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Piñata To Go: las piñatas portables que se arman en 15 segundos

Yanalteh Solis, fundadora de Piñata To Go, sufrió un desfalco de dos millones de pesos que la hizo perder todo.

Piñata To Go: las piñatas portables que se arman en 15 segundos
Piñata To Go: las piñatas portables que se arman en 15 segundos © Cortesía: Shark Tank México

Yanalteh Solis, directora y fundadora de Piñata To Go, decidió festejar que su hija había concluido la primaria con un viaje a Disneyland. Nunca sospechó que ese tiempo ausente de su empresa sería suficiente para que un empleado de su confianza la estafara por dos millones de pesos. Desfalco que su compañía no pudo solventar y que la hizo perder todo: clientes, proveedores, la fe en Dios y la puso en riesgo de ir a prisión.

La amenaza de afectar a su hija no la dejó proceder legalmente. Vendió todo lo que tenía y trabajó para pagar la deuda. Sin embargo, esta emprendedora nunca se rindió ni abandonó su sueño de continuar con su empresa. Dos años después, una llamada de parte de Shark Tank México le devolvió la esperanza para continuar con su negocio.

Hoy, Piñata To Go produce 20 mil piñatas mensuales y a finales de este 2017 entrará a tiendas como Liverpool, Sears y Chedraui. Así, esta mujer de negocios busca tener nuevos clientes, ventas, exportaciones y llevar la identidad mexicana a todas partes del mundo.

Joven, emprendedora y mamá

Yanalteh Solis, de 32 años de edad, estudió la licenciatura en Mercadotecnia en el Institituto Tecnológico de Monterrey (ITESM) y meses antes de graduarse decidió emprender por su hija, para poder dedicarle más tiempo. Pero tenía tres cosas en contra: era joven, emprendedora y madre soltera.

Pero eso no la detuvo. Se acercó a la incubadora de la universidad para iniciar un negocio de exportación de productos mexicanos. Sin embargo, no estaba segura de lo que quería exportar. Comenzó a investigar para saber qué tipo de producto era el ideal y encontró que la piñata es un top of mind mundial. Así, con un capital de 30 mil pesos en 2010 inició Piñata To Go, empresa de piñatas portátiles que se arman en 15 segundos.

Yanalteh se inspiró en las lámparas chinas que cuentan con este tipo de estructura, pero durante dos meses realizó modificaciones para que  sus diseños pudieran cargar dulces y volverlos una piñata convencional. También trabajó en la creación del empaque, el logo y el marketing. Después de eso se dedicó a comercializarla en exposiciones pequeñas, mientras sus compañeros de la escuela ya tenían empleo.

“Se burlaban de mí, me decían que para qué había estudiado en una universidad tan cara y había sacado mención honorífica, si iba a terminar siendo piñatera”, platicó la emprendedora para Emprendedor.com.

Poca gente la apoyó, entre ellos algunos profesores. “En México no aprueban si alguien quiere emprender, sobre todo si no tienes capital para empezar. Nadie te motiva a seguir. Así lo sentí después de iniciar algo de la nada y hacer que la gente entendiera el concepto”, explica.

Además, la fundadora de Piñata To Go reconoce que emprender se vuelven el doble de difícil si eres joven, pero se complica aún más cuando eres madre soltera. Yanalteh tuvo a su hija a muy temprana edad, y, además de tener la obligación de trabajar, debía de estudiar y mantener un buen promedio para que no le quitaran la beca con la que contaba.

Pero ella sabía que iba por buen camino. “Mucha gente que conocía el producto me decía que les quitaba un gran problema: el tamaño con lo que evitaba que se maltratara”, recuerda la emprendedora. Lo que Yanalteh logró con su producto es empaquetarlo en una caja triangular lista para llevar, reducir el volumen y evitar “mandar puro aire”, dice.

La gente la relacionaba con las pizzas por su empaque. “Llegaban y me decían, ‘ ¿En dónde está la piñata para llevar?’, de ahí surge su nombre”, comenta la fundadora.

Conforme su producto adquirió popularidad solicitó un préstamo a Nacional Financiera por 500 mil pesos. Gracias a este capital su empresa empezó a tener un crecimiento importante. Su impulso era tal que contaba con 64 empleados, tenían una producción mensual de 22 mil piñatas únicamente de pedidos, algunos de sus clientes eran Coppel, Sanborns, Costco, y contaba con un contrato con una farmacia en Estados Unidos.

