaso comercial de mayor capacidad (de 275 gramos). Tras los buenos resultados, lo buscó Soriana. “Las cadenas comerciales nos dan presencia de marca, aunque no la liquidez deseada”, reconoce.
Para enfrentar los nuevos retos, ese mismo año Pepewates adquirió una planta, por lo que también se convirtió en una procesadora de alimentos. Los resultados fueron buenos: sus ventas aumentaron un 500 por ciento.
El mercado externo
Las instalaciones actuales permiten aumentar la capacidad de producción en un 60%. Por lo tanto, los socios buscan una inyección de capital de entre $4 y $5 millones para iniciar, en un par de meses, un proyecto de exportación. “Tendríamos que duplicar el número de máquinas”, adelanta.
Las exportaciones se realizarían hacia Estados Unidos, donde Pepewates tiene acuerdos con comercializadoras en Chicago, Texas y Los Ángeles. También hay planes para llegar a Bolivia y China. De acuerdo con el emprendedor, “el mercado mexicano castiga mucho a la hora de los precios”.
Mientras tanto, Pepewates sigue posicionándose en Chihuahua, Coahuila, Nuevo León , Zacatecas y San Luis Potosí. Otra gran apuesta de José Antonio para 2015 es Pepewatesjaus, una tienda dedicada a la venta de cacahuates, frituras y chicharrones en una mesa con más de 100 combinaciones, que son aderezadas con salsas, gomitas y frutas.
Pepewatesjaus funciona bajo un modelo en el que los asociados obtienen una participación de la utilidad de cada tienda. Quien desee instalar una unidad debe invertir $100,000, recibiendo a cambio el know how de operación y el primer surtido de botana.
A la fecha, la marca opera dos tiendas en Saltillo y hay interés por abrir puntos de venta en Tlaxcala, Tampico y Guadalajara, (en el país), y en Estado Unidos en Chicago y Dallas. El objetivo es concluir el año con 10 Pepewatesjaus operando y una producción de 100 toneladas de botana al mes.