Hasta hace un par de años, la palabra unicornio en el mundo del emprendimiento de México y gran parte de América Latina estaba limitada a la figura mítica de la criatura a la que hace referencia, una fantasía que se anhelaba en el imaginario colectivo del ecosistema pero que no lograba gestarse por completo. Sin embargo, la aceleración digital, la expansión del comercio electrónico y la necesidad de conexión, en gran medida provocados por la pandemia (aunado a otros factores), provocaron un efecto de bola de nieve que permitió no a una, sino siete startups mexicanas alcanzar el tan anhelado hito de convertirse en unicornios en un lapso menor a los 18 meses. Esa bola de nieve no ha dejado de girar colina abajo y representa una oportunidad única para el ecosistema que por nada debemos desaprovechar.
Para entender su explosión vale la pena mirar que el fenómeno no está limitado a México o América Latina. Basta ver un análisis reciente de CB Insights que estima que en el mundo entero existen alrededor de 936 startups unicornios en todo el planeta, empresas cuyo valor acumulado rebasa los 3 billones de dólares y donde algunas de ellas, como SpaceX o Stripe, rebasan valuaciones de más de 90 mil millones de dólares. Y si bien el número de unicornios no parece masivo, si se compara con los 80 unicornios que existían en 2015 deja en claro el valor, impacto y madurez que el ecosistema emprendedor ha alcanzado en menos de una década. Aunque Estados Unidos y China acumulan más del 60% de ese ecosistema, el emprendimiento de América Latina juega un papel vital dado que una quinta parte de los unicornios en el mundo pertenecen al mundo Fintech y que ya ha comenzado a explotar; un análisis reciente de S&P Global estima que durante 2021 las startups lograron levantar alrededor de 10 mil millones de dólares de inversión, un crecimiento en la generación de capital de casi 88% en menos de 5 años, cuando el ecosistema apenas rebasaba los mil millones de inversión.
El análisis de S&P Global incluso subraya que este momentum no cesará, incluso frente a los indicios del fin de la pandemia, pues en una región “donde los diferenciales bancarios siguen siendo altos y la penetración del comercio electrónico se mantiene por debajo del 10%”, la startups de fintech, servicios de internet y comercio electrónico han encontrado una oportunidad ideal para crecer e incluso expandir sus operaciones en toda la región. Ese potencial, según estimaciones de Latam Fintech Hub, podría hacer que en los siguientes años más de 30 startups mexicanas alcancen el estatus de unicornio convirtiendo al país en uno de los semilleros más importantes a nivel global. No solo en beneficio del ecosistema emprendedor, sino también como motor clave en la reactivación y recuperación económica del país, toda vez que las generaciones jóvenes de startups crean el 50% de los puestos de trabajo en las regiones de la OCDE, de acuerdo con estimaciones del organismo.
Es vital no perder de vista el valor, apoyo y formación no solo de los potenciales unicornios, que al igual que firmas como Konfio, Kavak o Bitso crearán disrupción o transformaciones radicales en los próximos años, sino también de aquellos innovadores y emprendedores cuyos modelos de negocio apenas comienzan y cuya trayectoria hacia la presea del unicornio aún no está a la vista y se mantiene como un anhelo fantástico. En Google estamos convencidos que programas como Accelerator Latin America, que actualmente tiene su primer programa dedicado casi en su totalidad a startups mexicanas, juegan un papel vital para esos emprendedores en esas primeras fases de crecimiento para el futuro. Dotar a las nuevas generaciones de startups con esos cimientos, visibilidad y apoyo jugarán como las claves para que durante los siguientes años el efecto de bola de nieve se transforme en uno de avalancha, que podría elevar al emprendimiento mexicano a por fin alcanzar un potencial y madurez similar al de Startup Nations como Israel. El secreto del emprendimiento latino es no perder de vista nunca a la base de la pirámide.
