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De niña veía las revistas de diseño y arquitectura de su padre. Hoy Nataly Rodríguez fabrica mobiliario de lujo a base de uva, hongos y piña

Nataly Rodríguez está construyendo una marca mexicana de lujo con piezas de diseño con materiales de origen vegetal que ella misma produce.

Nataly Rodríguez construyó una marca con alma social.
Nataly Rodríguez construyó una marca con alma social. © Cortesía.

Nataly Rodríguez siempre fue curiosa desde que era pequeña, y fue precisamente esa inquietud lo que la llevó a explorar el mundo del diseño. Recuerda cuando hojeaba las revistas de diseño y arquitectura que coleccionaba su padre, los días que se la pasaba dibujando y preguntándose cómo se fabricaba cada uno de los objetos que descubría. “Era fan de los programas de Canal Once en donde iban a las fábricas y explicaban cómo se hacían las cosas”, relata la emprendedora.

Hoy, con menos de 30 años, Nataly está construyendo una marca con alma y propósito social, enfocada en dejar de usar materiales convencionales como pieles de animales y usar como alternativa materiales de origen vegetal para la elaboración de artículos. Ella diseña y fabrica mobiliario de lujo para uso interior y exterior que van desde taburetes, divanes y mesas, hasta esculturas y productos con textiles, todos amigables con el medio ambiente.

Cortesía de Nataly Rodríguez

Aunque su pasión por el diseño surgió cuando era niña, en 2016 decidió convertirla en negocio hasta después de estudiar la carrera de diseño industrial en el Tec de Monterrey. Ahí pudo darle forma a la idea que tenía y elaborar su plan de negocio aprovechando las herramientas de la incubadora de esta universidad. Después de concluir su maestría en la universidad de Elisava, en Barcelona, España, decidió arrancar oficialmente este proyecto en México.

Primero hizo una investigación de campo para saber si su proyecto era viable. “Me acerqué a profesionales de distintos materiales y gente de etnografía que estudia a la población y sus gustos, además de las tendencias vienen en el mercado”, explica Nataly. Fue así como se percató de que viene una tendencia muy fuerte en cuanto a consumo de materiales sustentables, de hecho, dice la diseñadora, en Europa es una práctica que se ha vuelto común.

Su incursión en el mundo del diseño

Sus primeras creaciones como diseñadora fueron piezas de diseño elaboradas con bambú , una planta natural que se utiliza desde la época prehispánica para la construcción de hogares y elaborar artesanías. También utilizó la piel de los hongos que crecen en el bosque, que después de ser tratados pueden convertirse en un textil que llega a tener una textura similar a la de una tela de seda.

Después de varias pruebas, errores y aprendizajes, llegó la oportunidad de lanzar y comercializar su primera colección llamada MIDAS , con piezas confeccionadas a partir de la cáscara de piña. Sí, me refiero a la fruta. “Es un ecotextil sustentable y amigable con el medio ambiente. Es durable como una piel convencional y no matamos ningún animal para su creación”, dice Nataly, “cuando acaba la vida útil del producto no contamina, es biodegradable”.

Esta colección incluye seis piezas: el diván MIDAS, dos coffe tables, bar cart, Narcissus (espejo) y Gaia (escultura). Están hechas principalmente de piel de piña, metal con acabados latonados, hoja de oro, cristales, y espejos. Esta creación hace referencia a MIDAS, el rey que convertía en oro todo lo que tocaba. Con este proyecto, Nataly debutó como los grandes diseñadores en Design Week México en 2018, en donde nuestro país fue la capital mundial del diseño. Y por si fuera poco, participó en Design Week Milán realizada en Italia representando a México, una de las ferias más importantes de diseño a nivel mundial.

Cortesía de Nataly Rodríguez

Actualmente está trabajando en una nueva colección a la que ha llamado La Mexicana, y estará conformada por piezas elaboradas con la piel de la uva. En este proceso se ocupa el bagazo de la uva que se genera en la elaboración de vino y mezclado con otros materiales se puede llegar a producir textiles.

Nataly aclara que con esta metodología, el impacto ambiental es en menor medida, pues utiliza materiales de origen vegetal combinados con otros materiales como madera y metales, siempre y cuando sean fabricados con prácticas sustentables. En el caso de la piña, las cáscaras pasan por un proceso de secado y deshebrado hasta obtener hilos, y después se entretejen para formar el textil. Después se complementa con otros acabados. Es por esta razón que el costo de sus piezas es elevado, entre 25 mil y 95 mil pesos.

Por ahora solamente vende en exhibiciones y a través de su página web, aunque adelanta que ya está cerrando contratos con algunas tiendas de diseño interesadas en ser puntos de venta de esta marca que lleva el nombre de Nataly Rodríguez. Este negocio empezó como una marca de nicho, pero planea hacerlo escalable para llevarlo al siguiente nivel haciendo alianzas comerciales con empresas enfocadas en la industria del diseño, y que porten la camiseta en favor del medio ambiente.

Cortesía de Nataly Rodríguez

Confiesa que el crecimiento de su negocio es un tema que no ha dejado de rondar en su cabeza, pero está consciente de que debe alistarse para tener la capacidad de producción adecuada que le permita atender la demanda de sus clientes en un futuro. Reconoce que la parte más difícil hasta ahora ha sido empezar y estar al frente de este negocio, pues aunque tiene expertise en diseño industrial, ha tenido que prepararse en temas de finanzas, contabilidad, patentes, derecho, entre otros.

El negocio de Nataly ya está en marcha gracias a su talento, al dinero que ahorro y con el apoyo de sus padres. Ahora su meta es consolidar el negocio, abrir su propia tienda y expandirse a nivel internacional. De hecho, ya está alistándose para conquistar el público asiático con sus diseños de piel de uva.

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