La cultura pop de Japón es un fenómeno mundial. Pero desde hace dos décadas, la CDMX ha tenido un nicho especial para ella y ya un ícono de la capital del país: la Frikiplaza.
El anime y el manga, provenientes de Japón, son una vigorosa industria y expresión cultural de aquel país. Son seguidos por gente alrededor de todo el mundo. La Ciudad de México no podía ser la excepción. Uno de los espacios pioneros de la capital mexicana (sino es que el primero), dedicados a la cultura pop nipona es la Frikiplaza, desde hace un poco más de veinte años.
Los orígenes: la llegada del anime y el manga a México
Los años sesenta pueden considerarse la fecha en que a México llego el anime. Concretamente, en la televisión nacional durante aquella década, empezaron a transmitirse producciones japonesas como Señorita cometa (Kometto-san). También se transmitieron trabajos animados como Astroboy (Tetsuwan Atomu), Meteoro (Mach GoGoGo) y Mazinger Z (Majingā Zetto).
Si bien aquellas producciones fueron muy populares entre la audiencia mexicana, no sería hasta los años ochenta y sobre todo, en los años noventa, en que el anime vió el inicio de su boom. Sailor Moon (Bishōjo Senshi Sērā Mūn), Samurai X (Rurōni Kenshin -Meiji Kenkaku Romantan-), Los Caballeros del Zodiaco (Saint-Seiya), Neon Genesis Evangelion (Shin Seiki Evangerion) y por supuesto, Dragon Ball, fueron los animes que dieron el campanazo para un fenómeno cultural en México.
Gracias a la enorme popularidad alcanzada por las animaciones japonesas, diferentes editoriales mexicanas empezaron a publicar los mangas en los que estaban basadas. Hay que recordar que el manga es la historieta japonesa. Una de esas editoriales, fue la hoy extinta Vid.
Ya en la primera década del siglo XXI, tanto en la televisión abierta como privada, se emitieron diferentes animes. Se empezaron a traducir y publicar más mangas, muchos de ellos considerados de culto. La aparición del internet ayudó a la difusión de ambos, además de permitir la interacción con la cultura pop de Japón. Es en esta época, cuando los primeros foros en línea ayudaron a que personas aficionadas al anime y al manga pudieran conocerse.
La creación de la Frikiplaza y el surgimiento de una nueva tribu urbana: los otakus
Con todo este ambiente en constante crecimiento, en el año 2003 se abrió el Bazar del Entretenimiento y el Videojuego, hoy Frikiplaza. Desde ese entonces se ubica en el número 9 de la avenida Eje Central Lázaro Cárdenas, en el centro histórico de la Ciudad de México. El cambio de nombre se debió a que popularmente se le empezó a llamar «frikiplaza», en alusión a que a ella acudían «frikis», es decir, personas «raras», aficionadas a las historietas y «los monos chinos».
En un inicio, en la Frikiplaza se comercializaban productos para la comunidad interesada en los cómics y la cultura pop de Japón. Paulatinamente, el sitio se volvió un importante punto de reunión, con lo que fue experimentando un crecimiento a lo largo de los años. Y es que además de haber en ella compra-venta de figuras, mangas y discos DVD, la plaza se fue convirtiendo en un espacio idóneo para la convivencia entre personas que gustaban de esta temática, ya que en otros espacios no tenían un buena acogida.
Hay que recordar que también durante la primera década del siglo XXI, en México y su capital, surgió precisamente un grupo urbano de jóvenes aficionados al anime, el manga y la cultura pop de Japón. Llevaban vestimentas y ornamentos de sus personajes favoritos, y adoptaban modismos del País del Sol Naciente. De forma despectiva, se les empezó a llamar otakus, usando un préstamo linguístico del japonés.
Y es que al otro lado del Océano Pacífico, la palabra otaku designa a las personas aficionadas a un artista, a un hobbie, a un deporte o a algún anime. Sin embargo, gracias a un ensayo del periodista japonés Akio Nakamori en la revista Manga Burikko, surgió el significado que le damos en México y el resto de Occidente. Es decir, el término pasó a designar a la gente que es exclusivamente aficionada de la cultura pop de Japón. De acuerdo a la propia Real Academia de la Lengua (RAE), otaku significa ser extravagante, raro, excéntrico y desmesurado en su afición.
Lo anterior es evidentemente un estereotipo. Pero durante varios años, designó y estigmatizó a muchas personas jóvenes, simplemente por gustar del anime. Por ello, la Frikiplaza se volvió un lugar seguro para los otakus de la Ciudad de México, ante el constante acoso y la incomprensión generalizada, incluyendo la de sus padres o la de los medios de comunicación.
La Frikiplaza en la actualidad
Afortunadamente los tiempos han cambiado. Con la entrada del anime a las plataformas de streaming, la afición por los productos culturales y de entretenimiento de Japón ya es general, además de global. Ahora, una enorme cantidad de personas ven la última película del Estudio Ghibli o producciones tan ambiciosas como Jujutsu Kaisen.
La Frikiplaza sigue ofreciendo un enorme catálogo de productos, a lo largo y ancho de sus cuatro pisos. Desde mangas, animes en formato DVD, ropa para hacer cosplay, hasta comida japonesa, videojuegos, y todo tipo de eventos relacionados. La oferta se ha extendido a un fenómeno musical reciente, el K-Pop, el cual ya forma parte de este ecosistema social. También en ella se realizan concursos de cosplay (disfrazarse de personajes de animes, mangas o cómics), de coreografías musicales, pequeños conciertos de artistas japoneses, así como torneos del famoso juego Yu-Gi-Oh!
Tanto ha sido el impacto que ha tenido a lo largo de los años, que diferentes televisoras y youtubers japoneses han venido a conocer la Frikiplaza. Inclusive, estos visitantes la han llegado a llamar «la Akihabara de la Ciudad de México». Esto es un claro paralelismo que establecen con el distrito tokiota dedicado al anime, manga y videojuegos.
Por Aldo Vicencio