El reto de México más allá de Tesla

Para México, el reto no debería ser únicamente cómo atender el caso concreto de Tesla ante una eventual victoria de Trump, sino cómo concretar un proyecto a largo plazo que haga de nuestro país una potencia económica y competitiva.

El contexto internacional para el entorno empresarial de nuestro país se asemeja a una montaña rusa: cuando en el ambiente nacional se comprende y se habla cada vez más de las oportunidades para México del nearshoring, a una distancia muy próxima se vislumbran deseos proteccionistas relacionados a los que serán los resultados electorales en EUA. De inmediato aparece el congelamiento del tan anunciado proyecto que el Gobierno de Nuevo León logró con Tesla para instalar una planta en ese Estado, proyecto que pende de un hilo muy delgado. Una construcción de este tipo genera beneficios por la nada despreciable inversión de 4,500 millones de dólares, 5 mil empleos directos y 30 mil indirectos, además de un mensaje de confianza y estabilidad para nuestro país.

Qué debe hacer México ante la postura de Tesla

¿Peor escenario? Que el proyecto pase de una fase de parálisis a cancelación. ¿Es deseable que esto suceda? Por supuesto que no, pero eso no deberá considerarse una derrota fatal, sino una oportunidad de volver a reflexionar qué acciones impulsar para consolidar la competitividad de nuestro país que goza de una posición estratégica al compartir más de 3,000 kilómetros con la potencia económica más importante. Si bien la posición geográfica es una ventaja en sí misma, no es la única; lo demuestra el lógico razonamiento de Elon Musk cuando declaró que, si se llegaran a poner aranceles en EUA a vehículos producidos en México, no tendría sentido invertir en el país. No es un tema de faltar a la palabra, de traición ni nada semejante; es una conclusión meramente de negocios.

En estrategia, se logra consolidar una posición competitiva encontrando en qué se es distinto y por ello se ofrece una ventaja que no se pueda encontrar en ningún otro lugar. Tenemos la cercanía geográfica, el tamaño fronterizo, el tratado de libre comercio, inversión extranjera directa, una consolidada historia de vecinos y socios, entre otros. ¿No debería ser suficiente? Ya se ve que no porque, tanto en las empresas como en los países, siempre se nos requerirá ser mejores, más competitivos y más dinámicos. Parecería ser que en este momento los incentivos fiscales es uno de los impedimentos más relevantes.

Las Zonas Económicas Especiales

Una alternativa sería retomar el impulso de Zonas Económicas Especiales (ZEE) que comenzó al final del sexenio de EPN y que en el de AMLO se detuvo. Esta estrategia comenzó en Irlanda hace 65 años, pero quien la desarrolló magistralmente fue China en la década de los 80s logrando sacar de la pobreza a 400 millones de personas, consolidar un crecimiento del PIB de entre 7 y 9% anual y pasar de un PIB per cápita de 226 a 8,836 dólares en casi 40 años. Consolidar ZEE requiere disminuir el ISR al 100% por 10 años (50% los siguientes 5 años), créditos fiscales del 50% de cuotas patronales al IMSS por 10 años, aplicación del 0% del IVA en dichas regiones, entre otros.

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El proyecto de largo plazo para México proyectaba una inversión mayor de 42,000 millones de dólares y más de 350 mil empleos. Al comienzo, ya se tenían 86 cartas de intención de empresas, si bien no todas del potencial del Tesla, pero en el conjunto sí se superaba por mucho lo de una sola. Al inicio de este sexenio el proyecto desapareció. Ojalá que el nuevo gobierno levante la mira y planteé retomar, o adaptar algo mejor si así se quisiera explicar, un tema como las ZEE. Para México, el reto no debería ser únicamente cómo atender el caso concreto de Tesla ante una eventual victoria de Trump, sino cómo concretar un proyecto a largo plazo que haga de nuestro país una potencia económica y competitiva.

Héctor X. Ramírez Pérez