La tarea de guiar a todo un equipo hacia el éxito es compleja, y en el camino, se pueden cometer muchos errores, uno de los más comunes: confundir el micromanagement con el liderazgo. El excesivo control y la falta de confianza en los colaboradores puede derivar en importantes problemas como el burnout o fuga de talentos.
Para los líderes empresariales es fundamental aprender a diferenciar ambos conceptos. El no hacerlo, puede llevar a que las acciones, contrario a motivar, disminuyan la confianza de un equipo y merme su desempeño considerablemente.
La organización Great Place to Work define al micromanagement como: “un método de gestión laboral en el que se ejerce un control excesivo sobre las personas que conforman los diferentes equipos de un negocio, proyecto o empresa. Esto, normalmente, implica que se ejerza demasiada presión y atención por cada detalle o acción que realizan los empleados”.
Quienes suelen recurrir a este estilo de “liderazgo” tienden a monitorear constantemente a los miembros de sus equipos. Otra de las características es que se involucran de más en actividades que los colaboradores hacen ya de manera rutinaria, y buscan imponer una forma de trabajar aunque a los demás no les sea funcional.
Alguien que practica el micromanagement, además de ejercer demasiada presión sobre su equipo, también puede hacerlos dudar de sus capacidades. Esto, en lugar de contribuir a la consecución de los objetivos, puede ser contraproducente en términos de ambiente, compromiso, retención de talento y, en el peor de los casos, impactar negativamente en la salud mental y bienestar de los colaboradores.
Para que alguien pueda ser considerado como un líder, necesita tener una serie de cualidades entre las que se incluye el motivar, inspirar o guiar. Lograrlo, además de práctica, requiere de aprender a confiar en su equipo y comunicarse de manera asertiva con ellos.
La figura de un líder invita a los demás a dar su mayor esfuerzo y explotar al máximo sus capacidades. También escucha atentamente las necesidades e inquietudes de quienes lo rodean, y sabe qué, a quién y cuándo delegar actividades.
Estas personas acompañan a su equipo tanto en los éxitos como en los errores, y más allá de señalar, buscan trabajar en conjunto para generar soluciones. Un buen líder se preocupa por el bienestar de sus colaboradores y les ofrece la autonomía necesaria para trabajar.
La línea entre liderazgo y micromanagement puede ser, en ocasiones, borrosa, por lo que es común caer en prácticas perjudiciales para el equipo y la empresa. A continuación te dejamos algunas de ellas:
Uno de los puntos donde más se cometen errores es en la comunicación. Pues mientras un líder guía o acompaña, en el micromanagement las interacciones son órdenes disfrazadas de instrucciones. El dar información útil y oportuna puede hacer la diferencia.
Para aprovechar el talento que tiene en su equipo, un verdadero líder se encarga de incentivar el diálogo, delegar todo tipo de tareas confiando en las capacidades de los demás. También suele fomentar la creatividad y que las personas compartan sus propias ideas. En el otro escenario, es una persona la que dicta o impone qué y cómo se tienen que hacer las cosas porque “solo así salen bien”.
Si bien es importante hacer ver los errores para evitar repetirlos, también es necesario reconocer esos pequeños o grandes logros. El líder, aunque ofrece retroalimentación cuando es necesario, celebra constantemente a su equipo. En el micromanagement las personas se enfocan únicamente en esas áreas de oportunidad.
También en el micromanagement lo importante son los resultados, no importa el costo en términos de capital humano que esto pueda tener. Para un líder, si bien el negocio es prioridad, también lo es el bienestar de su equipo.
Querer controlar todo, más allá de beneficiar, puede impactar negativamente a un equipo y a la empresa en general. Aprender a diferenciar micromanagement y liderazgo ayudará a evitar dañar desde adentro al negocio.
