



Con su emprendimiento Chum Chum, Verónica Macías y José Manuel Bravo, aprovechan la merma de las empresas y la transforman en alimentos que venden a grandes corporativos, comedores industriales, cadenas de restaurantes, hoteles y hospitales.
Todo comenzó en el año 2019 con los desperdicios de tomate, que este emprendimiento aprovecha para crear puré, concentrado y salsas. Pero los emprendedores no querían crear abarrotes caros tipo gourmet, sino hacer algo que compitiera contra La Costeña o Herdez, por ejemplo.
Por eso, buscaron formas de producir alimentos ricos, nutritivos, accesibles y de alto valor.
“Si va a ser puré de jitomate, pero que sea 100% de tomate sin aditivos ni conservadores”, dicen los emprendedores.
LAS PLÁTICAS CON LOS LÍDERES YEMPRENDEDORES DE AMÉRICA
El primer paso es identificar las mermas y ver dónde se les puede dar un segundo uso.
Así emplean el pulverizado de avellana o la cascarilla de cacao que, a través de un proceso químico, transforman en sabor a chocolate y agregan al mole. “Las empresas nos dicen que tiran la merma porque ya está en el costo; y nosotros les decimos que podemos hacer algo para aprovecharla al 100% y mejorarla”, dice José Manuel.
La etapa de investigación de Chum Chum fue de cuatro años. En 2022 el emprendimiento comenzó a producir de 20 a 30 kilos de alimentos. A mediados de 2023 escaló a cinco toneladas mensuales; y actualmente procesan 500 toneladas al mes entre tomates, cebollas, frutas, cáscara de cacao, etc. Toda es materia prima que habría terminado en un basurero.
El proceso empieza con la identificación de la merma. Los emprendedores realizan una detección microbiológica para determinar qué solución se empleará a los desechos (temperatura, presión y tiempo) para lograr la inocuidad del alimento y luego, volver a insertarlo de forma segura en la cadena de suministro.
Este proceso se realiza con cada lote de alimentos pues la producción tiene que estar certificada y cumplir con las reglas sanitarias. Chum Chum ha formado un equipo multidisciplinario, desde la parte farmacéutica, química hasta mecánica. Actualmente, trabajan con una investigadora de Harvard.
Conforme ha avanzado en el negocio, los emprendedores han aprendido a hacer el procesamiento; conocer los ingredientes y saber cómo hacer match con la industria de alimentos y los consumidores, de tal manera que sea rentable el emprendimiento.
La regla para poder venderle a grandes empresas ha sido entender el dolor del cliente. “Mientras más grande y complejo es el cliente, no tratas con una persona, sino con una cadena de individuos que tienen distintos intereses, motivaciones y dolores tanto personales como profesionales”, explica Verónica.
“Las soluciones medioambientales no tienen que ser caras, sino accesibles para poder implementarlas rápido”, dice la emprendedora. “En nuestro caso nos dimos cuenta de que nuestros procesos no eran escalables rápidamente si lo hacíamos solos. Por eso, decidimos empezar a trabajar de la mano de grandes maquiladores de alimentos”.
Así llegaron con empresas que manipulan alimentos a grandes escalas con la propuesta de ayudarles a identificar residuos o desechos con propuestas sobre cómo poder reintegrarlos de manera segura a su línea de producción.
Ahora Chum Chum está migrando a aplicar su tecnología en las compañías sin dejar su línea de abarrotes.
A pesar de haber creado el emprendimiento, Verónica dice que su meta es que Chum Chum deje de existir. Esto porque considera que la práctica de aprovechar las mermas tendría que volverse parte del ADN de las empresas y no que un tercero venga a implementarlo. Por tanto, las organizaciones deberían de producir con residuo cero y no mandar nada a rellenos sanitarios.
“Tenemos la satisfacción de que estamos rescatando residuos, probándoles a las empresas de que ya existe una solución real de circularidad que no afecta la inocuidad de sus procesos. Al contrario, les da una variedad y aumenta sus márgenes de una manera responsable con el planeta. Además, podemos crear un abarrote más bueno que muchos productos del mercado”, aseguran los emprendedores. Otra satisfacción en este proyecto es la contratación de mamás solteras y a personas de la tercera edad para los procesos.
Las empresas de alimentos van a tener que aumentar su capacidad de producción en un 30% para el 2030, señala la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Los emprendedores consideran que deberían estar obligadas a ser más creativas y tener la responsabilidad de ser cada vez más sostenibles.