
Pátzcuaro, en Michoacán, se consolida una vez más como el escenario más emblemático del Día de Muertos en México. Sus calles, altares y cementerios se transforman en un homenaje luminoso a la memoria y en una celebración que, más que observarse, se vive con el alma.
Más de 400 mil visitantes nacionales y extranjeros llegarán al estado durante la semana del Día de Muertos, consolidando a Pátzcuaro como un referente de identidad cultural ante el mundo, de acuerdo con la Secretaría de Turismo de Michoacán.
En Michoacán, el Día de Muertos no se representa: se vive. Desde el 28 de octubre, las calles empedradas de Pátzcuaro, los pueblos ribereños y la Isla de Janitzio se cubren de flores de cempasúchil, velas y ofrendas que anuncian el regreso de las almas.
“Esta celebración es un evento ancestral conservado por las comunidades de la zona lacustre que abrazan la tradición como un vínculo entre lo humano y lo sagrado”, destacó Roberto E. Monroy García, secretario de Turismo de Michoacán.
El 1 de noviembre, las familias reciben a los “angelitos” —niños que han partido—, y el 2, a los adultos. Entre cantos, rezos y flores, los panteones se iluminan y el reflejo de las velas sobre el lago convierte el paisaje en una postal viva de la alma mexicana.
De acuerdo con estimaciones oficiales, más de 400 mil visitantes llegarán al estado durante la temporada, generando una derrama económica significativa y reafirmando la importancia del turismo cultural en la región.
El auge del Día de Muertos en Michoacán ha posicionado a Pátzcuaro entre los destinos más visitados del país, reconocido por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad desde 2008.
Este reconocimiento internacional no solo destaca su riqueza espiritual, sino también su papel como modelo de preservación cultural viva, donde las comunidades locales mantienen intactas sus costumbres purépechas.
Caminar por Pátzcuaro durante estos días es adentrarse en una experiencia multisensorial:
Cada calle y altar cuentan una historia. No se trata de observar una ceremonia, sino de participar en ella, compartiendo el respeto y la emoción de un pueblo que celebra la vida a través del recuerdo.
“En Michoacán, la memoria no solo se recuerda: se camina, se respira y se visita con el corazón”, concluyó Monroy García.
El Día de Muertos, declarado por la UNESCO como patrimonio intangible en 2008, representa uno de los rituales más profundos del alma mexicana. En Michoacán, las comunidades purépechas de Pátzcuaro, Tzintzuntzan y Janitzio conservan sus formas originales de conmemoración, transmitidas por generaciones.
Esta celebración ha inspirado películas, exposiciones y festivales internacionales, convirtiendo a Pátzcuaro en un referente mundial de identidad, espiritualidad y orgullo nacional.
El Día de Muertos en Pátzcuaro no es solo una tradición: es un acto de amor colectivo, una invitación a mirar la vida con gratitud y a entender la muerte como continuidad. En cada vela, flor y canción, late la memoria de un pueblo que ha hecho de su espiritualidad una experiencia universal.


