



Las pequeñas y medianas empresas (Pymes) representan el 94% de las empresas a nivel mundial y el 80% de las vacantes laborales en México. Hablar de su futuro no solo es necesario, es urgente, pues se trata de uno de los pilares clave para el desarrollo económico y socioambiental del país.
A pesar de su importancia para la economía, el promedio de vida de una micro o pequeña empresa es de 8.4 años, y es solo cuando una compañía ha superado el umbral de los cinco años de actividad que su promedio de vida se duplica. Para entender esta realidad, es importante saber que esto se debe a los grandes retos que las empresas emergentes enfrentan, tales como el limitado acceso a financiamiento, la dificultad para encontrar redes de apoyo o programas de aceleración y la falta de capacitación y actualización en nuevas normativas.
El panorama para las Pymes en México es retador, pero también decisivo para impulsar emprendimientos más fuertes, competitivos y que estén preparados ante los inminentes cambios de las industrias.
No solo en temas de crecimiento, tecnología y desarrollo, sino también en materia de sostenibilidad e inclusión.
LAS PLÁTICAS CON LOS LÍDERES YEMPRENDEDORES DE AMÉRICA
La presión por incorporar criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) ya no es un tema exclusivo para las grandes compañías y actualmente las cadenas de suministro de ciertas empresas grandes, medianas o de emisoras, ya son requeridas para reportar datos de sostenibilidad como lo es la huella de carbono. Debido a esto, las pequeñas y medianas empresas que no logren adaptar sus procesos pueden quedar rezagados en el sector empresarial emergente para México y América Latina.
La falta de información, recursos o de programas adaptados para las empresas mexicanas se han vuelto un obstáculo en un mundo donde las regulaciones en temas socioambientales se endurecen y se vuelve de carácter obligatorio; como lo hemos visto recientemente con la circular de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) para las emisoras o el lanzamiento de las Normas de Información en Sostenibilidad (NIS) por la CINIF; los consumidores se vuelven más exigentes y conscientes por el medio ambiente, y los inversionistas ven a la sostenibilidad no como una tendencia, sino como una herramienta para la gestión de riesgos dentro de las empresas.
En consecuencia, un requisito estratégico que puede garantizar la permanencia de una compañía en el largo plazo.
¿Qué se viene para las Pymes que buscan ser resilientes y duraderas? Si tuviese que resumirlo, la palabra sería “adaptación”. Las empresas necesitan recibir educación en temas socioambientales para incorporar prácticas responsables en la toma de decisiones. No como un lujo, sino como un requisito de crecimiento competitivo. Es un camino poco explorado, pero indispensable, donde empresas grandes, gobiernos, cámaras empresariales y organismos especializados o de regulación debemos unir nuestros esfuerzos para crear redes de apoyo, procesos simplificados u homogéneos que permitan el crecimiento y desarrollo económico sostenible en las empresas con menor acceso a la información.
Se espera que México atraviese una desaceleración económica en 2025, sin embargo, el potencial para las pequeñas y medianas empresas luce prometedor. Ahí están las verdaderas oportunidades, y para lograrlo necesitamos reconocer a estas compañías no solo como unidades económicas, sino como fuerzas con capacidad estratégica para el desarrollo y fortalecimiento del país.
A pesar de tratarse de uno de los pilares laborales a nivel mundial, en México solo el 4.5% de estas compañías pertenece a la cadena de proveeduría de grandes empresas.
El reloj está corriendo y es tiempo de que todas aquellas Pymes que no incorporan aún criterios socioambientales en su operación pongan manos a la obra. Las empresas que logren innovar y apegarse a las nuevas reglas de la industria tendrán la posibilidad de acceder a nuevos mercados, aliados y de impulsar nuevos modelos de desarrollo. Aunque el futuro es incierto, es indispensable adaptarse para crecer.