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Cómo mi red de contactos femeninos me llevó a escribir un libro

Siendo mujer emprendedora, freelance y autora del libro "Mesa para una", he encontrado consejos espectaculares para administrar mi tiempo, deshacerme del celular y convertirme en esa persona productiva que sueño ser cada que suena el despertador.

Soy asidua lectora de Emprendedor.com, y en particular soy seguidora de su sección de empoderamiento femenino, algo que tiene matices muy particulares en el mundo de los negocios.

Siendo mujer emprendedora, freelancer y autora del libro Mesa para una, he encontrado consejos espectaculares para administrar mi tiempo, deshacerme del celular y convertirme en esa persona productiva que sueño ser cada que suena el despertador.

Sin embargo, hay un artículo que me hizo mucho ruido. La autora (Linda Smith) nos regaló un extenso texto en el que expone algunas de las amenazas de género a las que nos enfrentamos las mujeres, y nos da herramientas para defendernos de los ataques, que pueden venir de hombres como de mujeres.

Con argumentos muy claros y estudios para respaldar sus palabras, Linda nos explica que en nuestro camino habrá “abejas reina” que van a pisotear nuestro nombre. Y al final termina con la reflexión de hay muy pocas mujeres que no vayan a vivir esto en su carrera profesional.

Creo firmemente que yo soy una de ellas.

Y que gracias a eso he logrado lo poco o mucho que he conseguido en mi carrera, incluyendo este artículo publicado en una de las revistas de emprendimiento más importantes.

Cómo me ayudó mi red de contactos femeninos

Mi mayor logro este año fue la publicación de Mesa para una, un libro sobre soltería, amor propio y mejores decisiones que las de conformarte con un patán, publicado bajo el sello Aguilar de Penguin Random House, el mega monstruo del mundo editorial. Mi libro está en la mesa de novedades de todas las librerías del país, junto a títulos como el Pequeño Cerdo Capitalista y la última novela de Coehlo.

Y ese increíble éxito pasó gracias a mi red de mujeres.

Todo empezó con una columna (“Nací sin el gen de hacerme la difícil”, publicada originalmente en Actitudfem y leída por más de un millón de personas), que fue sumando mujeres en un movimiento que no planee: #NacíSinElGen.

Esa columna no hubiera existido sin la motivación de mi jefa en ese momento, y de mis compañeras, amigas y lectoras ocasionales que me hicieron saber que éramos muchas las que nacimos sin ese gen.

Fueron esas mujeres las que me inspiraron a buscar algo más. Gracias a una muy buena amiga (amiga de profesión, de esas con las que intercambias correos y cafés) que trabaja en el área de relaciones públicas de Penguin Random House, terminé sentada con el editor de la sección de No Ficción.

Junto a él estaba otra chica, que terminó siendo mi editora. Ese día nos reímos, nos caímos bien, y sobre todo nos entendimos, y estoy segura de que desde ese momento ella fue abogada de mi causa.

Fue una mujer la que le vio el potencial a mis ideas. Y fue esa misma mujer la que se enamoró de mi proyecto desde la primera entrega, haciéndolo suyo. Ella me presentó a la increíble diseñadora responsable de la portada de mi libro, una portada poderosa, diferente, fuerte.

También fue una mujer la que hizo las ilustraciones dentro del libro, tan sutiles y acertadas que cuando lo tuve en mis manos por primera vez deseé que las palabras le hicieran justicia al trabajo de estas talentosas diseñadoras.

Y han sido mujeres las que me han abierto las puertas de sus programas de televisión, de sus cabinas de radio, de sus oficinas editoriales y de sus espacios en cualquier medio para hacer resonar mis palabras.

Son mujeres las que me escriben todos los días para decirme que Mesa para una las ha inspirado a hacer algo que nunca habían hecho, y son mujeres las amigas que le toman una foto a mi libro en cada librería que se topan.

Mi red de contactos, conocidos o no, amigas o no, ha sido fundamental para este éxito. Y espero que mi agradecimiento se siga reflejando en cada cosa que hago.

Porque hasta ahora, yo nunca he recibido un ataque de una “abeja reina” ni de un “rey solitario” ni de una “chica mala”, sino todo lo contrario. Me enorgullece decir que es gracias a mi red de mujeres que mi libro vio la luz, y creo que no soy una excepción a la regla. No tengo nada de especial ni soy una en un millón, soy una del millón y millones de mujeres que no nos ponemos el pie, no nos sentimos amenazadas por otras, y no creemos que el éxito de la de al lado disminuye el mío.

Creo que soy parte de un red de mujeres que nos hacemos brillar las unas a las otras.

Aunque no podemos ignorar la realidad de muchas mujeres como Linda Smith, que han recibido ataques misóginos y puñaladas de parte de otras mujeres.

3 recomendaciones para no ser una “abeja reina”

Por eso, me gustaría dejarlas con tres recomendaciones para no ser una “abeja reina” sino ser una mujer increíblemente poderosa que ayuda a todas las mujeres a su alrededor para brillar juntas.

1. Conócete (y ámate)

Conoce tus debilidades y tus fortalezas, y hazte amiga de cada parte de ti, porque una persona que se siente segura y cómoda con lo bueno y lo malo que tiene, no se compara. Conocer nuestras fortalezas nos permite explotarlas y ponerlas al servicio de los demás, y entender nuestras vulnerabilidades nos permite ser humildes y buscar relacionarnos con gente que nos ayude a tener un buen equilibrio.

2. Sé agradecida

Es importante saber lo que merecemos, pero nunca lo demos por sentado. El agradecimiento es clave para no perder el piso y poder relacionarnos con todas las personas desde la igualdad. Sé agradecida con quien te ayuda en tu camino y hazles saber lo importantes que han sido en tu éxito. Así, cada logro es compartido y las mujeres a tu alrededor se sentirán parte de él.

3. Celebra el éxito de otras mujeres

Conocerte y aceptarte te da la libertad de celebrar el éxito de la gente que te rodea. Entre nosotras nos toca apoyarnos, ser escalera una de otras y celebrar por todo lo alto cuando nos va bien en algo. Observa el fracaso ajeno y aprende de él, pero nunca lo comentes, porque si no anduviste ese camino con esos mismos zapatos, no puedes juzgar y mucho menos hablar de ese fracaso. Sin embargo, canta y comparte los éxitos de todas, porque son un reflejo de tu propio éxito.

No todas las mujeres vamos a ser amigas, pero todas las que estamos aquí somos compañeras de vida, y el trabajo en equipo es la única forma de seguir adelante.

Por eso, sororidad es la palabra de 2022, y con suerte, del resto de nuestra vida.

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