
La transformación del comercio electrónico en México, más allá de posicionar al país como uno de los epicentros en el sector de innovación digital, es una radiografía nítida del nuevo perfil del consumidor mexicano, que cada vez está más conectado, es más exigente y móvil, y se inclina más a buscar experiencias digitales, seguras, personalizadas y sin fricciones.
De acuerdo con el más reciente informe de Nuvei, Guía de Expansión Global para mercados de alto crecimiento (parte 3): México & Hong Kong, en cinco años, el comercio electrónico en México se duplicará, pasando de 96.7 mil millones de dólares en 2024 a más de 184 mil millones en 2027, con una tasa de crecimiento compuesta del 25% anual, una de las más altas de América Latina. Detrás de esa cifra, hay una reconfiguración económica, tecnológica y cultural que vale la pena entender, porque marca el rumbo del consumo en la próxima década.
El primer gran cambio está en quién compra. Con una edad promedio de 30 años, México tiene una población joven, hiperconectada y digitalmente activa. En 2024, el 78% de las compras online se realizaron desde un smartphone y, para 2027, se espera que esta cifra supere el 82%.
Esta preferencia no es coyuntural: es estructural. El comercio móvil ya no es una opción, es el nuevo estándar.
Esta generación, además, está mejor preparada económicamente: la expansión de la clase media y la penetración de internet —que ya alcanza al 81.2% de la población— están democratizando el acceso a bienes, servicios y plataformas digitales. Sectores como el retail concentran tres cuartas partes del volumen de comercio electrónico en el país, impulsando categorías como moda, tecnología y belleza.
Otro cambio clave es cómo se paga. Si bien el efectivo sigue teniendo presencia en algunos segmentos, su uso en comercio electrónico caerá del 6% al 3% en los próximos tres años. En paralelo, las billeteras digitales y las transferencias en tiempo real están ganando tracción con crecimientos de doble dígito.
Soluciones como Mercado Pago, PayPal o Spin by Oxxo, junto con herramientas como DiMo y CoDi, están acelerando una transición hacia métodos de pago más ágiles y accesibles. Las tarjetas de débito también están ganando terreno frente a las de crédito, en parte por la preferencia cultural por evitar el endeudamiento y por una mayor bancarización digital. Para las empresas, esto implica repensar la estrategia de pagos: localizar opciones, reducir fricciones y construir confianza se vuelve una prioridad.
El 79% de los compradores mexicanos ya utiliza sitios internacionales. Esto refleja no solo un apetito por marcas globales, sino también un mayor dominio digital del usuario. Para 2027, el comercio cross-border representará más del 26% del volumen total de comercio electrónico en México. Esta internacionalización obliga a los comercios locales a competir con estándares globales: mejores precios, logística eficiente, servicio al cliente y —sobre todo— experiencias de pago tan confiables como flexibles.
A pesar del crecimiento, persisten desafíos estructurales. La confianza en las plataformas sigue siendo un tema crítico: la percepción de fraude, la protección de datos personales y la claridad en los términos de servicio siguen preocupando al consumidor. Frente a esto, muchas empresas están apostando por tecnologías como tokenización, biometría e inteligencia artificial antifraude, además del cumplimiento de estándares como la Norma Mexicana para Comercio Electrónico.
Por otro lado, la inclusión financiera sigue siendo una deuda pendiente: aunque ha habido avances, como la penetración de productos financieros que pasó del 68% en 2018 al 77% en 2024, aún hay millones de consumidores fuera del sistema formal. El reto ya no es solo digitalizar, sino incluir.
La evolución del comercio electrónico en México nos habla de mucho más que ventas en línea: nos revela un país en plena transformación, con una clase consumidora más informada, con mayores expectativas y con nuevas reglas de lealtad. Para las empresas, la oportunidad está en anticiparse: entender al nuevo consumidor mexicano, adaptar sus plataformas y sistemas de pago, y construir relaciones basadas en experiencia, velocidad y confianza.


