



El mejor consejo que ha recibido Alejandro Rodríguez fue el de su abuelita cuando él tenía 17 años y le dijo que quería iniciar su propio negocio: ‘Mijo, haga lo que más se vende, que son las empanadas’. En un principio él no estaba seguro de hacerlo porque pensaba en lo que podían decir sus amigos al verlo vendiendo empanadas en la calle.
Sin embargo, Alejandro se convenció a sí mismo diciéndose: ‘La pena no da plata’ y le pidió a su abuela que le enseñara a hacer empanadas. Gracias al esfuerzo, trabajo, constancia y las ganas de salir adelante, hoy La Garosa tiene cinco locales en Colombia, da empleo a 80 personas y factura alrededor de 700 mil dólares (12 millones 600 mil pesos al año).
La Garosa nació en 2013 y es una combinación de las iniciales de Gabriel Alejandro Rodríguez Sandoval quien desde niño vendía dulces, estampitas de fútbol y hasta llevaba té en un termo para vender a sus compañeros, aunque los profesores le quitaban sus productos. Por eso, él le pedía a su mamá que escribiera una carta al rector para que lo dejara vender en la escuela. Pero esto nunca fue posible.
Hoy reafirmo que la mejor decisión que tomé fue EMPEZAR, sin nada de experiencia, pero empezar; dar el paso con miedo, pero darlo.
LAS PLÁTICAS CON LOS LÍDERES YEMPRENDEDORES DE AMÉRICA Alejandro Rodríguez, fundador de La Garosa
En diciembre de 2019 una amiga le dijo: ‘¿Por qué no haces un buñuelo relleno de queso?’. A él le encantó la idea e inmediatamente puso manos a la obra y lanzó su famoso buqueso con su toque secreto. Lo publicó en redes sociales y se hizo en su negocio de comida una larga fila de personas que querían probarlos.
Antes del éxito de La Garosa, la familia Rodríguez vivían al día. No podían permitirse lujos como cenar en restaurantes, ir al cine o salir de vacaciones. La inspiración llegó a la vida de Alejandro cuando era niño y visitaba la casa del jefe de su papá. Ahí conoció el estilo de vida que disfrutaban y que además era una familia generosa que donaba a una fundación.
Para el tiempo en que Alejandro empezó a hacer la receta de empanadas de su abuela, logró perfeccionarla; y con un capital de 12 dólares (216 pesos) compró una nevera y los ingredientes para preparar su primer lote de empanadas. Llenó de determinación salió a las calles para ofrecerlas. Conforme aumentaban sus ventas iba ampliando su ruta de distribución.
Mis padres siempre me recordaban que para tener éxito y llegar al corazón de la gente, por encima de todo, debía ser una gran persona con valores y principios.
Un día Alejandro recibió un regalo de su tío que cambió su mentalidad: el libro de ‘Padre rico, padre pobre’. “Me hizo ver que la venta de empanadas podría ser la base de una empresa grande”. A partir de ahí adoptó el hábito de leer libros sobre desarrollo personal, liderazgo, negocios, etc., así como biografías de personas exitosas.
Tiempo después quiso adquirir una freidora industrial para aumentar su producción. Sin embargo, los bancos no le dieron el préstamo por ser menor de edad. Entonces, empezó a ahorrar semanalmente un porcentaje de sus ganancias. Un año después pudo comprar la máquina y freír 20 empanadas en vez de siete en un sartén. Ofrecía un combo de empanadas con agua de maíz ilimitada.
El joven emprendedor entró a la carrera de administración de empresas y cursó 13 semestres. Pero tuvo que dejar la universidad debido a problemas económicos de su familia. Fue una decisión difícil. Pero, se enfocó completamente en su negocio y comenzó a pensar en formas de llegar a más clientes. Empezó a tocar puertas en los colegios.
Envió decenas de correos sin obtener respuesta. Al final, solo uno le respondió, pero le dijeron que les interesaban las empanadas horneadas, no fritas. Para cerrar el trato con el colegio, Alejandro tuvo que adquirir un horno y experiencia preparando productos horneados. Los primeros intentos fueron fallidos, pero lo logró con persistencia.
Gracias al trato con este colegio su negocio alcanzó cierta estabilidad. Lo siguiente fue continuar insistiendo con otras escuelas hasta que consiguió 11 contratos más. Lo que permitió vender mil empanadas por día. A sus amigos vecinos les enseñó cómo preparar los productos y junto con su mamá sacaba toda la producción. Su papá se encargaba de llevar los pedidos en una motocicleta.
En una ocasión un cliente le preguntó por redes sociales si podía hacer pan para hamburguesas. Él aceptó y fue un pedido de 3 mil hamburguesas para un concurso llamado Burger Master. Para la siguiente edición contactó a otros participantes y logró hacer un total de 70 mil panes para hamburguesa.
La fábrica casera ya era pequeña. Así que, buscaron un local y ahí La Garosa crecía rápidamente. Llegó la pandemia por el COVID-19 y tuvieron que atender a los clientes sin que bajaran de su auto, además entregaban a domicilio. Desafortunadamente fallece el papá de Alejandro por el coronavirus. Él ya había renunciado a su empleo para dedicarse al 100% al negocio familiar.
Tiempo después este emprendedor colombiano invirtió en asesoría de expertos que le ayudaron a estructurar la empresa y crear una estrategia clara del negocio. También se apalancó en redes sociales para que más personas conocieran su historia y atraer nuevos clientes. El dueño de La Garosa ha recibido dos premios: Caribe Exponencial y Quilla Innova.
Planea seguir expandiéndose a otras ciudades de Colombia y llevar sus productos fuera de su país. Le gusta dar conferencias para impulsar a los jóvenes a crear su propio negocio bajo el lema: ‘La pena no da plata’. Para él, lo más satisfactorio de emprender es ayudar a familias con un empleo digno y aportar al crecimiento económico de su ciudad y país.
Alejandro Rodríguez nunca olvidará cuando salía a vender sus productos gritando por las calles.
Empiecen con lo que tienen y vayan mejorando en el camino. Emprender es una carrera de resistencia no de velocidad. No saltes escalones. Disfruta las diferentes etapas de tu negocio.