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Guía (rápida) para administrar tus finanzas en 2023

¿Sientes que el dinero se te escapa de las manos? ¿Un auto o el enganche para un departamento te parecen objetivos inalcanzables? Haz de estos consejos los 10 mandamientos de tu vida financiera. Y conviértete en todo un inversionista.

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Finanzas-personales © Depositphotos.com

“El ahorro es la base de la fortuna”, dice el refrán. Pero entre muchos profesionales, sobre todo si son jóvenes y solteros, prevalece la tentación al despilfarro. Administrar tus finanzas de manera responsable no sólo tiene que ver con asegurar el futuro, sino con alcanzar objetivos a corto, mediano y largo plazo en temas tan concretos como salir de vacaciones o comprar una casa. ¿Estás decidido a cambiar tu relación con el dinero y a mejorar tu calidad de vida? Aquí van 10 consejos que te ayudarán a hacerlo. Recuerda que ¡nunca es tarde!

1. Dedícale tiempo a tus finanzas. Existe el mito de que las personas económicamente exitosas tienen un don natural para el manejo del dinero o, simplemente, suerte. La realidad es que construir un patrimonio requiere disciplina, constancia y ante todo, que le dediques tiempo.

Comienza por leer lo más que puedas sobre el tema para entender cómo funciona el dinero. Hay libros muy buenos para inversionistas novatos, como el best-seller Padre rico, padre pobre , de Robert Kiyosaki, o Cómo manejar tu dinero (sin enloquecer en el intento) , de Adina Chelminsky.

Además, dedica por lo menos una hora por semana a revisar y analizar tus finanzas. Comienza por calcular el valor de tu patrimonio: para ello, resta al total de tus activos (aquello que posees, como dinero en efectivo, cuentas de cheques, bienes inmuebles, automóviles, muebles, etc.) todos tus pasivos (préstamos, créditos, saldos de tarjetas de crédito, etc.). Este ejercicio te ayudará a reconocer en qué posición financiera te encuentras.

2. Elimina deudas. Endeudarse, significa comprometer ingresos futuros. ¿Algún ejemplo? No poder invertir el dinero para que genere intereses o aprovechar esa rebaja del 50% en la sala que necesitamos.

Aprovecha los aumentos de sueldo, bonos, aguinaldos o fondos de ahorro que recibiste a fin de año para quitarte deudas de encima. Si el nivel de tus pasivos es tal que te sientes en una situación sin salida, pide ayuda. Ponte en contacto con tus acreedores y explícales la situación, ellos serán los más interesados en encontrar la manera de que les pagues. También puedes buscar orientación con tu institución financiera, las agencias de protección al consumidor de tu estado, familiares y amigos de confianza. Es muy importante que seas muy sincero y realista con el acreedor, y contigo mismo, a la hora de fijar la suma que pagarás mensualmente. Y la próxima vez que te tiente la idea de endeudarte para comprar esa pantalla de plasma o irte de fin de semana a Acapulco, recuerda que el dinero debe trabajar para ti. Y no tú para él.

3. Arma tu presupuesto. Si eres de los que termina la quincena en rojo, algo anda mal en tu planificación. Y seguro se trata del llamado “gasto hormiga”, esos despilfarros pequeños e innecesarios en los que caes, como pagar los intereses de la tarjeta de crédito o tirar la despensa que se echó a perder.

Ayúdate con un presupuesto personal. Comienza apuntando durante un mes todos nuestros gastos. Entre más detalles tengan, mejor podrás darte cuenta de cómo debes modificar su patrón de consumo. Te sorprenderás de todo lo que gastas en cosas sin importancia.

Luego suma los gastos fijos, ya sean mensuales (renta, teléfono, colegiaturas) o aquellos con una periodicidad trimestral, semestral o anual (impuestos, seguros, etc.), de los que debes calcular su cantidad mensual correspondiente. Una vez consolidados tus gastos, analízalos y elimina aquellos que consideres superfluos.

Finalmente, haz una distribución de tu sueldo del próximo mes de acuerdo a tus prioridades. No olvides destinar un porcentaje al ahorro, en lo posible no menos del 10%. Considéralo un gasto fijo en tu presupuesto.

