



De una mesa familiar en México a más de 45 países: Jarritos pasó de experimento casero a icono global. Hoy, su historia revive con una inesperada ola de popularidad en Corea del Sur, impulsada por campañas con estética K-drama y la ola Hallyu.
Nacidos en 1950 de la mano del químico Francisco “El Güero” Hill, los Jarritos crecieron con sabores frutales y azúcar de caña hasta volverse un símbolo cultural. En 2025, su publicidad local en Corea se volvió viral y afianzó el boom de estos refrescos mexicanos en el circuito foodie y pop coreano.
Jarritos es una marca de refresco mexicano, propiedad de la empresa Novamex, un gran conglomerado embotellador independiente con sede en El Paso, Texas. Jarritos fue fundada en 1950 por Don Francisco “El Güero” Hill, un químico e inventor que comenzó probando fórmulas en casa.
Estos refrescos se elaboran con sabores frutales y azúcar de caña, y tiene menos gas que muchos refrescos populares. Producidos en México, se venden en todo el continente americano. Jarritos viene en presentaciones de vidrio y plástico de 370 ml y 600 ml, así como en botellas de 1.5 litros.
La marca tomó su nombre de los “jarritos” de barro —jarras pequeñas— y apostó por sabores de frutas y por azúcar de caña, con menor carbonatación que los refrescos típicos.
Aunque el primer intento fue una gaseosa de café, el gran acierto llegó con los sabores frutales: mandarina, tamarindo y otros que conectaron con las aguas frescas tradicionales. Para 1960, Jarritos ya se vendía en 80% de los estados del país y era líder entre los refrescos naturalmente saborizados.
La exportación comenzó a finales de los 80 —primero al sur de Estados Unidos— y abrió el camino a una distribución que hoy alcanza los 50 estados y buena parte del continente. La operación internacional se consolidó con Novamex, que distribuye la marca en EE. UU. y otros mercados.
En 2025, Jarritos celebró 75 años anunciando activaciones globales, empaques con estética vintage y dinámicas con fans. El portafolio suma más de una decena de sabores —de tamarindo a guayaba o sandía— y colaboraciones pop que refuerzan su identidad visual y cultural.
La marca sorprendió en 2025 con una campaña local en Corea del Sur: videos y piezas con guiños a K-dramas y cultura pop, difundidos desde la cuenta @jarritoskorea en Instagram, acumularon miles de interacciones y cobertura en medios mexicanos. El foco: sabores exóticos para el paladar coreano y el maridaje con comida mexicana y fusión.
El auge de restaurantes mexicanos en zonas internacionales de Seúl —como Itaewon— y la estética “cute & colorful” ayudan al efecto red: fotos de botellas de vidrio, platillos tex-mex y reels con música K despiertan curiosidad entre audiencias jóvenes afines al K-pop y a las tendencias de convenience stores.
Aunque no hay campañas oficiales con idols de primer nivel, el enganche con audiencias K-pop ocurre por afinidad estética y por la circulación de contenidos de fans, influencers y medios de tendencias que muestran Jarritos en restaurantes, reels y “food hauls”. La propia presencia local de la marca en redes coreanas confirma el interés del público.
En EE. UU., Jarritos es el refresco hispano líder por participación y crece por encima del promedio de la categoría, apoyado en el boom gastronómico latino. Esa tracción comercial, más la identidad visual y la narrativa de origen, explican su capacidad de “cruzar fronteras” y conectar con escenas pop diversas.
Jarritos no solo cuenta la historia de un refresco: es la prueba de cómo tradición + diseño + comunidad pueden volver global un sabor local. Su empuje en Corea del Sur —de la mano de campañas con estética K y la ola Hallyu— muestra que la cultura viaja bien cuando se presenta con autenticidad. Para el usuario promedio, esto se traduce en más opciones de consumo con identidad y en un diálogo cultural que sigue enriqueciendo mesas, timelines y experiencias culinarias en todo el mundo.