
Durante un encuentro interno con empleados, el CEO de Microsoft, Satya Nadella, generó fuerte atención al admitir que le “persigue” la posibilidad de que la empresa falle ante la transformación imparable de la inteligencia artificial. Afirmó que “ninguna empresa está hecha para existir eternamente” e hizo referencia al colapso de la histórica compañía DEC como advertencia.
Según reoprta The Verge, Nadella reconoció que algunos de los negocios más sólidos de Microsoft podrían perder relevancia. Además, subrayó que el valor presente de la empresa debe renovarse todos los días. Su autocrítica emergió tras comentarios de empleados sobre una cultura más “fría, rígida y menos empática”.
En un town hall interno reciente, Nadella respondió a una pregunta sobre el ambiente laboral reconociendo una preocupación personal mayor: “me persigue la idea de que Microsoft no sobreviva esta era de IA”. Esa confesión mostró vulnerabilidad desde la punta de la dirección, y abrió el debate sobre el grado de urgencia que él mismo asigna al cambio radical.
En ese mismo foro, Nadella expresó que “no hay permiso para que cualquier compañía exista por siempre”. Asimismo, remarcó que ese permiso se gana día con día si se hace algo útil en el mercado.
Es una reminiscencia cruda de cómo él mismo ve la responsabilidad de Microsoft en mantener su relevancia, más allá de su tamaño o historia.
Para ilustrar su punto, Nadella citó Digital Equipment Corporation (DEC), una empresa emblemática en los años 70-80 que dominaba el mercado de minicomputadoras y luego fue eclipsada al no adaptarse a nuevas arquitecturas y cambios tecnológicos. Nadella recordó su primer equipo fue un DEC VAX y que parte del equipo original de Windows NT provino de un laboratorio de DEC cerrado. Este caso histórico funciona como espejo para lo que Microsoft puede evitar o caer.
Nadella admitió que algunos de los negocios clave que Microsoft ha construido podrían dejar de ser tan relevantes en el futuro cercano. Por ejemplo, productos nacidos hace décadas —como estructuras de software tradicionales— podrían ser reemplazados o marginados por plataformas de IA que delegan tareas, generan contenido o automatizan lo que antes requería esfuerzo humano.
La frase de Nadella emergió en un contexto donde empleados en Reino Unido —y según reportes internos— han percibido un ambiente más “frío, rígido, menos empático”. Estos comentarios presionan a la dirección a reconocer que la transformación interna debe acompañar la tecnológica. Nadella reconoció que “podemos hacer mejor” y que la cultura debe alinearse con los retos venideros.
Microsoft ya ha centrado recursos en IA, ha recortado personal en áreas no estratégicas y consolidado su plataforma Copilot, Azure AI, herramientas de desarrollo y adquisiciones. Sin embargo, este tipo de transformaciones incluye fricciones: resistencia interna, riesgo de canibalizar productos legados, brecha de talento y presión por mantener márgenes.
Nadella lo sabe: no basta con innovar, hay que hacerlo bien, sin perder identidad ni credibilidad.
Mientras que es improbable que una empresa del tamaño de Microsoft desaparezca de la noche a la mañana, la declaración de Nadella revela que incluso los gigantes ven en la IA una bifurcación existencial. El riesgo no es inmediato colapso, sino obsolescencia gradual: perder liderazgo, ser desplazado en segmentos clave o depender de terceros. Su rol como CEO implica recordarle a todos que sobrevivir en esta era no es una opción automática, sino un trabajo permanente.