4. Endéudate sólo para construir patrimonio. Endeudarse implica una gran responsabilidad, así que reflexiona mucho antes de hacerlo. Solicita un crédito para adquirir bienes como un auto o una casa “que te ayuden a consolidar tu patrimonio”, pero evita hacerlo para comprar electrodomésticos o tomarte esas vacaciones que están lejos de tus posibilidades. Ten en cuenta que la cuota del crédito no debe superar del 20% al 30% de tus ingresos. Si no, seguro te meterás en problemas.

Especialistas recomiendan meditar sobre los siguientes puntos:

– Un crédito afectará todos los aspectos financieros de tu vida. Asegúrate de que puedes pagarlo. También analiza tu forma de gastar y actitud ante los compromisos.
– Considera el costo total del crédito, incluyendo gastos de apertura, comisiones, etc., y tómalo como un costo fijo que debes incluir en tu presupuesto.
– Al recibir tus ingresos, y para evitar tentaciones, lo primero que tienes que hacer es separar la cuota del crédito que debes pagar en determinado periodo.

5. Controla tus tarjetas de crédito. Con las tarjetas de crédito, y la posibilidad de hacer pagos mínimos, la gran tentación es gastar el dinero que no se tiene. Pero por lo general se olvida que los intereses anuales de una tarjeta pueden llegar al 60%, y terminan comprometiendo meses enteros de salario.

Ante todo, una tarjeta debe ayudarte a facilitar el pago de tus gastos (en definitiva, un plástico puede financiarte sin costos hasta 45 días) y a aprovechar ofertas. Por eso la manera más inteligente de usarla es pagar el total de la deuda, algo que en México sólo hace el 30% de los tarjetahabientes. Además, ten mucho cuidado con las famosas “cuotas sin intereses”, ya que si por ejemplo te embarcas en planes de 18 meses para los regalos de navidad, ¡el próximo año seguirás pagando los gastos de estas fiestas! ¿Tiene sentido? No te dejes bombardear por las ofertas de bancos e instituciones financieras y aléjate de la tentación de manejar más de dos tarjetas de crédito. Usa principalmente una para llevar un mejor control de tus gastos y aprovechar los beneficios de programas de membresía. Conserva otra para salir de imprevistos, como la pérdida, robo o clonación de tu plástico principal.

6. Asegúrate. Contra la creencia popular, un seguro es una inversión, no un gasto. Debes cuidar tu patrimonio (el automóvil, por ejemplo) contra imprevistos. Y ni hablar si se trata de la salud. Además, enfrentar una emergencia o situación catastrófica puede quebrar un patrimonio de años. ¿Sabías que una operación de urgencia de apendicitis en un hospital privado puede costar entre $ 80,000 y 150,000 pesos?

Para entender cómo funciona un seguro, los puntos más importantes son:

– Suma asegurada. Es el total de gastos que cubrirá tu seguro.
– Cobertura. Enfermedades, tiempos de espera y hospitales incluidos en tu seguro.
– Deducible. Es un monto fijo de dinero que el asegurado debe pagar al momento de recibir cobertura por un siniestro.
– Coaseguro. Es el porcentaje del costo total del siniestro que queda a cargo del asegurado.
– Servicios asistenciales. Beneficios extra, como traslado en ambulancias y honorarios médicos a precios preferenciales.

Para adecuar el costo o prima de un seguro a tu presupuesto, “juega” con factores como la suma asegurada, el deducible y el coaseguro. No es lo mismo una suma asegurada sin límites que una de un millón de pesos. O un deducible de $4,000 que de $17,000. Analiza tu capacidad de pago y con qué respaldo cuentas en caso de un imprevisto. Y muy importante: contrata con compañías legalmente establecidas.

7. Ahorra con una meta. Ahorrar por ahorrar es muy difícil, y seguramente te desanimarás pronto. El dinero debe ser un medio para ayudarte a alcanzar un objetivo, y no un fin. “Lo más importante es tener una meta a corto plazo, alcanzable, porque nada enseña mejor que el éxito”, dice Mayer, del IFIP.

