



La negociación ha sido definida como el arte de ampliar posibilidades. Y así es, ya que cuando se negocia, el principio rector es la búsqueda de una satisfacción apropiada para ambas partes involucradas. En el mundo de hoy a veces hay instancias de marcada codicia de una de las partes, por lo que arribar a acuerdos puede parecer una utopía.
Sin embargo, con la intervención de un mediador profesional, y si te dispones a ser flexible hasta cierto punto y considerar puntos de vista quizás opuestos a los tuyos, es posible arribar a acuerdos. En el libro “Todo es negociable”, Herb Cohen explica que hay tres variables esenciales a la hora de negociar: el poder, el tiempo y la información .
Acerca del poder , entendido como la capacidad o habilidad para lograr que se concreten las cosas, se basa fundamentalmente en percepciones. Quien se sabe poderoso por dentro, inevitablemente creerá que lo tiene; y también sucede lo opuesto: si partes de la base de que no tienes poder, entonces así será. Ese es uno de los principales dilemas de las personas en procesos de negociación, donde o ambos consideran que tienen un gran poder, o uno que lo tiene más que otro; o bien, que uno se siente menos frente a la contraparte. Habrá que trabajar intensamente en el interior de cada uno para poder ejercer su derecho.
En cuanto al tiempo , una negociación plantea un límite. Habrá fechas topes, que por lo general suelen extenderse. Es decir que los resultados rara vez llegan en el tiempo acordado o con la velocidad que a tí te gustaría. En situaciones complejas, el tiempo es un aliado, ya que con su transcurrir, se van bajando las emociones presentes, y esto puede significar un cambio de posición en la otra parte del asunto. Tal vez las personas no cambien: lo que si pueden transformarse son las circunstancias.
Sobre la información , sabemos que forma parte del poder. Cuanto más conozca del otro, mejor. La información es estratégica en un proceso de negociación, ya que es una moneda de cambio: se da y se recibe. Algunos aspectos a tener en cuenta en este punto son las señales intencionales (qué es lo que se interpreta que el otro hace adrede, por ejemplo, para desgastar a la otra parte), no intencionales (donde se dejan ver algunos mensajes deslizados al pasar), y los comportamientos (con señales no verbales. Un ejemplo en términos generales: un caso muy frecuente es que quien primero palmea al otro, ostenta el poder, toma la delantera, según se interpreta en la cultura hispanohablante.
En el proceso de la negociación se dan diferentes actitudes, posturas, comportamientos y significados, determinados por alguno de estos tres estilos que decides asumir al negociar:
Para concluir, estas seis preguntas pueden ayudarte a conocer los intereses que tiene la otra persona y ganar la negociación.