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¿Dónde encontramos ideas?

Recuerda que la generación de ideas es un proceso continuo y que no todas las ideas serán exitosas o útiles.

Encontramos ideas cuando mantenemos una mente abierta.
Encontramos ideas cuando mantenemos una mente abierta. © Mika Baumeister vía Unsplash

Aunque nuestro trabajo cotidiano no sea altamente creativo, en algunos momentos encontramos ideas que nos dejan ver que requerimos enfoques novedosos para generar soluciones, volver más ágiles los procesos o encontrar nuevos productos y servicios para nuestros clientes.

Comúnmente, también, veremos que no aparecen soluciones posibles. Estamos estancados y volvemos una y otra vez a la manera tradicional de hacer las cosas, de optar por los mismos procesos, materiales, proveedores y gestión. ¿Por qué se agotan las ideas, por qué desaparecen cuándo más las necesitamos?

Dónde encontramos ideas

Existe un mito muy difundido de las ideas, la creatividad y el talento: su aparición misteriosa y mágica. De alguna manera desdeñamos que surgen después de trabajo arduo y continuo. Paradójicamente, a lo largo de nuestra vida, nos enfrentamos a “la hoja en blanco” o vacío.

A este fenómeno se le conoce como la llegada del “pico creativo”. Es el momento cuando ya no se nos ocurre nada, cuando asumimos que la inspiración se evapora. Abrazamos entonces la falaz idea de que musas, duendes o azar deberán dotarnos de imaginación e ingenio y que todo esfuerzo es infructuoso.

Sin embargo, persistir en una tarea creativa puede generar más y mejores resultados de lo que admitimos. De hecho, es probable que las mejores ideas arriben más adelante en el proceso. Entonces, al detenerse prematuramente la búsqueda de ideas, se pierden las posibilidades.

Herencias que no lo son

¿Por qué asumimos que el talento es un don para predestinados? Al igual que el liderazgo, muchos asumen que es dado a elegidos. Rara vez aceptamos que todos somos susceptibles de poseer “el factor X” o dotes que “no cualquiera posee”.

La razón de esta creencia arraigada en muchas de las culturas occidentales es por rehusar nuestra capacidad de creación y cogestión de la realidad que vivimos. Rehuimos la responsabilidad y, por ende, nuestra capacidad de generar hechos y entornos. Nos sumimos en una suerte de azar e incluso victimismo para no trabajar lo suficiente en un resultado. Bajamos los brazos de manera instantánea ante cualquier dificultad.

La idea, el fruto más prodigioso de nuestra mente, la hallamos inaccesible y huidiza.

“Es que no soy creativo”, es la autojustificación pobre que nos damos, pero en el fondo sabemos que no trabajamos lo suficiente para lograr un planteamiento innovador. La imaginación la hallamos reducida, aunque en realidad nunca fuimos a su encuentro.

Tirar la toalla demasiado pronto

La gente se da por vencida con demasiada facilidad y se roba a sí mismos sus ideas más interesantes al darse por vencidos demasiado pronto. Claudicar cuando se anda en pos de una solución o planteamiento, es una injusticia con nuestra propia capacidad, imaginación e inteligencia. Es el plagio más horroroso y pertinaz.

Atrás de él está la pereza y una mentalidad de derrotismo. ¿Para qué busco si no encontraré?, es lo que subyace al renunciar y rehusarse a insistir una y otra vez.

En una sociedad consumista, llena de concupiscencia, nos habituamos a resultados y placeres inmediatos, a respuestas sin demora. La era digital parece acentuar rasgos de presteza. No resulta raro, entonces, que las personas a menudo subestiman la cantidad de nuevas ideas que pueden generar si perseveran.

El trabajo duro y continuo siempre da frutos

Los primeros intentos pueden presentar sólo resultados pobres o con diferencias mínimas. Es lo que se conoce como valor incremental o sólo un poco más eficaz, conveniente, rápido… es lo que impera ahora en los mercados, sólo más de alguna característica, no una innovación completa, radical y altamente diferenciadora.

¿Por qué no nos atrevemos a más? Somos reticentes a los cambios sustanciales, a las apuestas por ideas disruptivas y ante las modificaciones trascendentales en nuestras perspectivas y en las maneras de trazar políticas y gestión. Tal vez esto obedece al inconfesado temor de no ser altamente creativos, pero más de las veces sólo es por no trabajar lo suficiente.

Asumimos que basta una “lluvia de ideas” para generar exitosos prototipos. Esto resulta insuficiente. Se requiere trabajo duro y consistente, planeación y meditación.

Esto no ocurre en las matemáticas y ciencias exactas, donde los resultados son mensurables. Sin embargo, es difícil predecir el éxito en una tarea creativa, lo que hace que los beneficios de perseverar sean menos claros.

10,000 horas de práctica

Pero la persistencia es clave para el éxito de cualquier trabajo, incluso el creativo. Por ejemplo, la regla de las 10,000 horas también se aplica al arte.

Esta regla, popularizada por Malcolm Gladwell en su libro “Outliers”, sugiere que se necesitan alrededor de 10,000 horas de práctica deliberada para alcanzar la maestría en cualquier campo. En el caso de los violinistas, esto se traduciría en alrededor de tres horas de práctica al día durante 10 años.

Sin embargo, no está claro si la gente entiende el poder de la persistencia en el trabajo creativo, aunque algunos estudios realizados en la Universidad de Kellogg encontraron que en un segundo intervalo de enfocarse en una idea permitía ideas más creativas e innovadoras que las presentadas en un primer momento.

Esto podría conformar una oda a la obstinación: intentar e intentar hasta lograr

Sin embargo, esto no implica que se destinen varias horas de corrido a generar una idea. Es seguir un proceso formal como generar un planteamiento y recabar información que sostenga la hipótesis, establecer un marco referencial fidedigno con estudios sociales o experimentación y ver cómo se desarrolla la idea en sí.

Después habrá que establecer recesos para encontrar en el mundo real coincidencias o estímulos. Es cuando emerge “de la nada” un ¡Eureka! No es suerte, es forzar la maleabilidad cerebral para enriquecer nuestras perspectivas y propuestas.

Alguien aseguró el inventor de la bombilla eléctrica: un logro es 1% de inspiración y el resto de transpiración. Como cualquier trabajo, la afanosa búsqueda de ideas no se da fortuitamente. Es andar en el camino para encontrar.

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autor Autora de trece libros, columnista de Abanico, Conductora y realizadora de Abanico TV, directora de Ideas & Contextos.