Los profesionistas y emprendedores de hoy suelen tener cargas de trabajo más intensas que hace unas décadas. No sólo eso, con los smartphones y otros dispositivos móviles, la atención puede llegar a fragmentarse hasta llegar a un punto donde la fuerza de voluntad no es suficiente para acabar con una tarea.
Y es que la productividad también tiene su ciencia. Según diversos estudios, la fuerza de voluntad no es suficiente por sí misma para acabar las tareas. Un artículo de la Universidad de Stanford describe esto como “depleción del ego”, una idea que señala que la voluntad es un recurso que tiene su límite .
Para evitar que esto suceda, lo mejor es fragmentar el trabajo en pequeñas tareas. Un estudio encontró que el cerebro teme a las labores largas, por lo que tendemos a realizar muchas tareas pequeñas, como revisar el Facebook o ver algún video en YouTube, para generar la sensación de que estamos avanzando.
Otra razón por la que procrastinamos es porque tendemos a visualizar las peores partes de una tarea e, incluso, recordar más fácilmente las tareas inacabadas que aquellas que sí logramos terminar (a esto último se le conoce como Efecto Zeigarnik ). Un artículo de Kenneth McGraw sugiere que el paso más importante para avanzar con los pendientes es simplemente empezar a trabajar.
Actualmente hay miles de aplicaciones para manejar las horas que se le dedica a una tarea, pero el experto Anders Ericsson encontró que no se trata de qué tanto tiempo se dedica una actividad, sino la calidad del mismo. En su estudio descubrió que los mejores violinistas del mundo se superan gracias a que dedican 90 minutos de práctica intensa por cada 20 de descanso. Dicho de otra manera, si se quiere mejorar en el fútbol, es mejor pasar dos horas practicando pases o movimientos específicos que toda la tarde haciendo tiros a la portería.
Pese a la importancia de manejar el tiempo con autodisciplina, el ser humano siempre se verá afectado por su medio ambiente, por lo que el diseño de una oficina es importante para mejorar –o empeorar– la concentración.
Algo tan simple como la iluminación puede hacer toda la diferencia. Una investigación de Mirjam Muench encontró que las personas expuestas más a la luz solar que la artificial suelen estar más alertas debido a que los niveles de cortisol, una hormona secretada para lidiar con el estrés, se alteran cuando estamos expuestos a la luz de una lámpara.
Otro estudio, éste realizado por la Universidad de Cornell , encontró que la temperatura también juega un papel importante en la productividad. Cuando el termómetro marca 20ºC, los trabajadores tienden a cometer 44% más errores en su trabajo que cuando están expuestos a temperaturas más cálidas. Esto se debe a una razón muy simple: la atención del cerebro está más concentrada en mantener el cuerpo caliente que en el trabajo.
El diseño de las oficinas también afectan la productividad laboral. Un análisis realizado por la empresa de diseño laboral Jacobs encontró que los espacios de trabajo se han reducido de 7.5 m2 en 1992 a 3.6 m2 este año, lo que ha contruibuido a disminuir la productividad de los empleados.
La manera en la que se estimulan los sentidos afecta cómo nos concentramos. Por ejemplo, el color azul suele ayudar a enfocarnos, mientras que aromas como pino, canela, lavanda y menta ayudan al ánimo y a permanecer alertas. Más aún, según la Occupational Safety and Health Administration (OSHA) la mala calidad del aire acondicionado causa millones en pérdidas por la cantidad de ausencias por enfermedad que puede llegar a provocar.
Claramente, no todas las empresas pueden darse el lujo de diseñar sus oficinas con estas ideas en mente, pero incorporar algunas de ellas puede influir en la productividad de sus trabajadores. Te dejamos imágenes de las oficinas que son consideradas mejor diseñadas en favor de la productividad.
Imagen: Beats Electronics
Imagen: Coca Cola Londres
Imagen: Google Tel Aviv
Imagen: Lego