Tu objetivo puede ser desde cambiar el modelo de tu auto el próximo año hasta entregar el enganche de tu departamento en tres años. Una vez establecida esa meta, y con base en tu presupuesto, debes diseñar un plan financiero para alcanzarla que incluya los siguientes puntos:

– Objetivo de la inversión (¿para qué quiero el dinero?).
– Plazo (¿en cuánto tiempo quiero reunirlo?).
– Capital inicial (¿con cuánto dinero puedo empezar?).
– Instrumentos de inversión (¿cómo voy a maximizar el rendimiento de mis ahorros?).

El broche de oro es tener la disciplina para seguir esa estrategia de inversión. Para ayudarte, hay operadoras y distribuidoras de fondos de inversión que ofrecen domiciliar tus aportaciones periódicas directamente de cuenta de cheques, como si fuera tu cuenta de teléfono o de tv por cable.

8. Pon tus ahorros a trabajar. No dejes tu dinero debajo del colchón y haz que te genere un rendimiento, aunque sea mínimo. No sólo puedes invertir en instrumentos financieros, sino también en un bien de capital para iniciar el negocio propio o hasta en ti mismo, que siempre soñaste con hacer ese diplomado en mercadotecnia para conseguir un mejor empleo.

Si ya te decidiste por un banco o una institución financiera, no te quedes en las tradicionales cuentas de inversión a plazo o los pagarés. Los fondos o sociedades de inversión pueden darte rendimientos más atractivos. Lo importante es que definas cuáles son los recursos que puedes invertir, qué metas quieres alcanzar y qué riesgos estás dispuesto a correr. Acércate a las instituciones financieras para que te ayuden a definir tu perfil de inversionista y a tomar las mejores decisiones. Mide tus riesgos y se paciente. Mucha gente espera ganancias espectaculares en el corto plazo y se desanima pronto.

9. Diversifícate. Si estás decidido a formar parte de en un fondo de inversión, lo mejor, siempre que tu capital inicial lo permita, es que lo distribuyas en dos o tres opciones distintas para así diversificar el riesgo.

Esta diversificación debe estar directamente relacionada con tu perfil de inversionista. Es decir, con tu edad, las necesidades de liquidez, con el horizonte de inversión que te has fijado y con tu nivel de aversión al riesgo. Por ejemplo, si tu meta es entregar el enganche de una casa en cinco años, puedes destinar el 10% de tu capital a un fondo líquido, que te permita afrontar una urgencia; el 20% a un fondo de mediano plazo, que te otorgue rendimientos más interesantes; y el resto a un fondo de mayor riesgo, pero que te asegure ganancias más significativas en el largo plazo (no menos de tres años).

10. Compra divisas sólo para protegerte. Debido a décadas de devaluaciones e inestabilidad económica, muchas personas adquirieron la costumbre de ahorrar en dólares y guardarlos en casa o en la caja de seguridad del banco. Pero, en los últimos cinco años, apostar en contra del peso mexicano no ha sido una alternativa muy rentable para los pequeños y medianos inversionistas.

El panorama no será distinto durante 2008. Los analistas estiman que el próximo año el peso se depreciará alrededor de un 4% frente al dólar, mientras que frente al euro podría hacerlo entre un 6% y 7% a lo mucho. Por eso, la recomendación es que te inclines por esta opción de inversión sólo si tienes deudas o pagos programados en divisas, pero no si buscas maximizar el rendimiento de tus ahorros.

Donde sí pueden obtenerse altos rendimientos al invertir en moneda extranjera es en el llamado Mercado Internacional de Divisas o Foreign Exchange Market (Forex). Es un mercado que opera las 24 horas del día, por lo que tiene una gran liquidez y permite obtener grandes utilidades (o pérdidas) en lapsos cortos. Se trata de uno de los mercados más riesgosos y volátiles, en el que invierten inversionistas poderosos con una cartera muy diversificada, y que pueden darse el lujo de especular y perder.

¿Qué te parecen estas recomendaciones? Si quieres saber más sobre cómo proteger tus finanzas personales, te compartimos cómo enfrentar la inflación.

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autor El equipo editorial de EMPRENDEDOR.com, que por más de 27 años ha trabajado en impulsar el emprendimiento.