Una mujer estadounidense de 64 años se convirtió en la primera persona en utilizar la controvertida cápsula Sarco. Apodada el “Tesla de la eutanasia”, es un dispositivo para realizar un suicidio asistido en Suiza. Este hecho ha generado un intenso debate sobre los límites éticos y legales del uso de tecnología en la eutanasia.
El uso de la cápsula Sarco marca un hito en el suicidio asistido, pero también ha despertado preocupación y controversia entre las autoridades. Críticos aún discuten la legalidad de este dispositivo futurista.
El pasado 23 de septiembre de 2024, una mujer identificada como Ann, sufría de una enfermedad dolorosa e incurable. Ese día decidió poner fin a su vida utilizando el dispositivo Sarco en un bosque del cantón suizo de Schaffhausen. La cápsula fue diseñada por el doctor Philip Nitschke, fundador de Exit International. Está destinada a facilitar una “muerte en paz, sin el uso de medicamentos”, según el propio creador del aparato.
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La cápsula Sarco es un “capullo” impreso en 3D que funciona liberando nitrógeno, lo que desplaza el oxígeno en el interior y causa la muerte en cuestión de minutos. La máquina ha sido apodada el “Tesla de la eutanasia” por su diseño vanguardista y su enfoque tecnológico, que permite al usuario iniciar el proceso con solo presionar un botón.
Aunque el suicidio asistido es legal en Suiza, las autoridades suizas han manifestado su preocupación por el uso de Sarco. La ministra de Salud, Elisabeth Baume-Schneider, señaló que la cápsula no cumple con las normativas sobre la seguridad de los productos ni con la legislación vigente sobre sustancias químicas, lo que podría poner en duda su legalidad.
Además, varias personas relacionadas con la operación de Sarco fueron detenidas tras el procedimiento, incluidas autoridades del proyecto y un periodista.
Los defensores de Sarco, incluido su creador, argumentan que esta tecnología proporciona a las personas una forma digna y controlada de morir. La posibilidad de que el propio usuario decida el momento exacto de su muerte sin la intervención directa de un médico es uno de los aspectos que más destacan. Sin embargo, críticos señalan que el dispositivo plantea serios interrogantes sobre la seguridad y el control del proceso.
El uso de Sarco marca un precedente en la intersección entre la tecnología y la eutanasia. Si bien el dispositivo ha sido diseñado para cumplir con las leyes suizas, la polémica sobre su uso sugiere que todavía queda mucho por discutir antes de que este tipo de tecnología se generalice.
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La primera muerte asistida utilizando el Sarco ha abierto un nuevo capítulo en el debate sobre el derecho a morir y el papel de la tecnología en ese proceso. Si bien algunos ven en este avance una herramienta para morir con dignidad, las autoridades y los críticos piden cautela ante los posibles riesgos legales y éticos.
