



Ser curioso es una cualidad que por siglos ha sido devaluada, pues en muchas ocasiones se le asocia con personas metiches o que quieren saber de todo. Pero las cosas han cambiado, pues hoy es una de las más requeridas para insertarse o desarrollarse laboralmente.
La curiosidad es algo que traemos innato desde que nacemos. Los bebés captan, perciben y empiezan a interactuar con su entorno a partir de la experiencia y de querer saber más. La edad de los “¿por qué?” es otro ejemplo, y cuando se empieza el proceso de educación formal, se convierte en una aliada para el desarrollo de las habilidades de todo tipo.
Diversos estudios sobre el comportamiento humano, como los de Infojobs y del Foro de Davos , afirman que los trabajadores curiosos tienen un desempeño mayor a la media. Aquellos que mantienen una actitud entusiasta, de proactividad para conocer acerca de nuevas tareas, procesos y métodos, desarrollan una capacidad mayor de sinapsis cerebral para combinar información diversa y hacer que ésta genere un resultado superador.
También se ha demostrado que una persona curiosa , por el simple hecho de serla, aprende más rápido cuando enfoca bien su energía en un tema determinado. Esto sucede porque le dedica un mayor poder de atención, foco e intención. Al producirle un intenso placer y satisfacción, incorpora esos conocimientos a mayor velocidad.
La palabra “curiosidad” proviene del latín curiositas y significa “deseo de saber”. Sus componentes léxicos son: cura (cuidado, esmero, inquietud, ocupación), más el sufijo – dad (cualidad). En el mundo laboral hay profesiones que se asocian más frecuentemente con la aplicación de la curiosidad como herramienta habitual de desempeño como es el caso del arte, la publicidad, el marketing y la educación.
Sin embargo, el desafío de las organizaciones es despertar el espíritu curioso en procesos rutinarios, puramente operativos. ¿Se puede lograr? Sí: la respuesta es lo que se denomina el liderazgo inquieto. Independientemente del lugar, tarea o posición que ocupe una persona, siempre es posible ser curioso. Por caso, hay muchos ejemplos de reuniones de creativos de publicidad, donde aparece la señora del servicio de limpieza, hace un aporte, ¡y allí estaba la respuesta!
También conozco cientos de casos de colaboradores de empresas donde he entrenado equipos, en los que las personas que están más atentas y dispuestas con su actitud y cierto “hambre” de curiosidad llegan más rápido a ser ascendidos. Por el contrario, aquellos que se limitan a hacer sólo lo que les dicen -o por lo que les pagan- tienden a permanecer estancados en su cargo y sin visos de crecimiento.
A continuación te comparto 5 formas de estimular la curiosidad, propia y en un equipo:
Como vemos, el límite siempre es auto impuesto. Sólo si se quiere, se puede. Lo fundamental es tener presentes los beneficios que trae el ser curioso; ayudará a resolver problemas complejos más rápidamente, tomar decisiones en tiempo récord, y aplicar el conocimiento natural -intuición, sensaciones, “escuchar las tripas”- como estrategias complementarias para crear una nueva experiencia de conocimiento. Esto se da siempre que te abras a lo nuevo y seas curioso en todo momento.
Como decía Einstein, “la mente es como un paracaídas: sólo funciona cuando se abre”.