



La batalla legal por los derechos de autor de ‘Baby Shark‘, el fenómeno infantil viral que acumula más de 16 mil millones de vistas en YouTube, llegó a su fin. Este jueves, la Corte Suprema de Corea del Sur falló a favor de Pinkfong, desestimando la demanda por derechos de autor del compositor estadounidense Jonathan Wright (alias Johnny Only), quien alegaba plagio sobre su versión de 2011.
El tribunal determinó que la canción es una adaptación de una melodía tradicional sin dueño específico, utilizada por décadas en campamentos infantiles.
“La canción del demandante no alcanzó una alteración sustancial que la haga una obra separada del cántico tradicional”, señala el fallo citado por CNN. Esto coincide con decisiones previas de tribunales inferiores en 2021 y 2023, por lo que finalmente catalogaron la melodía como de “dominio público”.
Pinkfong, que convirtió el tema en un ícono global con su ritmo pegajoso y animaciones, celebró la decisión como un triunfo. El caso, iniciado en 2019, buscaba una indemnización de $21,600 dólares, pero la demanda por derechos de autor fue rechazada.
Pinkfong, cuya versión convirtió la melodía en un fenómeno global con animaciones y coreografías, celebró el veredicto: “Confirmó que nuestra versión se basa en un cántico tradicional”, declaró la empresa a The Associated Press.
El caso se centró en determinar si Pinkfong copió elementos sustanciales de la versión que Wright subió a YouTube en 2011, donde aparecía con niños haciendo gestos de tiburón al ritmo del “doo doo doo doo doo doo”.
Wright argumentó que Pinkfong replicó su “tonalidad, tempo y ritmo”, pero los jueces concluyeron que esos elementos ya existían en versiones previas, como la canción alemana ‘Kleiner Hai’ (2010) y en tradiciones orales de campamentos estadounidenses desde los años 70.
“No existen similitudes sustanciales entre la canción de Pinkfong y la del demandante”, declaró el tribunal, según recoge AP. La sentencia añadió que los cambios de Wright —como añadir guitarras eléctricas— no transformaron la melodía original en una obra nueva. “Las obras derivadas solo están protegidas si contienen suficiente creatividad”, explicó el fallo.
Chong Kyong-sok, abogado de Wright, admitió que el resultado era “un poco decepcionante”, pero aceptó el fin del litigio. Por su parte, Pinkfong enfatizó que su éxito radicó en darle un “ritmo animado y melodía pegajosa” a una canción que ya era popular.
Mientras se resolvía el litigio, ‘Baby Shark’ seguía rompiendo récords. Además de ser el video más visto en YouTube, la franquicia expandió su éxito con:
Según informes regulatorios, Pinkfong generó 45,100 millones de wones (32.6 millones de dólares) en la primera mitad de 2025. “Ha dejado de ser un simple éxito para convertirse en una propiedad intelectual global”, declaró la empresa.
El fallo no solo protege este lucrativo negocio, sino que sienta un precedente sobre adaptaciones de canciones tradicionales. Como señaló el tribunal: “Reafirma el principio jurídico para melodías de dominio público”.
El caso revela tensiones entre propiedad intelectual y folclor musical. ‘Baby Shark’ tiene raíces en campamentos infantiles estadounidenses, donde se cantaba con gestos de tiburón desde los años 70. Su transmisión oral por décadas la convirtió en patrimonio colectivo, pero Pinkfong demostró cómo corporativizarla.
Para Wright, el fallo es una derrota; para Pinkfong, una validación. “Hemos convertido la canción en un ícono de la cultura pop”, dijo la empresa. Sin embargo, el tribunal dejó claro que ninguna versión individual puede apropiarse exclusivamente de melodías tradicionales.