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¿Los cacahuates japoneses son conocidos como cacahuates mexicanos en Japón? Esta es la historia de amor detrás de esta botana

Yoshiegei Nakatani perdió su trabajo cuando su jefe fue acusado de espionaje en la Segunda Guerra Mundial y no tuvo otra opción más que comenzar su propio negocio.

© Colección familia Nakatani / Nipon

No hay partido de futbol, reunión con amigos o barra de bar en México que no tenga un plato de cacahuates japoneses, pues esta botana es un ingrediente básico de cualquier reunión social. Sin embargo, estas nueces capeadas con harina y salteados con especias en realidad se crearon en este país. Entonces, ¿por qué los llamamos cacahuates japoneses?

Cacahuates japoneses: Una historia de amor

Todo comenzó cuando en 1932 llegó el barco Gueiyamaru al puerto de Manzanillo, Colima. En él viajaban varios ciudadanos japoneses en busca de nuevas oportunidades que pudieran llevarlos a Estados Unidos eventualmente. Entre todos los inmigrantes se encontraba Yoshigei Nakatani, un hombre que encontraría en México el amor y una nueva “vida impulsada por cacahuates”.

En esa época previa a la Segunda Guerra Mundial, a México solo se les permitía entrar a los japoneses que habían sido invitados por un residente mexicano; Nakatani llegó con la empresa de botones llamada El Nuevo Japón.

Cédula de ingreso de Yoshihei Nakatani Moriguchi a México/ Foto: Museo de Japoneses Americanos de la Ciudad de Los Ángeles vía México Desconocido

En su autobiografía “Ese árbol aún sigue en pie”,  Nakatani recuerda el momento exacto en el que se bajó del barco en la costa mexicana.

En un mundo mucho menos globalizado que el de ahora, el choque cultural que vivieron los japoneses al llegar al occidente era muy fuerte. Varios migrantes se casaban con una mexicana poco tiempo después de su llegada para asegurar su vida en el país. Nakatani fue uno de ellos.

“Conoció a mi mamá porque le rentó a mi abuela materna un cuarto y le gustaba mucho cantar, fue el cantante oficial de la colonia Japonesa”, narró en una entrevista el cantante Yoshio, hijo de la pareja. “No hablaba nada de español y se subía a la azotea a cantar. Mi madre era la que lavaba la ropa de la familia y se veían en la azotea. Mi padre le preguntaba cómo se decían las cosas en español y al año se casaron. Nunca habló bien el español, pero se daba a entender”.

La Segunda Guerra Mundial le quitó su trabajo

Al estallar el conflicto bélico entre las fuerzas Aliadas y el Eje, las cosas se complicaron. El dueño de El Nuevo Japón, Kato Shiokai, fue deportado a Japón por sospecha de que era un espía (casi al mismo tiempo de la expulsión de cientos de espías nazis de tierra azteca). Debido a esto cerró su negocio y Nakatani perdió su trabajo. Al ya tener una esposa y seis hijos que mantener, era necesario encontrar un sustento lo más rápido posible.

Uno de los almacenes “El Nuevo Japón”, propiedad de Heijiro Kato / Foto: Museo de Japoneses Americanos de la Ciudad de Los Ángeles vía México Desconocido

Junto con su esposa Emma, Nakatani empezó a vender distintas botanas desde su casa. Yoshigei recordó que cuando era joven hacía dulces en su pueblo natal de Sumotoshi, en Japón. Ahí aprendió a hacer una especie de muéganos tradicionales llamados “oranda” y una técnica para cubrir semillas llamada “mamekashi”. que le servirían de inspiración para sus legendarias botanas.

Nakatani quería crear una botana de cacahuates, soya y harina de arroz, pero tuvo que cambiarla a harina de trigo. Tuvieron mucho éxito en el icónico mercado de La Merced y la Central de Abastos en la Ciudad de México. De hecho, según la página del Instituto Mexicano de la Radio (IMER), los consumidores iban a comprar los cacahuates con el “Sr. Japonés” y de ahí el origen del nombre de la botana.

Imagen: Colección familia Nakatani

Yoshigei y Emma comenzaron a dejar a sus hijos a cargo de las ventas en casa y salían a comercializar el producto a dulcerías. Había tanta demanda que ya no podían seguir produciendo a mano y tuvieron que construir máquinas dentro de su casa para poder acelerar la producción. Al poco tiempo rentaron un local en el mismo barrio para mover las máquinas fuera de su hogar en un local en la alcaldía de Iztapalapa en la Ciudad de México.

La historia de la empresa familiar

En 1950 quisieron hacer el negocio más oficial y lo nombraron Nipón con ayuda de su hijo Armando Nakatani. Una de sus hijas, dibujó a la famosa geisha que hasta el día de hoy se ve en el logo de los empaques de los cacahuates. En los años 70, los hijos del matrimonio siguieron creciendo el negocio y pudieron salir de La Merced.

Según el blog Aurelio Asiain, a partir de 1975 Nipon se convirtió en una empresa en toda forma y registró su marca en 1977. Sin embargo, grandes productoras aprovecharon el tiempo que la familia no había patentado el producto ni el nombre para incluir a los cacahuates japoneses en sus ventas.

En la década de los 80 varias compañías grandes ya vendían los cacahuates y hubo un boom en el consumo de la botana.

La empresa de los Nakatani se enfrentó a varios problemas financieros porque era difícil conseguir el cacahuate en México porque las grandes empresas acaparaban la producción nacional, según contó el cantante Yoshio en una entrevista hace unos años. Nipon tuvo que importar el cacahuate de Brasil.

¿Cacahuates mexicanos?

La empresa de la familia Nakatani siguió operando con normalidad hasta 2017, cuando Nipon fue adquirida por la productora de botanas Totis según narra la marca en su página oficial .

Ahora, la gran pregunta: ¿Los cacahuates japoneses realmente se llaman cacahuates mexicanos en Japón?

De acuerdo con la página de la empresa Mamekichi, a Japón llegaron las mamekichi se consumen en Kioto desde el siglo XV cuando llegaron desde China a través de monjes zen. Sin embargo, entre las muchas variedades que se consumen en la antigua capital japonesa se encuentra la variedad que produjo Nakatani en México.

No obstante, de acuerdo con Vice, la particularidad de los “cacahuates mexicanos” en Japón es que tienen sabor a taco y no porque sean precisamente provenientes de México.

Como quiera que sea, al parecer las nuevas generaciones sí reconocen esa receta particular de cacahuates cubiertos como mexicana.

Lecciones de la historia de Yoshigei y Emma

Aunque con el tiempo, el mundo de negocios ha cambiado, podemos aprender varias cosas sobre el emprendimiento de Yoshigei y Emma:

  1. Encuentra algo novedoso que tienes que aportar al mercado. La familia Nakatani comenzó a vender botanas que ya eran conocidas, pero no fue hasta que decidieron crear un nuevo snack que comenzó su éxito.
  2. Es posible empezar con lo que tienes. Lo único que necesitaron fue una buena idea y hacer publicidad dentro de su misma colonia. No tenían dinero, hacían los cacahuates a mano y los vendían en su misma casa. Optimizaron sus recursos para poder crecerlos.
  3. Busca oportunidades fuera de tu zona de confort. Lo más sencillo para Yoshigei hubiera sido conseguir un empleo, pero decidió trabajar de la mano de su esposa para crear algo propio.

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