Por lo general, estamos acostumbrados a escuchar, desde muy pequeños, que entre mejores alumnos seamos, más leamos, más aprendamos o mayores habilidades desarrollemos, más grande será nuestro éxito millonario.
En contraste, la realidad pareciera ser decepcionante. De acuerdo con un estudio publicado por arXiv, un archivo en línea para publicaciones de artículos científicos, la distribución de la riqueza sigue un patrón.
Se trata de la regla 80:20, la cual refiere que el 80% de los bienes de las personas son acaparados por el otro 20% de la población. Por ejemplo, en 2020, se concluyó que solo 8 personas del mundo tenían una riqueza equivalente a la de 3,800 millones de personas.
Dicho patrón se conoce como ‘ley de potencia’ y es uno de los más controversiales debido a que el “esfuerzo, mérito, constancia, dedicación o inteligencia” no son determinantes. La equidad es nula y la riqueza se concentra en pocas personas.
arXiv señala que mientras que la distribución de los bienes sigue la ‘ley de potencia’, hay muchas personas ‘brillantes’ en el mundo, por lo que la competencia entre las que pueden acrecentar sus oportunidades se incrementa.
Por ejemplo, si bien es cierto que muchas personas superan los 100 puntos en los test de IQ, ninguno llega a más de 1,000 o 10,000 puntos. Si no hay ‘eruditos’ que destaquen de este promedio, aunque sea de excelencia, las oportunidades de ‘triunfar’ en la vida son escasas.
Estos datos contrastan duramente con lo que vemos y pensamos. Las personas más ricas del mundo no son necesariamente las más talentosas, ni las más inteligentes ni las más preparadas. Aunque por supuesto el talento ayuda, no pesa más que otros factores.
Alessandro Pluchino de la Universidad de Catania en Italia, hizo una investigación para explicar este fenómeno. Trabaja mediante una simulación que reproduce con precisión la distribución de la riqueza en el mundo real.
El modelo de Pluchino y compañía se compone de ‘N’ personas, cada una con un cierto nivel de talento distribuido en un nivel medio con una desviación estándar. La simulación calcula la vida laboral de las personas por 40 años.
Durante este tiempo, los individuos experimentan eventos afortunados que pueden aumentar su riqueza o acontecimientos desafortunados que la reducen. Estos ocurren al azar.
Al final, Pluchino y sus colegas clasifican a los individuos por riqueza y estudian las características de los más exitosos. ¿Cuál es el factor que determina este valor? Al parecer, simple suerte. No hay otra cualidad que dicte lo contrario.
Mientras algunos tienen su vida y riqueza asegurada desde su nacimiento hasta su muerte, otros tantos tendrán que esperar a no caer en una mala racha que haga decaer el valor de sus bienes para ser un millonario. O por el contrario, incrementarlo. Por cruel que suene, la meritocracia no es más determinante que la suerte en la distribución de la riqueza.
