En el mundo empresarial, pocos casos han sido tan estudiados y discutidos como el ascenso y caída de Adam Neumann y WeWork, una compañía que redefinió el concepto de espacios de trabajo compartidos. En 2021, sus espacios de coworking estaban en todos lados. Tenía 848 ubicaciones en 123 ciudades del mundo y su valuación llegó a los increíbles 47 mil millones de dólares en el mercado de valores.
Sin embargo, en septiembre de 2019 se prendieron las alertas cuando la empresa dio a conocer su plan de salida a Bolsa a las autoridades de Estados Unidos, deficiencias significativas en la gestión y estructura financiera de la empresa, llevando a una dramática caída en su valoración por más de 30 mil millones de dólares.
El centro de esta historia es Adam Neumann, cofundador y ex-CEO de WeWork, cuya visión ambiciosa y errores de liderazgo, mala cultura empresarial y gasto personal desempeñaron un papel crucial en la crisis financiera y la eventual quiebra de la empresa.
El apogeo WeWork reflejaba no solo un modelo de negocio innovador, sino también la personalidad carismática y la visión de Neumann. El fundador era conocido por su estilo de liderazgo enfocado en un crecimiento acelerado, a menudo a expensas de la rentabilidad.
Algunos errores de su gestión como CEO fueron:
Neumann impulsó un modelo de negocio centrado en el rápido crecimiento y expansión, a menudo sin una base financiera sólida. Este enfoque resultó en un consumo excesivo de capital sin una ruta clara hacia la rentabilidad.
Bajo la dirección de Neumann, WeWork incurrió en gastos exorbitantes y a menudo innecesarios, que incluían la compra de propiedades de lujo y el uso frecuente de jets privados. Estas decisiones contribuyeron a una gran carga financiera para la empresa.
Neumann gastó más de 99 millones de dólares en cinco casas, incluyendo dos propiedades en la ciudad de Nueva York y una casa en los Hamptons.
Solía llevar a cabo reuniones y entrevistas de trabajo en su Maybach, un coche súper lujo con un costo superior a los 200,000 dólares.
Después de despedir al 7% del personal de WeWork en 2016, Neumann gastó casi 90 millones de dólares en seis propiedades, una de las cuales incluía una sala de estar en forma de guitarra y una serie de extravagancias adicionales.
Trataba los jets privados como “autobuses de fiesta”, lo que incluía vuelos en los que el humo de marihuana se hacía tan denso que la tripulación tenía que usar máscaras de oxígeno para respirar.
Semanas después de despedir a un porcentaje de su personal, Neumann celebró una reunión con tequila y la actuación de Darryl McDaniels de Run DMC.
Organizaba retiros de la empresa con un ambiente de festival musical y libertinaje, incluyendo actuaciones de artistas como Florence + the Machine. En un viaje en 2014, se reportó que Neumann llevó champiñones psicodélicos y pistolas de agua llenas de vodka, además de demandas extravagantes como botellas de whisky de malta de 1,000 dólar y numerosas botellas de tequila y vino kosher.
La administración de Neumann estuvo marcada por una falta de transparencia y posibles conflictos de interés. Por ejemplo, Neumann fue criticado por vender derechos de la marca “We” a la propia empresa por millones de dólares, una acción que más tarde tuvo que revertir ante la presión de los inversores.
Neumann promovió una cultura corporativa que algunos describieron como problemática, con informes de un ambiente de trabajo que fomentaba el exceso y la falta de límites profesionales. Esta cultura, aunque inicialmente atrajo a talentos y generó entusiasmo, eventualmente llevó a cuestionamientos sobre la sustentabilidad y seriedad del liderazgo de WeWork.
Uno de los errores más significativos de Adam Neumann fue el intento fallido de sacar a WeWork a bolsa en 2019. El proceso de OPI expuso numerosas debilidades en la estructura financiera y operativa de WeWork, lo que resultó en una dramática caída de su valoración y la pérdida de confianza de los inversores.
Aunque la pandemia de COVID-19 fue un desafío externo, la respuesta de Neumann no logró adaptar el modelo de negocio de WeWork a la nueva realidad de trabajo remoto y disminución de la demanda de espacios de oficina compartidos, agravando los problemas financieros de la empresa.
Neumann priorizó la expansión sobre la rentabilidad, lo que llevó a WeWork a acumular una cantidad significativa de deuda y compromisos de arrendamiento a largo plazo, poniendo en riesgo la viabilidad financiera de la empresa a largo plazo.
Eventualmente, en octubre de 2019, los inversionistas de WeWork, especialmente SoftBank, que había prestado 9.5 mil millones de dólares a la compañía, ejercieron presión para que Neumann renunciara.
A pesar de los esfuerzos por reestructurar su deuda, incluyendo la eliminación de 3 mil millones de dólares de deuda y la modificación de arrendamientos para ahorrar miles de millones, estas medidas no fueron suficientes para evitar la bancarrota.
La historia de WeWork y Adam Neumann es un recordatorio de que un liderazgo enfocado únicamente en el crecimiento y la innovación, sin una base financiera y operativa sólida, es insostenible a largo plazo. Esta historia sirve como un caso de estudio sobre la importancia del equilibrio entre visión y viabilidad en el liderazgo empresarial.
