



Un hombre se fue a dormir una noche sin saber que al día siguiente su granja protagonizaría uno de los capítulos en la historia mundial más increíbles y polémicos. Esto fue lo que sucedió en Roswell, Nuevo México, cuando al despertar, un granjero encontró restos de un OVNI (Objeto Volador No Identificado), hecho que convertiría al pequeño pueblo en un popular punto para el turismo.
Aunque el acontecimiento que tuvo lugar en 1947 inicialmente fue confirmado como algo de origen extraterrestre, posteriormente esa versión sería derribada por las mismas autoridades. Pese a los esfuerzos por aclarar el panorama, muchas personas nunca creyeron el parte oficial, lo que dio paso al surgimiento de diferentes teorías conspirativas.
La historia comienza un 2 julio cuando Mac Brazel, un granjero de Roswell, Nuevo México, hizo un inexplicable hallazgo en su rancho. Por la mañana, mientras hacía su rutina diaria, encontró en su terreno restos de algo que era difícil descifrar.
No fue sino hasta tres días más tarde, el 5 de julio, cuando el hombre reportó su hallazgo a las autoridades del condado. Tras la denuncia, militares estadounidenses acudirían al terreno para llevarse los restos, y posteriormente, el 8 de julio, el caso llegaría a la prensa en donde se anunciaba que las fuerzas aéreas habían recuperado un “disco volador”.
Algunas versiones apuntan que, junto a los escombros, se encontraron cadáveres de seres fuera de este mundo. Hay quienes incluso señalan que una de estas criaturas se encontraba agonizante al momento de ser hallada.
Las piezas de aquel OVNI y cualquier cosa adicional que se haya encontrado, fueron llevadas a Fort Worth, Texas, para ser analizadas con detenimiento. El veredicto fue contundente: no se trataba de nada extraterrestre sino de un globo que utilizaba el departamento de Inteligencia de Estados Unidos para espiar a la Unión Soviética y recabar información sobre pruebas atómicas.
A pesar de que muchos no creyeron la versión oficial, ésta calmó ligeramente las aguas; sin embargo, años más tarde el fenómeno resurgiría con más fuerza.
En 1978 el caso volvió a estar en boca de todos cuando Stanton T. Friedman y William L. Moor, investigadores estadounidenses, y Edgar Mitchell, astronauta, aseguraron que Roswell sí fue una situación relacionada con extraterrestres.
Los investigadores compararon las entrevistas que hicieron, de manera individual, a testigos de aquel suceso. Fue ahí cuando según su teoría, el OVNI y lo que haya llegado en él, fue encubierto por las autoridades.
Edgar Mitchell, el sexto hombre en pisar la luna, señaló que, debido a sus contactos con el gobierno, puede asegurar que Roswell sí recibió seres del más allá.
Las teorías apuntan que las autoridades están ocultando información para evitar el pánico colectivo sobre una posible amenaza extraterrestre.
Independientemente si fue un OVNI o un globo de espionaje, el hecho desencadenó un gran interés entre ufólogos y curiosos. Fue así que, Roswell, Nuevo México, pasó de ser un pueblo normal en medio del desierto, al punto de encuentro obligado para el turismo extraterrestre.
Conscientes de la fama, los residentes comenzaron a crear atractivos turísticos, tales como el Museo del OVNI. En el recinto, además de obtener explicación detallada del disco volador estrellado en el rancho, también se puede obtener información sobre avistamientos, abducciones o imágenes en campos de cultivo que, supuestamente, fueron hechas por marcianos.
Hay también algunas tiendas temáticas como Invasion Station en donde se pueden adquirir toda clase de artículos relacionados con estos seres. No podían faltar los recorridos turísticos para conocer los lugares que presenciaron la tragedia extraterrestre de 1947.
Desde 1996, en el pueblo se realiza anualmente el UFO Festival que congrega a amantes de los aliens. Los visitantes pueden pasar un rato agradable en compañía de su familia, música, alimentos y toda clase de mercancía alusiva a la vida no terrestre.