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Bienestar financiero: el nuevo objetivo del ecosistema fintech mexicano

El ecosistema fintech mexicano avanza hacia una etapa basada en colaboración, diversidad y bienestar financiero.

De acceso a bienestar: la visión que marcará la próxima década fintech.
De acceso a bienestar: la visión que marcará la próxima década fintech. © Depositphotos.com

El momento exacto en que México se convirtió en mi hogar no fue al firmar un papel, sino en un gesto cotidiano: estaba en un mercado, lidiando con mi español todavía primerizo, y el vendedor, en lugar de mostrar prisa, me sonrió y con paciencia me ayudó a encontrar las palabras. Ese pequeño acto de colaboración desinteresada, esa empatía para construir un puente donde había una barrera, me enseñó más sobre el espíritu mexicano que cualquier libro. Es ese mismo espíritu —creo firmemente— el que ha sido el motor de la increíble transformación de nuestro ecosistema financiero en estos diez años. Hemos sido testigos de una revolución, sí, pero una construida a base de conexiones y de conocimiento compartido entre emprendedores. Esa colaboración nos trajo hasta aquí.

La colaboración que impulsó una década fintech

Hemos vivido una década de hitos. Como colectivo, hemos desafiado lo establecido y hemos demostrado que la tecnología puede ser un vehículo poderoso para la inclusión. Según datos de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF), cerca de ocho de cada 10 personas mayores de edad en el país reportaron tener al menos un producto financiero formal, un salto de 8.1 puntos en comparación con 2015. Las cifras nos muestran el resultado de ese esfuerzo: un avance notable en el acceso a productos financieros. Es una victoria que nos pertenece a todos. Sin embargo, al igual que en aquella interacción en el mercado, el verdadero valor no reside solo en el resultado final, sino en la calidad de la conexión que lo hace posible.

Hoy, el reto ha mutado. La siguiente etapa de nuestra evolución ya no es solo dar acceso, es construir bienestar. Y para ello, esa colaboración instintiva que nos impulsó al inicio debe ahora volverse intencional, estructurada y, sobre todo, mucho más amplia.

De los pioneros a la infraestructura compartida

En todo México existen cientos de empresas fintech —muchas de ellas Pymes, varias incluso aún no reguladas— que poseen un conocimiento profundo de necesidades específicas, una agilidad única y un potencial inmenso. Dejarlas operando en solitario, sin conexión a las grandes avenidas del ecosistema financiero, es un desperdicio de talento y una limitación para nuestro crecimiento colectivo.

La verdadera fortaleza de nuestro sector no se medirá por la altura de sus torres más altas, sino por la densidad y la solidez de la red que las une y las nutre.

Para lograrlo, necesitamos transformar nuestros espacios de encuentro en verdaderos nodos de conexión y creación de valor. Imagino foros que vayan más allá de la teoría y se conviertan en talleres prácticos de trabajo; programas de mentoría que conecten de forma deliberada a los fundadores de empresas consolidadas con los nuevos talentos que apenas empiezan; y, fundamentalmente, un esfuerzo proactivo por identificar y traer a la conversación a quienes hoy no se sienten parte de ella.

Se trata de una labor estratégica: mapear nuestro propio territorio para entender quiénes faltan y tender los puentes necesarios para que su participación sea, ante todo, productiva para sus negocios. Incluir más voces diversas —con especial foco en mujeres líderes y en empresas de menor tamaño— nos hará más innovadores y representativos de la sociedad a la que aspiramos servir.

El diálogo como motor de innovación y certidumbre

Esta misma filosofía de construir infraestructura debe guiar nuestra relación con el entorno regulatorio. Hemos superado, afortunadamente, la era en la que la innovación y la regulación se veían como adversarios. Hoy entendemos que son dos caras de la misma moneda: para que el ecosistema florezca se necesita tanto la libertad para crear como la certidumbre para invertir y escalar. El gran reto es construir un marco normativo que proteja al usuario y dé estabilidad al sistema, sin por ello sofocar la agilidad que es nuestra principal ventaja competitiva.

Bienestar financiero: el nuevo objetivo del ecosistema fintech mexicano | Imagen: Depositphotos.com
Fintech México: la siguiente etapa es el bienestar, no solo la inclusión | Imagen: Depositphotos.com

El siguiente paso es evolucionar de un diálogo reactivo a uno proactivo. Como gremio consolidado, tenemos la capacidad y la responsabilidad de anticiparnos. Debemos llegar a las mesas de discusión no solo a responder, sino a proponer, armados con datos, estudios y una visión clara del futuro que queremos construir. Esto implica definir una agenda regulatoria estratégica, con ejes prioritarios que nos permitan avanzar de forma ordenada y sostenida en temas cruciales como las finanzas abiertas, la identidad digital o modelos de supervisión proporcionales al riesgo y al tamaño de cada actor.

Y para que esa agenda sea verdaderamente legítima y poderosa, debe ser el resultado de una inteligencia colectiva.

Regulación proactiva para un futuro fintech innovador

Necesitamos mecanismos ágiles y permanentes para escuchar a todas las empresas que conforman la asociación, asegurando que las preocupaciones y las ideas de una fintech regional sean consideradas con el mismo peso que las de un jugador internacional. Solo así, con una voz unificada pero que refleje nuestra pluralidad, podremos co-crear las reglas que no solo rijan nuestro presente, sino que habiliten la innovación y el crecimiento del mañana.

La década que tenemos por delante nos exige una nueva mentalidad.

Es una invitación a honrar nuestro pasado de pioneros emprendedores, pero con la madurez para entender que el futuro no se conquista en solitario. Se construye. Y se construye juntos, tendiendo puentes, compartiendo recursos y asegurándonos de que cada miembro de nuestro ecosistema, sin importar su tamaño, tenga un camino claro para crecer y aportar. Esa es la base del verdadero bienestar financiero, y es la obra que nos toca emprender ahora.

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