Además exportaba a Shangai, Australia, Europa y Canadá. “Ahí estaba en el pico más alto. Todo estaba bien. No dormía, no comía, pero mi empresa iba muy bien”, recuerda Yanalteh.

Dale, dale, dale

Yanalteh, es originaria de Celaya, Guanajuato, pero creció en Querétaro y tiempo después vivió en la Ciudad de México. Huérfana a muy temprana edad, esta emprendedora fue preparada, sin querer, para soportar los duros golpes de la vida que vendrían en el futuro.

En 2014, con cuatro años en el mercado, una persona que era de confianza y trabajaba con ella, aprovechó el momento en el que Yanalteh se encontraba de viaje con su hija en Disneyland para hacer un fraude por dos millones de pesos. Desfalco que su empresa no pudo solventar, por lo que se vio obligada a vender todo lo que tenía, a perder proveedores y clientes y despedir a sus empleados.

“No pude proceder legalmente porque esta persona me amenazó con hacerle daño a mi hija, y eso no lo podía permitir”, recuerda con un nudo en la garganta Yanalteh.

Corría el riesgo de ir a la cárcel, así que tuvo que emplearse para saldar su deuda, pero no lo hizo en cualquier lugar. Trabajó en la fábrica más grande de piñatas a nivel mundial “Sagui”, ubicada en Monterrey.

“Con el trabajo que me dieron unos amigos en esa fábrica, pagué todo lo que pude y me seguí desenvolviendo en el ramo de las piñatas. Inicié de nuevo y aprendí de los mejores”, recuerda la fundadora. Pese a todo nunca cerró la empresa.

La torta bajo el brazo

Dos años después de estar en Monterrey logró saldar todo, poner a su empresa en números negros, armar con stock y comenzar con algunas ventas, aunque el único cliente que pudo conservar fue a Sanborns por cuestión de producción.

Volvió a Querétaro para recuperar la empresa como estaba y “del cielo cae Shark Tank, justo cuando empecé a retomar todo”, recuerda entre risas. La llamada que le daría un giro a su empresa y a su vida llegó el día del cumpleaños número 15 de su hija, el 28 de diciembre de 2016.

“He tenido a la mejor hija del mundo. Es muy fuerte y ha resistido todos los cambios de ciudad, de escuela y de amigos. Mi hija no trajo torta bajo el brazo cuando nació, tardó en llegar 15 años, pero llegó”, reconoce la joven mamá.

Ahora ya cuenta con una nueva maquila en la CDMX , así como un nuevo diseño de caja, logo y eslogan. Su producto principal es la piñata estrella que tiene un precio al público de 299 pesos y se puede adquirir en línea o en supermercados. El diseño de la estructura cambió para hacerla más resistente y con la capacidad de carga de 7 kilos de dulces.

La producción actual de pedidos es de 20 mil piñatas al mes, una cantidad similar a la que tenía en 2014. Además cuenta con tres tipos de clientes: el final que es el consumidor, las empresas que las utilizan como regalo o para decoración, y el promocional que piden piñatas de cierto color y medida.

“Es como si los siete años pasados sirvieran de historia. Nada de lo que estaba antes, está ahora. Son nuevos clientes, nuevas metas, nueva visión, todo es nuevo. Esos dos millones de pesos fueron una maestría muy cara, aprendí muchas cosas y sobre todo a valorar mi salud, mi persona, la gente que se queda ahí en las buenas y en las malas”, platica.

Piñata To Go fue una de las empresas que se presentaron en el capítulo final de la segunda temporada de Shark Tank México: navegando con tiburones , de canal Sony que se transmitía los viernes a las 10 de la noche. Esta empresa contó con el apoyo de los tiburones Rodrigo Herrera y Arturo Elías Ayub , con una inversión de 2.5 millones de pesos por el 50% de participación.

Para diciembre de este año Piñata To Go tiene planeado entrar a Liverpool, Sanborns, Sears y Chedraui. Buscará estar en aeropuertos y retomar las exportaciones que tenía.

Para esta emprendedora, Piñata To Go es como su hija, porque así es la “única manera de ver a una empresa para poder aguantar todo lo malo y todo lo bueno. Es como un hijo que apoyas y no puedes dejar en el camino. De lo que puedo estar más orgullosa es que no me rendí”.

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