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18-01-2022, 12:00:00 AM

La cualidad que se necesita para sobrevivir la incertidumbre (y que no todos tienen)

La antifragilidad es la cualidad que nos puede ayudar a, no solamente salir adelante del caos, sino a hacerlo fortalecidos.

La antifragilidad es la cualidad para salir de la incertidumbre transformados.
La antifragilidad es la cualidad para salir de la incertidumbre transformados. © Depositphotos.com

El inicio de año siempre trae la oportunidad de reflexionar, soñar y planear todo lo que queremos conseguir el siguiente. Los hábitos que queremos adquirir, los viajes por hacer, los objetivos a conseguir. Este año me pasó algo peculiar y es que me costó mucho visualizarme a mi misma dentro de un año. Y no porque no sepa lo que quiera conseguir, ni porque no me emocione las grandes cosas que me esperan este año, sino porque, honestamente, si algo he aprendido en estos últimos meses, es que, a veces, lo que termina sucediendo está lejos de lo planeado.

Cuando era chiquita, mi papá (citando a Stephen Hawking) me decía que su definición favorita de inteligencia era “la capacidad de adaptarse constantemente al cambio”. Claro que podría ser su manera de hacerme sentir bien por hacer cada ciclo escolar en un colegio y ciudad diferente, pero, la verdad, si se la compré. Es un hecho que esa habilidad de adaptarse al cambio es algo que, de una u otra manera, todos desearíamos nos hubieran inculcado en la infancia. Quizás (haciendo énfasis en el quizás), la vida adulta sería más sencilla.

Yo crecí acostumbrada al cambio. Incluso, llegué al punto en que me sentía incómoda con la rutina y con lo constante. He de confesar que es una habilidad que me ha ayudado mucho en la vida, el sentirme un “camaleón” que se puede adaptar a cualquier “hábitat” y encima de todo, disfrutarlo. Y es que, si lo pensamos, algo que ha definido las últimas décadas, ha sido el cambio. De paradigmas, de tecnologías, de manera de hacer las cosas, de prácticamente todo. Claro que detrás de todo ese cambio había una palabra que, si bien estaba tácita, en estos últimos 24 meses ha sido protagonista: incertidumbre. Y ahí sí, déjenme decirles, no me considero ni experta, ni alguien que la disfrute especialmente.

Probablemente, la diferencia es que, en medio de tanto cambio, tenía algunas constantes en las que afianzaba mi seguridad y me “respaldaba” para poder enfrentar lo diferente. Creo que lo que hemos experimentado a nivel mundial ha sido ver como una a una, se han derribado esas certezas, ese “status quo”; el “business as usual” o como lo quieras llamar. Claro que nos quedan las fundamentales, pero, al menos desde mi punto de vista, muchas cosas que antes dábamos por hecho, ya no lo son tanto. Entonces, conceptos que consideramos importantes como “adaptación al cambio”, e incluso resiliencia se quedan cortos. Siendo que el cambio (y la incertidumbre que conlleva) ha pasado de ser constante a ser exponencial, buscar únicamente adaptarnos termina siendo, además de agotador, insuficiente.

¿Qué es el la “antifragilidad”?

Ante este escenario, complejo, incierto y caótico, Nassim Nicholas Taleb, quien se describe a si mismo como un “empirista escéptico” y mundialmente conocido por su teoría del “Cisne Negro”, acuñó un término hace ya una década, pero que ha cobrado mayor relevancia en tiempos más recientes: antifragilidad, la cualidad que nos puede ayudar a, no solamente salir adelante del caos, sino a hacerlo fortalecidos.

Para Taleb el opuesto de la fragilidad no es la robustez, sino la antifragilidad. Así, lo importante no es desarrollar la capacidad de simplemente soportar los golpes para no romperse, sino, dejar que los golpes nos hagan más fuertes, incluso si esto significa que cambien nuestra forma original. Confieso que soy la primera en admitir que, si bien todo esto parece lógico y sencillo, aplicarlo a nuestra vida, emprendimientos o empresas puede ser un gran reto, especialmente en ambientes como los que vivimos ahora, que nos exigen constantemente a exponernos a estos “golpes”, sin saber cuándo ni de dónde llegarán.

Más allá de Hakuna Matata

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Ser antifrágil no es el resultado de tener buenos deseos, ni se puede conseguir con una “dieta remedio”. Como mucho en la vida, es producto de la práctica consciente, que se traduce en una serie de estrategias o caminos diversos. Tampoco es una misma receta para todos. Requiere un profundo autoconocimiento y exigencia. Sin embargo, las personas y organizaciones que han sido capaces de adoptar esta actitud de vida, han sido capaces, no solamente de sobrevivir, sino de realmente beneficiarse y mejorar.

Tener esta cuialidad implica ir más allá de “jugar las cartas que te tocan”, preparándote para jugarlas de la mejor manera. No es una filosofía “Hakuna Matata” en la que dejamos que la vida pase sin afectarnos, es sacarle jugo, sabiendo aprovechar los momentos de crisis como oportunidad de crecimiento y los momentos de más calma para consolidar y prepararse aún más.

Si no lo has hecho aún, te recomiendo ampliamente leer el libro en el que Taleb expone esta tesis: “Antifrágil: las cosas que se benefician del desorden”. Estoy segura de que encontrarás un sinfín de aprendizajes a reflexionar y aplicar, no solamente en tu vida personal, sino en la profesional, buscando generar emprendimientos y empresas antifrágiles.

Por todo lo anteriormente expuesto, este año, no hice una lista de cosas que quiero conseguir o propósitos de aspectos a cambiar sobre mí. Me quedo con una: ser anti-frágil. ¿Qué implica esto para mí? Dejar de ver la incertidumbre como algo negativo y transformarlo en la oportunidad de demostrarme a mi misma de qué estoy hecha. Pero también, saber que es una oportunidad de aprendizaje, crecimiento y mejora, asumiendo que parte natural de esto será equivocarme (y probablemente mucho), pero esos errores serán, a su vez, oportunidades para aprender, crecer y mejorar todavía más. Al final, será poner toda la carne en el asador y dejar de poner en pausa lo que uno quiera hasta que “la cosa sea menos incierta”, porque probablemente esto nunca sucederá.

Termino esta reflexión, con otra frase (esta vez de Viktor Frankl) que mi papá me ha repetido toda la vida: ““Cuando la situación es buena, disfrútala. Cuando la situación es mala, transfórmala. Cuando la situación no puede ser transformada, transfórmate”. Por un 2022 con personas, organizaciones y sociedades, más antifrágiles.

antifragilidad Incertidumbre Resiliencia
autor Ana Paula actualmente se desarrolla como académica de la Universidad Anáhuac México. Su experiencia está orientada a la gestión de proyectos con startups y Pymes en diversas regiones del país. Promueve el emprendimiento, especialmente de alto impacto, negocios de base tecnológica, prácticas de sustentabilidad y de inclusión, especialmente financiera. Ha sido representante de ONG enfocadas a promover la equidad de género ante organismos internacionales pues considera que apoyar el desarrollo de la mujer es esencial para detonar el desarrollo del país.